Uno de los sonidos más agobiantes para mí es la alarma. A pesar de tener veintidós años, levantarme temprano siempre será uno de mis mayores inconvenientes. Y así comienza mi rutina como vicepresidente de la clínica de los padres de Mika.
En algún momento de mi vida pensé en irme de esta ciudad al culminar la Universidad, pero lo que me detuvo fue el recuerdo de Mikaela y tal vez algún día él regresará, pero en fin, es solo un simple sueño.
Terminé de vestirme y salí de mi cuarto en dirección a la sala. Hace 1 año, el señor Shindo me regaló este apartamento como muestra de gratitud por haber estado en los momentos más difíciles de la familia, aparte me dio empleo en uno de los mejores puestos. Mientras buscaba mi maleta, sentí unos brazos alrededor de mi cintura.
- Sigues siendo mi Yuu-chan - escuché una voz grave susurrar en mi oído. Reaccioné dándole un golpe en la mejilla a aquella persona.
- Eso me dolió, Yuu-chan - mis ojos se iluminaron al ver a Mikaela frente a mí, acariciando su mejilla - pero es prueba suficiente para demostrar que sigues siendo mío - dijo Mikaela recuperando la postura.
- Mi... Mika - dije viéndolo a los ojos - ¡¿Cómo demonios entraste a mi apartamento?! - realmente estaba feliz de verlo y ansioso por abrazarlo, pero temía por mi seguridad en este lugar.
- Qué manera de recibirme, pero bueno, solo le dije al administrador que me diera la copia de la llave y le pagué por eso - dijo Mika con alegría.
- Ese viejo vendido... - no terminé la frase, ya que Mikaela me había lanzado el sillón.
- No estás feliz de verme, mi querido gatito - susurró Mika en mi oído.
- S-suéltame - dije sonrojado mirando al piso.
- No eres divertido, Yuu-chan - dijo levantándose.
- Voy a llegar tarde por tu culpa, Mikaela - dije un poco molesto.
- Parece que has olvidado tus modales, Yuu-chan - su mirada era penetrante - ¿Cómo debes llamarme? ¿Yuichiro?
- A-amo.
- Perfecto, creí que deseabas un castigo. Vamos Yuu, te llevaré a la clínica. - dijo Mikaela con una sonrisa y mirada dulce en su rostro, volvió a ser el mismo de siempre.
- Sí, amo.
Nos dirigimos a su automóvil conversando y riendo por la experiencia que tuvo en su estancia en Europa. Realmente no sé lo que estaba esperando, que Mikaela se me declarase y después irme a vivir junto con él para ser feliz por el resto de mis días; no, esto no es un cuento de hadas.
Al llegar a la clínica, Mikaela se bajó del auto con una expresión seria, la cual cambió al entrar en la clínica cuando un hombre alto, rubio, un poco canoso, con tez blanca y orbes azules se acercó a nosotros.
- ¡Mikaela! Mi hijo pródigo ha regresado, ¿Por qué no me dijiste que llegabas hoy? Hubiéramos ido a recogerte junto con tu madre - dijo sonriente.
- Padre - dijo Mikaela abrazándolo.
- Pero ¿por qué vienen juntos? - dijo el señor Shindo cortando el abrazo.
- Solo lo encontré de casualidad en la calle y decidí traerlo.
- Mi hijo tan noble, listo para tu primer día como presidente de la clínica Shindo.
- Desde luego, padre.
- Entonces, a trabajar.
Mikaela junto a su padre se fueron, y yo me dirigí a mi área de trabajo.
(...)
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El secreto de mi amo (Terminada)
Novela JuvenilYūichirō es un niño huérfano que es adoptado por la familia Shindo, para hacerle compañia a su único hijo Mikaela Shindo el cual es un niño amable y optimista pero un tanto solitario; con el tiempo todo era felicidad para ambos, pero esa felicidad...