Capítulo 12

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Note como ella discutía mentalmente con ella misma. Y como siempre, ella estaba ruborizada.  ¿Acaso no piensa coger la rosa?
-Deja de pensar y solo acéptala. -Seguía extiendo mi mano con la rosa mientras que veía el tráfico. 
-¿Por qué me la das? -Apuesto a que cruzó los brazos. La miro rápidamente y veo que esta con los brazos cruzados y con los ojos en dirección a la rosa blanca.
-Porque quiero. -Por Dios, cógela que se me duerme el brazo. Ella resopló.  -Porque soy un caballero y ya. No todo el mundo tiene dobles intenciones.
-La gente es doble intenciones. -puntualizó.
-Eres exasperante a veces, ¿podrías cogerla que ya me duele el brazo? Si no la quieres, se la doy a mi hermana. -dije firme para que me crea.

Ella tomó la rosa por lo que por fin pude estirar y posar el brazo sobre el volante. Estamos a un par de cuadras del bar que conozco.
-Gracias. -dijo susurrando.
-No hay de qué. -Se me escapó una sonrisa. Dios, ella puede ser tan complicada. -Ya vamos a llegar,  espero que te guste.
-Un trago. -La vi gracias a que estábamos en un semáforo rojo. Ella estaba viendo por la ventana como si todo el paisaje era algo nuevo. 
-¿Qué tanto ves? Claro, si se puede saber.
-¿Eh? No, no veo nada en...en particular. -tartamudeo.
-Ah, así que ¿te concentras tanto en la ventana pero no ves nada?  Explícame tu lógica. 
-Me gustaría poder responderte de manera filosófica pero es tan tarde que no hay ganas.
-Prueba con la verdad.  -Una cuadra.
-Me pones nerviosa. Si miro a otra parte que...que no seas tú, vuel...vuelvo a sentirme cómoda. -Eso es nuevo.
-Tengo un millón de respuestas para eso pero -Parqueo el carro frente a un bar. -hemos llegado. 

Nos encontrábamos frente a un bar rústico. La parte frontal esta tal como la última vez. Un enorme cartel con el nombre del local en letras doradas resplandecientes: duXion. Más abajo había una gran cola que era custodiada por dos guardias en negro.
-Creo que tendremos que hacer cola. -dijo Isabella después de resoplar.
-No te preocupes. -Afortunadamente, soy amigo del dueño así que soy recibido siempre que quiera.

Me acerco a uno de los guardias pero de una me detiene. Tras unos pocos minutos de decirle mi nombre y que hablara con el gerente, me dejan pasar junto a Isabella.
-Problema resuelto. -le susurro. Ella solo me sonríe y pasa al frente mío. 

Entramos al bar. Han hecho algunas remodelaciones. Ahora todo el lugar está pintado de colores oscuros dándole un ambiente sombrío al lugar, por lo menos se mantiene en el mismo lugar los muebles. También la barra está ahora en la parte derecha del local y está decorada con luces fluorescentes. Nada mal. Veo que Isabella ve a todo lado como buscando al lugar al que vamos. Por fin, ella se da cuenta de la barra y se abre paso entre la gente dejándome atrás ya que ella corre. Cuando llego, un par de segundos después que ella, veo que ella ya tiene un trago en la mano.

-¿Qué pediste? –preguntó. Se supone que yo le iba a dar el trago.

-Un tequila. –Ella me sonríe y se toma el trago. –Estaba bueno. Bueno, gracias por la invitación.

-Espera, yo dije que yo te iba a dar el trago. El que te has tomado no cuenta. –Ella me fulmina con la mirada. Le hago una señal al bartender y éste se mueve hacia nosotros. –Por favor, dos vasos con whisky. –El bartender sólo asiente.

-¿Whisky? Eso es algo fuerte. –El bartender pone los tragos en frente de cada uno.

-Vamos, un vaso no te hará daño. Además –La corto antes de que me vaya a reclamar –Nunca especificamos qué trago, así que salud. –le sonreí. Vi como ella, después de sacarme la lengua, se tomó todo el vaso con el trago. Ella hace una mueca.

-Es muy fuerte. –vuelve a hacer otra mueca. –Te quema la garganta. –Me entrega el vaso.

-¿Otro?

Olvídame, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora