8. ♪Búsqueda incansable♪

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James caminaba sobre la hierba de aquel lugar que había sido testigo de su amor, dejo reposar la espalda en el tronco del árbol como muchas veces lo había hecho en compañía de su Ángel mientras la atraía hasta la calidez de su cuerpo

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James caminaba sobre la hierba de aquel lugar que había sido testigo de su amor, dejo reposar la espalda en el tronco del árbol como muchas veces lo había hecho en compañía de su Ángel mientras la atraía hasta la calidez de su cuerpo. Imaginó que esta vez también lo hacía y se permitió llorar en silencio.

‹‹Horas antes››

Poco después de haberse alojado en el hotel y asistir a la rueda de prensa en la cual darían a conocer el repertorio que llevarían a cabo en el concierto de esta noche, James no lo dudó un segundo más y corrió rumbó hacia aquel pequeño pueblo; lo carcomía la intriga por saber si aún su Ángel vivía en aquel lugar. Subió hasta su habitación y cambio su muda por algo más cómodo, tomo prestadas las llaves de la van, a sabiendas del lío en que se metería; no obstante no fue suficiente para que lo hiciera detenerse de ir a buscarla.

Condujo hasta su casa, mientras los recuerdos abordaban su memoria. Al llegar estacionó la van justo al frente de su antiguo hogar, recorrió la mirada por el lugar con nostalgia, los nuevos propietarios parecían haber hecho un buen trabajo con el jardín todo este tiempo.

Decidido a bajar de la van, tomó un respiro y se encaminó esta vez en dirección a la que recordaba era su hogar, ya en el portillo, tocó el timbre y se dedicó a esperar una respuesta, mientras limpiaba el sudor de sus manos en la tela de sus jeans; he interiormente rogaba porque su padre no se encontrara en casa. Lo poco que recordaba de aquel hombre, era que siempre le había parecido un hombre malhumorado y frio, lo último que deseaba, era meter a su Ángel en problemas por su culpa.

El sonido de la cerradura al abrirse, lo hizo despegar la mirada de sus pies y posarla en la de una modesta sirvienta, quien lo miraba con la confusión escrita en su semblante. Parecía una mujer de una edad entrada a los cuarenta, de mediana estatura, nariz respingona, cabello rizado canoso y de mirada dictadora. En nada se asemejaba a Bel—comprendió.

— ¿En qué puedo ayudarle joven? —preguntó con voz dura la mujer, mientras lo discrepaba con la mirada.

James decidió ignorar el descontento en su mirada y se dispuso a preguntar:

—Busco a la Señorita Green. —la llamó por su apellido, ya que aún podía sentir como su nombre raspaba su garganta. — ¿Ella se encuentra en casa?—le preguntó poco después, bajo su atenta mirada.

—Lamento informarle que la Señorita Green, lleva años fuera en el extranjero joven. —murmuró Dorotea.

Sus palabras cayeron como un balde de agua fría, congelando hasta la última de sus terminaciones nerviosas, la tristeza que inundó la mirada del joven frente a ella la descolocó, hasta ahora no había habido un solo chico, que buscara a la Señorita Sarah con tan ímpetu, había algo distinto en la mirada de aquel joven que no había visto en la del Joven Clark, quien insistía en acosar a Sarah a sabiendas de que pronto se convertiría en su asqueroso hermanastro.

— ¿En el extranjero? —repitió James, aquellas palabras dolieron cuando salieron. —¿Y Bel? ¿Dónde está Bel? —preguntó con desespero, por un segundo creyó que aquella mujer estaba mintiéndole y su Ángel se encontraba en alguna parte de aquella enorme casa junto a Bel, el mejor que nadie sabía que Sarah jamás podría haberse marchado sin ella. La tristeza en las facciones de la mujer al escucharlo mencionar a Bel, hizo que James frunciera el ceño con notoria confusión.

—La Señora Bel falleció hace tres años joven. —James apretó los labios y desvió la mirada a sus pies, mientras intentaba procesar la noticia. ¿Bel? ¿Muerta? Imaginar el dolor por el cual tuvo que pasar su Ángel tras su muerte, hizo que su garganta se cerrara y su pecho doliera.

Poco después de haberle dejado el número a aquella mujer para que lo contactara en caso de que hubieran noticias de su Ángel, sus pies se encontraron moviéndose en dirección hacia su lugar especial, la esperanza que guardaba de encontrarla, aún permanecía latente y no descansaría hasta no volver a tener a su Ángel entre sus brazos.

‹‹Presente››

— ¿Dónde demonios estabas? —le reclamó Frank mientras veía a James bajar de la van, con una botella de whisky en mano. — ¡¿Bebiste?! Ben esta que echa humo por las orejas.

James lo evadió con una mirada fría y se dispuso a encaminarse hasta su habitación. A sus espaldas escuchó que el móvil de Frank timbraba y este respondía con un escueto "Ya apareció" a la otra persona que esperaba, en el otro lado de la línea. Llegó a su habitación, y se despojó de la ropa, tomo una ducha, sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento si no dejaba fluir la avalancha de emociones de la cual era preso.

Dejó que el agua cubriera su rostro, opacando los sonidos que se producían afuera de su habitación, aguantó la respiración, hasta que sus pulmones comenzaron a sentir la necesidad de tomar aire, a pesar de ello se obligó a permanecer así por unos segundos más, no fue sino, hasta que sintió como dos fuertes manos tomaban sus hombres y lo hacían salir a la superficie.

— ¿Te volviste loco o acaso quieres suicidarte? ¿Qué mierda ocurre contigo James?—le espetó un Will furioso, mientras le lanzaba una toalla en el rostro.

James se cubrió con la toalla y siguió los pasos furiosos de Will hasta su habitación.

— ¿Con que maldito derecho, te atreves a entrar a mi habitación de esa forma? —lo enfrentó James.

—Con el derecho que me da el ser tu amigo imbécil. —le recalcó Will mientras lo fulminaba con la mirada. —Si no hubiera entrado... ¿Habrías cometido una locura?—se atrevió a preguntarle.

— ¿De qué mierda hablas? ¡No pretendía suicidarme cuando llegaste! —afirmó James.

Will enarcó una ceja sin fiarse de sus palabras. Conocía a James, pero debía admitir que había momentos, en los que su actitud desolada lo desconcertaba.

— ¿La buscaste? —le preguntó, mientras notaba la botella de whisky a medio vaciar sobre la mesita de noche. Él no acostumbraba beber.

—Se fue al extranjero. —respondió James sentándose en una orilla de la cama.

— ¿Te dijeron adonde? —James negó con la cabeza.

—La criada no quiso decírmelo, dijo que se metería en problemas si lo hacía. —comentó James.

— ¿Qué hay de su nana? ¿Bel? Dijiste que para Sarah es como su segunda madre. ¿No pudiste ubicarla?

James levantó la mirada del suelo y la poso en su amigo.

—Falleció. —anunció con tristeza.

—Mierda —musitó Will por lo bajo.

—Si. Mierda. —coincidió James con él.

— ¡Oye hermano! Anímate, la encontraras, sé que lo harás, solo... deja que ocurra. —le dijo Will palmeando su hombro. —Ahora... en tu vida vuelvas a darme un susto de muerte así idiota. —lo amenazó haciéndole una llave con su antebrazo.

James soltó unas risitas y fingió dolor para que lo soltara, otras veces en un abrir y cerrar de ojos lo habría vencido, pero ahora sentía que sus fuerzas se encontraban al límite. Lo único que lo consolaba era el recuerdo de la mirada de su Ángel.


Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora