18. ♪Solo ella♪

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El ruido de una puerta siendo azotada bastó para hacerla despertar de la inconciencia, lo cierto era que no podía moverse. Soltó un quejido, llevándose sus manos hasta la frente, mientras poco a poco se permitía abrir los ojos. El viejo sillón, que se encontraba reposando en una esquina de la habitación, por un segundo le pareció familiar.

Ahincó los ojos a causa del dolor, que empezaba a intensificar en sus sienes. Poco tiempo después, reconoció los ventanales y las cortinas remendadas de su propia habitación. ¿Cómo había llegado ahí? Se preguntó, haciendo un esfuerzo por levantarse. Su puerta se encontraba entre abierta y en las afueras del pasillo, lograba escuchar el leve murmullo de una voz gruesa, que no le tomó trabajo reconocer.

Se levantó masajeando sus sienes, mientras se dirigía con pasos torpes hasta la puerta. James instantáneamente levantó la vista, presintiendo su presencia, mientras alejaba el móvil de su oreja. Por su expresión, pudo vislumbrar que se encontraba más que furioso con ella. Solo que Sarah, no se encontraba lista para discutir, no con aquel dolor de cabeza que se manejaba. Agradeció interiormente de que James lo comprendiera. No le daría la lata, al menos no esa noche. Todavía le parecía irreal, tenerlo frente a sus ojos.

Con el tiempo, su mente se había acostumbrado a que jamás volvería a verle. No después de que se había marchado, sin siquiera recibir una despedida por su parte. En aquel entonces quiso odiarlo, por haber hecho que lo amara para luego abandonarla, dejando que su padre siguiera usándola como su saco de boxeo. Pero su amor por él era tan grande, que rebasaba las barreras de su corazón. Y además, sabía que no podía culparlo de su pasado, cuando este no tenía idea de lo que su padre hacía con ella, tras las cuatro paredes de su antiguo hogar.

― ¿Qué haces levantada? ―preguntó James estudiándola con la mirada. Se obligó a respirar hondo y a guardar su enojo para después.

El rostro de su ángel se encontraba pálido y su labio superior comenzaba a hincharse, donde aquel degenerado la había mordido. Seguro le quedaría un hematoma. ―Pensó, convirtiendo sus manos en puños. Aún no lograba asimilar como había hecho para controlarse y no perder los estribos. En ese momento, comprendió que su prioridad era ella.

Siempre lo había sido.

Aunque eso no quería decir, que el tipo había salido bien librado de ahí. El mismo se había encargado de darle su merecido, limitándose en el proceso. Poco después no dudó en sacarla de aquel lugar y traerla a su apartamento. Le había dado el cuidado a sus heridas, y se había marchado a la terraza a fumarse un cigarrillo, mientras su ansiedad porqué su ángel despertara aumentaba.

―Me... duele... la cabeza ―la escuchó susurrar, mientras cerraba los ojos y apoyaba su cadera al haz de la puerta. Se acercó, extendiendo su mano para acariciar su mejilla, apoyo su frente en la suya mientras absorbía el dulce aroma de su fragancia.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2018 ⏰

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