14. ♪Al compás de tu corazón♪

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Will miraba a su amigo, sin poder dar crédito de lo que veía, el brillo que inundaba la mirada de James por un segundo lo descolocó

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Will miraba a su amigo, sin poder dar crédito de lo que veía, el brillo que inundaba la mirada de James por un segundo lo descolocó. No sabía con exactitud lo que en aquel momento pasaba por su mente. Solo era consciente, del arduo trabajo que le estaba tomando apartar la mirada de la castaña; que se encontraba a unos metros de distancia del escenario siendo atendida por sus amigos.

James no veía la hora, en que todo acabara, su cuerpo se tensó, en el momento en que vio, como el chico desconocido alentaba a su ángel a marcharse. Ella aún desconcertada, asentía en acuerdo, y aceptaba gentilmente la mano que le ofrecía, la desazón en su estómago creció abriéndole el paso al vacío y en menos de lo que pareció un segundo, sus pies se encontraron moviéndose en su dirección.

La mano que se enroscó en su ante antebrazo, lo detuvo de la tarea de llegar hasta ella, antes de que el idiota que sostenía su mano, lograra alejarla por completó de su vista. Miró a un Will furioso, consiente de la advertencia en su mirada. Sacudió la cabeza, y se obligó a concluir el concierto como era debido.

¿Qué mierda pasaba con él?―se reprochó. Solo era una chica, una que su piel y su corazón reclamaban a gritos por poseer, pero al fin de cuentas solo era una chica. Con esfuerzo, logró alejar de su mente la imagen de sus brillantes lagunas caramelo sin perder de vista a la morena que acompañaba a su ángel y la cual supuso que era su mejor amiga.

El cierre del concierto, se produjo por lo alto, y juzgando por la aún afición del público en las graderías y los diferentes laterales, el show había arrasado con todo.

— ¿Estas segura de que te encuentras bien? —preguntó un Adam preocupado por tercera vez consecutiva. Sarah levantó la vista de sus manos, evitando rodar los ojos, le dio un sorbo a su bebida y asintió mostrando una media sonrisa. —Es un alivio, que tu rostro haya tomado color. —comentó llevando su mano hasta su mejilla, Sarah se revolvió incomoda en su asiento, ante el mínimo roce de su mano. Adam al notarlo, bajo la mirada apesadumbrado, abandonando a su vez su toque sobre ella. —Lo siento —se disculpó apenado.

—Adam... —Susurró Sarah, sintiendo el familiar escozor asentarse en su pecho. Odiaba saber que lastimaba a su amigo. Abrió la boca con la intención de aminorar su aflicción, pero nada salía de ella.

—No digas nada, está bien. —se apresuró a decirle Adam, al ver el trabajo que le tomaba formular una palabra.

— ¿Cómo puede estar bien? —alegó Sarah, entornando los ojos. —Nada de esto está bien Adam y lo sabes. ¿Crees que no me duele saber que te lastimo? —su voz se quebró en la última oración.

—No lo haces —le aseguró Adam, intentando ocultar la mentira de su ojos.

—Dime que esto no te doblega y te creeré. —murmuró Sarah con voz firme, notando como Adam hacia todo lo posible por escabullirse de su mirada. — ¿Lo ves? Esto es más fuerte que tú Adam, y yo no puedo ofrecerte lo que deseas. Lo mejor es que...

Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora