4. ♪Resurgiendo de la oscuridad♪

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James, despertó desorientado bajo la penumbra que envolvía la habitación de hotel en la que se hospedaba. Percibió el movimiento de aquella chica desconocida que dormía a su lado; la observo por unos minutos intentando recordar su nombre. Pero ninguno arribaba su memoria. Sin inmutarse, se levantó y se dirigió hacia el cuarto de baño; decidido a lavar los restos de la noche. Todo había sido una locura, la fiesta, el concierto, la ovación de la multitud mientras el dejaba fluir la melodía y sus manos jugaban con las cuerdas de su guitarra eléctrica.

Terminó de ducharse y se vistió con su ropa de hacer ejercicio, se calzo sus tenis, abrochó su reloj de muñeca y observó la hora. Las cuatro de la madrugada. Suspiró aliviado. Aún contaba con el tiempo suficiente para salir y correr unas cuantas cuadras si así lo deseaba, sin necesidad de que sus guardaespaldas estuviesen pisando constantemente sus talones. En un par de años atrás, jamás se hubiera visualizado estando en la posición en la que se encontraba ahora. Multimillonario, famoso, buenmozo y con innumerables mujeres por doquier.

Pero ninguna era ella.

Su Ángel.

Corrió las cuadras que se propuso mentalmente concluir, cuando creía que sus pulmones no daban para más, se detuvo frente a un parque y apoyó las manos sobre sus rodillas, intentando que su respiración volviese a su ritmo normal. Secó las gotas de sudor que empañaban su frente con la manga de la camisa. Levantó la vista y sus ojos instantáneamente se clavaron en el prominente árbol que abarcaba gran parte del parque. Intentó apartar la vista de él, y marcharse, pero los recuerdos se arremolinaron en su memoria con rapidez y sus pies repentinamente parecían pegados con pegamento a la grava.

— ¿Me querrías aunque fuese gorda, apestara a zorrillo y una verruga invadiera mi rostro? —pregunto Sarah, sonriendo. James, no pudo evitar soltar la carcajada al imaginársela de esa forma. —Responde —insistió Sarah, golpeando su hombro. —Te querría aunque fueses un fenómeno Ángel. —le susurró rozando sus labios. Sarah rió.

James, sacudió la cabeza alejando los recuerdos de su memoria. Sabía que hiciera lo que hiciera, aquella niña de mirada triste jamás abandonaría sus recuerdos. No cuando ella, su Ángel, con su dulzura ya se había impregnado en su ser. Había momentos en los que el simple hecho de sus recuerdos, dolía como dagas filosas que se clavaban en su pecho y abrían las heridas que con el tiempo se había resignado a sobrellevar.

¿La extrañaba?

Como un loco.

¿La amaba?

Más que a su vida.

Por momentos se preguntaba ¿Qué habría sido de ella? ¿Lo odiaría? Lo más seguro es que si, y no la culpaba de hacerlo. No fue capaz de hacer algo, cuando sus padres la siguiente mañana, después de aquella tarde de ensueño; lo obligaron a marcharse y abandonarla, dejándola a su suerte en manos de aquel monstruo que hacía llamarse su padre.

Después de todo en ese entonces, aún era un niño entrando en la etapa de la adolescencia. No tenía derecho a reclamar nada. No cuando aún era un chiquillo que dependía de los recursos económicos de sus padres. Además, el desconocía por completo, toda aquella triste realidad que la envolvía.

Con los días, después de la mudanza se propuso trabajar a escondidas de sus padres, lavando los coches de sus nuevos vecinos. Su objetivo era ahorrar y con los meses poder permitirse comprar un boleto de avión que lo llevara de vuelta a la persona que había entregado su corazón. Pero aquel sueño se fue degradando conforme transcurrían los días, sus padres comenzaron a tener problemas monetarios, ya que todos parecía indicar que la empresa de su padre se encontraba en banca rota y no habían muchas opciones alentadoras que pudieran hacerla resurgir en el mercado. Así que no le quedo otra alternativa, más que centrarse, en su familia y vivir con la agonía que carcomía su interior. Terminó la secundaria con el beneficio, de que gracias a la excelencia de sus calificaciones; había sido uno de los tantos elegidos como becados en su escuela.

Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora