10. ♪Buscando el perdón♪

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La mirada azul de su atacante provocó que Sarah diera un traspiés, sintiendo como el miedo corroía cada partícula de su ser, su corazón saltó desbocado en su pecho, mientras le veía acercarse sin dejar de recorrer su cuerpo de manera lasciva

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La mirada azul de su atacante provocó que Sarah diera un traspiés, sintiendo como el miedo corroía cada partícula de su ser, su corazón saltó desbocado en su pecho, mientras le veía acercarse sin dejar de recorrer su cuerpo de manera lasciva. El primer instinto de protección que arribó su mente, fue gritar a todo pulmón, pero ella sabía que con el barullo que se producía en el jardín difícilmente alguien la escucharía a menos que a alguna persona se le ocurriera ir donde estaba ella. Apartó la vista temerosa, justo cuando su cadera tocaba la superficie del lavabo.

Entonces supo que no tenía salida, Clark se había encargado de que pareciera un insignificante ratón asustado ante su presa. Y hasta el momento estaba logrando con éxito su cometido. Sarah no dejaba de temblar ante la mínima cercanía que este iba acortando cada vez más con mayor tenacidad.

Sus ojos se posaron en la puerta y rogó interiormente porque a alguien se le ocurriera ir hasta donde ella se encontraba, siendo acorralada por aquel asqueroso; la respiración había empezado a fallarle y su corazón no dejaba de latir con tal ímpetu debido al miedo que la atenazaba y hacia que las ideas no cruzarán por su cabeza. La cínica sonrisa que se elevó en las comisuras de sus labios provocó en su fuero interno unas inmensas ganas de borrarla con su puño, pero se abstuvo a sabiendas de que Clark la sobrepasaba en altura y nada de lo que hiciese haría que recobrara los sentidos.

¿Acaso no se daba cuenta de que en un par de minutos, Sarah se convertiría en su hermanastra?

Por supuesto a Clark eso no le impedía que siguiera mirándole y atemorizándole como lo había hecho desde que su madre había presentado a ambas familias como tal.

La verdad es que aquella ingenua chica le había trastornado desde el primer momento en que sus ojos se posaron en ella aquella noche después de que su madre le diera la noticia de que contraería matrimonio muy pronto.

Al parecer sus padres ya llevaban bastante tiempo saliendo y ninguno de los dos había sabido nada hasta en aquel momento. Sarah aún recordaba el día en que su padre le había indicado que quería verla lista para eso de las seis después de haber llegado a casa del trabajo.

Aquella tarde se la había pasado enfundada en el suéter, que una vez había pertenecido a James y el cual ella ya había adquirido como suyo. No había sentido ganas de salir, así que optó por quedarse en casa leyendo un libro, cosa que hizo hasta que la imponente presencia de su padre la hizo apartar sus ojos del libro para en su lugar desplazarlos en su dirección.

Resoplando con disgusto Sarah se levantó de la butaca y se dispuso a alistarse, no le quedaba de otra más que acatar las órdenes de su "padre" sin poner cara de pocos amigos, ella sabía que si Robert por alguna situación alcanzará a verla, aquello lo pondría de mal humor y eso era lo último que deseaba conseguir.

Ya bastante tenía con aguantarlo hasta el día en que se marcharía a la Universidad. No veía la hora de que aquel momento llegase. Por fin se mantendría alejada de él, he intentaría a toda costa, vivir por su cuenta. Aunque en el fondo era consciente de que Robert no se lo pondría fácil.

Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora