Capítulo 7 ( Tú no eres él)

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(Narrador omnisciente)

Una gota de sangre se derramaba por la comisura de los labios del azabache, después de que el rubio los besara y mordiera de forma cruel. Amarró las manos de Yuichiro con su corbata.

"Vamos, Yuu-chan, siempre fuiste tan obediente", el rubio había perdido la cordura por el alcohol y el hecho de ver una marca en el cuello de su preciado azabache lo desquició.

El azabache solo se limitaba a temblar y llorar en silencio después de recibir dos bofetadas. "Vamos, gatito, si tanto quieres que alguien te haga suyo, soy la mejor opción. He visto cómo me observas todo el tiempo, comiéndome con la mirada", sonrió y le lamió la mejilla, "deseando ser Karin."

Casi en un susurro, el azabache solo pudo pronunciar: "No eres él". Sin embargo, debido a la cercanía, el rubio lo escuchó. "Mi Mikaela nunca haría esto", lloró un poco más y terminó por gritar: "Él sí me quería". El rubio se apartó.

"Largo", susurró el rubio. "¡Largo...!", gritó fuertemente, haciendo un estruendo en la casa. El pelinegro se levantó del suelo y corrió lo más rápido que pudo a su apartamento. Se quitó la corbata de sus manos, entró a la bañera con toda su ropa y comenzó a romper en llanto. "Ese monstruo no es mi Mika, mi Mikaela me quiere".

Mientras tanto, en el cuarto del rubio, perfumes extremadamente caros volaban por la habitación estrellándose contra las paredes. "Maldita sea, Mikaela", se acostó en el suelo, mirando al techo, "Yuu-chan te tiene miedo". Algo en su mente le decía que eso estaba bien, que así el gatito sabrá que tienen dueño, pero la parte más cuerda de él decía todo lo contrario, que lo estaba apartando y que sin duda lo odiaría. "¿No soy yo?", colocó una mano cubriendo sus ojos, "él es el que cambió. Ahora le sonríe a todo el mundo, camina con toda su belleza por las calles, intentando sacar algún chico que le invite un trago. Ya no es mi querido Yuu-chan que tenía miedo de que la gente lo viera así, tan indecente, que se escondía detrás de mí en las fiestas y él, que siempre a escondidas, mientras dormía, me daba un beso en la mejilla". Con ese último pensamiento, se quedó dormido.

Llegada la tarde, el azabache estaba haciendo sus maletas para salir de ese apartamento. Sabía que si se quedaba y el rubio lo buscara, lo perdonaría y volvería a caer en sus brazos, en los que alguna vez se sintió protegido. Guardó todo y vagó por las calles varias horas sin saber a dónde ir. Al final, fue al único lugar donde, por un tiempo, se sintió en familia.

Yoichi estaba colocando una nueva lámpara en su apartamento cuando escuchó el timbre y, enseguida, abrió. "¡Yuu-kun!", exclamó sorprendido, el azabache estaba en su puerta con un moretón en la mejilla y dos maletas.

"Hey, Yoichi", sonrió típicamente. El castaño lo dejó pasar y le sirvió una taza de té. "Yuu-kun, ¿estás bien?", preocupado, fue por el botiquín de primeros auxilios, colocó un poco de crema desinflamatoria en una venda y la puso en la mejilla del chico.

"Gracias", pronunció, pero al ver los ojos de Yoichi, supo que no podría quedarse sin antes contarle la verdad. Así lo hizo, le contó todo lo que había pasado con Mikaela y por qué decidió irse de su apartamento.

"¡Yuu-kun, tenemos que denunciarlo ahora!", el menor estaba a punto de llamar a las autoridades, hasta que una mano lo detuvo. "Mi-Mika solo debe alejarse de mí, pero no tiene que ir a la policía, el dolor está algo confundido", hizo una expresión triste y sombría. La parte más cuerda de Yoichi suspiró y sonrió.

"Si ese es tu deseo, está bien", exclamó para después tomar las manos del moreno. "Como ahora vivirás aquí, estaría bien buscar una cama", con una sonrisa radiante que animó al de orbes esmeralda, "¡vamos!" El chico asintió y fue con él a empezar lo que era una nueva vida.

Mikaela había despertado con un terrible dolor de cabeza y náuseas. Al recordar vagamente, solo logró ver el rostro de su querido gatito llorando. Esto lo asustó, así que se levantó e ignorando el hecho de que la habitación era un desastre, salió al apartamento de Yuu.

Al llegar, el guardia estaba cerrando el apartamento y guardando la llave en su bolsillo. "Disculpe, ¿qué hacía dentro de ese apartamento?", enojado e histérico, el hombre lo vio con tranquilidad, "la persona que vivía aquí se ha mudado, empieza a caminar, pero Mikaela lo tomó por los hombros, "¿Cómo que se ha mudado?", el hombre retiró las manos del rubio de sobre él, "ha dejado el dinero de la renta y se ha retirado, con su permiso", el hombre de inmediato dio la vuelta y se retiró.

Mikaela, incrédulo, rompió la puerta y vio todo revuelto allí. Fue a la habitación de Yuu y revisó el armario, donde no había nada de su ropa o alguna pertenencia. Buscó debajo de la cama, encontrando una caja. "Yuu-chan", mencionó triste y desolado, caminó despacio con la caja en sus manos.

Una vez en casa, dio el día libre a todos sus empleados y se quedó solo en su cuarto. Al abrir aquella caja, encontró cartas, notas, dibujos, fotos, poemas y una que otra cosa que de niño le regaló a Yuichiro. "Maldición", por cada foto que iba viendo y cada cosa que iba leyendo, su corazón se estrujaba. "Mi querido Yuu-chan", lágrimas caían por sus mejillas, "lo siento, lo siento tanto. Yo... ya no soy el Mikaela que una vez amaste", dejó que la soledad lo consumiera hasta que en una de sus cartas decía: "Mika siempre será Mika, y es lo que más amo de ti", esta carta nunca fue enviada por alguna razón, "pero puedo volver a serlo, si tú estás conmigo". Sin embargo, el camino no sería fácil, y mucho menos para ellos que sentían no tener lugar en el mundo.

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continuara~

Bueno espero que les guste mi fanfic <3

Espero que aprecien mi trabajo

lo hice con mucha dedicación

y si hay una que otra falta de ortografía sepan disculparme.

~Hasta el próximo capitulo ~

El secreto de mi amo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora