13. ♪ ¿Ángel?♪

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Sarah sacudió la cabeza, alejando de su mente, los últimos fragmentos de sus recuerdos

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Sarah sacudió la cabeza, alejando de su mente, los últimos fragmentos de sus recuerdos.

— ¿Estás bien? —Escuchó a Adam preguntarle.

Se apresuró a tragar el nudo que empezaba a formarse en su garganta, y asintió levemente, obligando alejar las lágrimas que picaban en las comisuras de sus ojos.

—Entenderé, si no deseas hablar de ello. —Adam se apresuró a decir, al ver como sus ojos se humedecían y la tristeza inundaba aquellas lagunas caramelo que frecuentaban y atormentaban constantemente sus sueños.

Mantuvo la vista fija en la carretera, y se recriminó mentalmente, por haber hecho que recordará un pasado, que hacia qué su corazón se resquebrajara.

Adam era consciente de que Sarah, no era como muchas de las jóvenes que asistían a la Universidad, inclusive le costaba trabajo, encontrar un parecido en su frágil personalidad, con la férrea y fugaz de Noelia.

Ambas eran polos opuestos que se atraían, no conocía la razón que las había conllevado a llevarse tan bien. Pero estaba más que claro, que aquellas jóvenes, resguardaban un pasado lamentable que las acarreaba y las hacía del mismo modo, complementarse a su manera.

Desde que había decidido acercarse a ellas aquella tarde en la biblioteca, no había un solo segundo, en que lamentara sus acciones, si con ello obtenía la premura de observar aquel cautivador ángel sentado a su lado, sin tener que esconderse bajo la tapa de sus libros. Sarah, le gustaba y mucho.

Le gustaba, cómo jamás creyó posible que podría llegar a gustarle una persona. En sus años de secundaria, había tenido sus ligues, pero ninguna de esas chicas, se le acercaba ni a la mitad de lo que Sarah producía en su interior, con él solo hecho de su presencia.

Todo en ella... cada gesto, cada roce, cada mirada, lo atraía como un imán, provocando que su cordura se encontrara pendiendo de un hilo. Sarah parecía no ser consciente, pero la dulzura que desprendía su aroma adonde sea que fuera, lo enloquecía.

—Fue un obsequió. —murmuró Sarah, provocando que Adam ladeara la cabeza curioso, mientras estacionaba el auto en las afueras del estadio. Habían llegado a su destino. —Es... especial. —concluyó, enlazando sus dedos sobre su regazo.

Adam le dedicó una sonrisa, como respuesta a su comentario y bajó del auto, aun con la curiosidad palpando en su interior, quería saber más, mucho más. Como por ejemplo, la razón por la cual aquel objeto era tan especial.

Caminó hasta su lado y como todo un caballero de reluciente armadura blanca, abrió su puerta ayudándola a bajar del auto.

Sarah, esbozó una sonrisa, agradeciendo su gestó, y por un segundo lamentó el hecho, de no poder corresponder sus sentimientos como Adam y su amiga Noelia anhelaban que lo hiciera. Por más que intentaba plantearse un futuro a su lado, que no fuera en otro plano más que de amigos, no lo lograba.

Alma Perdida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora