♪Prólogo♪

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Era un lunes soleado por la mañana y Robert Green, corría por los pasillos de su empresa, murmurando un «lo siento» a modo de disculpa a las personas que golpeaba sin querer a su paso

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Era un lunes soleado por la mañana y Robert Green, corría por los pasillos de su empresa, murmurando un «lo siento» a modo de disculpa a las personas que golpeaba sin querer a su paso. Todo ese tiempo, desde que su celular timbró, alertándolo de la entrada de una llamada, la sonrisa que se había implantado en sus labios, parecía que nada podría hacerla borrar.

Tomó el móvil con manos temblorosas, a sabiendas de la otra persona en la línea y se lo llevo a la oreja. Cuando creía que no podría caber más felicidad en su pecho, su amada esposa, lo llamaba avisándole que ya era la hora.

No podía creer, que en tan solo un par de horas estaría cargando a su pequeña en sus brazos. Cada noche, desde que Verónica, le había informado la noticia del embarazo, acostumbraba perderse en sus pensamientos imaginando a su pequeña como una mini copia de ella. De tez clara, con esa peculiar naricilla fina que la caracterizaba y sus radiantes lagunas caramelo, avivando todo a su alrededor.

Como si lo hubiese predicho, así fue; su pequeña era el retrato exacto de ella. Pero lo que jamás imaginó que pasaría, era que aquella pequeña, que había esperado con anhelo durante nueve meses, sería la causante de su actual desdicha. Y la persona, a la cual se obligaba a odiar con fervor, por haberle arrebatado su razón de vivir.


Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora