(Narrador omnisciente)
En la vida, hay múltiples caminos por los que se puede optar, algunos dictados por el libre albedrío y otros influenciados por terceros; pero todo eso pierde importancia cuando despiertas y lo primero que vislumbras es el sol lanzando su último rayo de luz.
Mikaela estaba perplejo. ¿Cómo alguien puede dormir tanto? Era extraño, o al menos eso sentía en su interior. Esa mañana había sido agitada, su padre lo llamó al estudio para hablar sobre la inminente sucesión en la dirección del hospital, una posición que Mikaela planeaba rechazar. Sin embargo, cuando estuvo allí, su padre le ofreció un poco de extracto de naranja y, con persuasivas palabras, logró que Mikaela aceptara tomarlo con él.
-Bien, hijo, dime, ¿cuáles son tus planes para mantener a flote nuestro legado? Sabes que fue forjado con esfuerzo y dedicación - dijo su padre.
Mikaela asintió ante las palabras, tenía claro exactamente lo que iba a decir.
-Padre, sé que las cosas se han llevado al extremo desde que regresamos a casa. No obstante, he meditado sobre el futuro de todos nosotros. Prometo mantener el legado, si tú prometes permitirme estar con Yuichiro. En caso contrario, me veré obligado a renunciar a la herencia.
Dijo decidido Mikaela, su voz era firme, audaz y gélida; no obstante, la mirada de su padre era de aceptación y enojo, pero ante eso no podía hacer nada.
- Tú ganas. No puedo oponerme al amor que sientes por ese muchacho, pero no olvides que necesitamos un heredero, así que asegúrate de conseguirlo. Ahora vete, Mikaela.
El jefe de los Shindo mantuvo una expresión severa, pero regresó a sus actividades, leyendo documentos para autorización. Por su parte, Mikaela no quiso preguntar más y se retiró. Una vez en su cuarto, estaba decidido a llamar a Yuichiro, cuando un mareo repentino lo abrumó hasta llegar al síncope.
Y eso fue todo lo que recordó de ese momento, pero al procesarlo en su mente, vio el reloj y se dio cuenta de que realmente era tarde, las 7:00 pm. Seguramente Yuu estaría furioso. Cambió de ropa rápidamente mientras intentaba comunicarse con el pelinegro, pero las llamadas nunca fueron contestadas. Seguramente, Yuichiro estaba muy enojado con él, o al menos eso quería creer el menor de los Shindo.
Una vez listo, salió de la casa rumbo al parque, pero al salir notó que estaba lloviendo. Definitivamente, Yuu-chan estaría furioso, pero cuando le cuente la noticia, estará feliz. Se apresuró a buscar a su futuro esposo, pero al llegar al punto de encuentro, este estaba vacío, solo con el celular del azabache. En ese momento, comprendió que este era el adiós definitivo. No tenía forma de contactarlo, pero si contratara a un sin número de investigadores privados, darían con su paradero, aunque si Yuichiro no quisiera volverlo a ver o, en efecto, quisiera escapar de su lado, nunca podría aceptarlo. Él hizo todo para estar a su lado, estuvo en contra de su familia, renunció a todo, pero eso no se iba a quedar así.
Ese fue el último día en que se logró ver a Mikaela sobrio y en sus cinco sentidos. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, hasta llegar a un año sin tener noticias de él. Las esperanzas mermaban dentro de Mikaela; sin embargo, su corazón se negaba a creerlo, hasta que un día, en una junta de negocios a la que fue obligado a asistir como representante de su familia, divisó a Yoichi entre la multitud.
- Tú, yo te conozco. ¿Sabes dónde está Yuu, verdad?
Espetó, mirando al chico de manera suplicante, agarrándolo de los hombros.
- No me toques, no sé dónde está.
Dijo Yoichi, comenzando a caminar en dirección contraria, pero Mikaela lo detuvo.
-Sé que mientes. Si estás aquí es porque él te dev
olvió lo que era tuyo. Estoy desesperado, quiero verlo.
Yoichi solo suspiró y señaló una dirección a Mikaela, pero advirtió que él había ido varias veces al lugar e intentó buscarlo allí, por lo que no le daba falsas esperanzas de encontrarlo en ese sitio.
Mikaela, a primera hora, tomó un avión hacia ese lugar, pero al llegar al pueblo, buscó por todas partes posibles a Yuu. Llegada la tarde, terminó dando vueltas sin rumbo alguno en un parque. Ese era el fin, nunca volvería a verlo y él tendría que vivir con eso. Había destruido su única oportunidad de ser feliz.
Vio el atardecer en el parque, hasta la calidez de los rayos le recordaban cómo Yuu acariciaba su mejilla. Solo eran él y el parque, sin contar al extraño sujeto que tenía un problema en su modo de caminar y que regaba las plantas.
- Oye, jardinero, alguna vez viste a un chico de cabello azabache, con hermosos ojos esmeralda, de tez blanca y con una forma de ser muy altiva. Se llama Yuu, llevo un tiempo buscándolo, este lugar es mi última oportunidad.
Dijo Mikaela, sin embargo el jardinero solo continuó regando las plantas como si no lo hubiera escuchado en ningún momento.
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continuara~Bueno espero que les guste mi fanfic <3
Si hay alguna falta de ortografía o algo que no se entienda bien, me informan y lo corregiré 😁😁
Hoy he tenido demasiados pensamientos intrusivos, pero les haré una pregunta ¿si alguien de su pasado regresa y los saluda como si no hubiera pasado nada, que harían?
Nos leemos luego
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El secreto de mi amo (Terminada)
Genç KurguYūichirō es un niño huérfano que es adoptado por la familia Shindo, para hacerle compañia a su único hijo Mikaela Shindo el cual es un niño amable y optimista pero un tanto solitario; con el tiempo todo era felicidad para ambos, pero esa felicidad...