17. ♪Oscuridad♪

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Poco después de haber abandonado el apartamento de su ángel, James decidió que lo mejor que podía hacer por ahora, era regresar al suyo y cambiar su muda de ropa para entonces prepararse para esta noche

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Poco después de haber abandonado el apartamento de su ángel, James decidió que lo mejor que podía hacer por ahora, era regresar al suyo y cambiar su muda de ropa para entonces prepararse para esta noche. En la cual, definitivamente lo escucharía. Aun si tendría que recurrir al grado de sacarla a rastras de aquel lugar, lo haría. No le importaría, con tal de sacarla y llevarla al lugar que pertenecía.

Con él.

Nunca se había considerado un hombre violento, a pesar que había ocasiones en las que su propia ira lo descolocaba, hasta el grado de hacerlo perder el control. Generalmente golpeaba alguno que otro objeto cuando no disponía de su saco de boxeo. Pero esta vez, por alguna extraña razón no se había salido de sus manos.

Por un segundo agradeció que hubiera sido así, ya que una imagen de él enojado, no era lo que su amiga necesitaba ver en ese momento.

Después de un par de horas divagando en sus pensamientos, tomó una duda fría, dejando que sus músculos entumecidos lo agradecieran. En cuanto finalizó abordó la habitación y se enfundó en una camisa gris y unos vaqueros negros desgastados, que hacían juego con sus botas de motorista.

Decidió dejar su cabello húmedo, consciente que la brisa haría su magia en él al unirse a la fría noche de Londres. Por último, pasó su jacket de cuero negra sobre sus hombros y decidió que era el momento de enfrentar a su ángel y su episodio de furia, que estaba casi seguro que tendría en cuanto cumpliera con su objetivo.

* * *

― ¿Qué haces aquí? ―preguntó Sarah con el ceño fruncido, en cuanto reconoció la melena de Noelia entre los presentes que se encontraban en la barra no dudó en acercarse.

Junto a ella, le hacían compañía Adam, Amy y Nicolás en los cuales por supuesto no había reparado un segundo hasta que Noelia esbozó una sonrisa triunfante y Alec se dispuso a entregarles sus bebidas, mientras estos continuaban inmersos en su plática.

El primer tipo borracho, se había apoderado del micrófono lastimando los oídos de todos con sus alaridos. Sarah solo rogaba, porque no se produjera una pelea en la que no todos pudieran salir muy bien librados de ahí.

Hasta el momento podía respirar tranquila, ya que parecía no haber señales que las habría.

A pesar de que ya podía sentirse la espesa nube de humo rodearlos y el aberrante olor a sudor rancio proveniente de los cuerpos balanceándose en la pista de baile. Todo parecía bajo control.

Por ahora.

―No sabía que necesitaría tu permiso para venir. ―le gritó Noelia acercándose a su oído para hablarle, ya que el bullicio no les permitía hacerlo como dos personas normales.

Sarah, rodó los ojos al escuchar las palabras de su amiga. Ella sabía muy bien la razón por la cual se encontraba ahí y Noelia sabía que Sarah jamás aceptaría el hecho de que quisiera protegerla. Aunque en aquel lugar no era como si ambas pudieran hacer mucho por la una y la otra, si se encontraran solas. En ocasiones anteriores ya lo habían confirmado.

Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora