Después de mi cita con la escritora de Inception en el centro de la ciudad, decido tomar el tren para regresar a las oficinas, sé que los domingos no se trabaja, pero me gusta agilizar mi trabajo en ese día; pudiera utilizar mi automóvil, pero en estos momentos quisiera pensar en que métodos hacer para que Aïsha pueda tener más acercamiento conmigo.
Las personas caminan de un lado para otro, tratando de alcanzar el tren que se encuentra con las puertas abiertas. Suspiro. Bajo las escaleras, viendo a lo lejos a mi objetivo con sus audífonos puestos, moviendo la cabeza al ritmo de su música y con sus pies haciendo una mini danza.
Provoca en mi una ligera sonrisa, es un tanto pequeña y boba, pero hay algo de ella que es misterioso y te provoca seguir estando ahí con ella en todo momento.
Camino con ella, tratando de parecer lo más atractivo posible. —¡Hey! —la toco del hombro solo exaltándola —Tranquila, soy yo, Max— le ofrezco una sonrisa
—Lo siento, estaba distraída — se quita sus audífonos —¿A dónde vas tan formal?
—A las oficinas— dejo de verla, para ver hacia el frente. Observando como el tren se llena de todas las personas que están en esa estación, seguido de eso avanza hacia la derecha. La veo de reojo, abriendo su boca, pero no salía ningún sonido de esta —siento que puedo avanzar más los domingos que entre semana, es por eso que a veces falto los sábados; para mi es más importante descansar ese día que el domingo
—Esta bien, eres un poco extraño — se ríe —¿Y aún así tienes que ponerte un traje?
Levanto los hombros —Es parte de la imagen de Max, el traje es como el agua para mi, no puedo dejar de ponerme alguno —digo —¿y tu? ¿De dónde vienes o a dónde vas?
Respira profundo —Vengo de a visitar la tumba de mi madre, hoy cumpliría años y quise ir a visitarla —noto como cambia de voz
—¿La extrañas?
—Como no tienes una idea, no es lo mismo saber que ella se encuentra en otro país o de viaje, pero sabes que al final del día escucharás su voz en una llamada o la verás en persona, en mi caso... llego a casa y el silencio me llena, no me gusta estar en silencio así que salgo lo más que puedo para no dejarme abrumar por los recuerdos
—¿Quieres compañía? Como ya fuiste con ella, podemos ir a cualquier lugar para evitar que te sientas sola hoy
Bien, esto no estaba en mis planes, pero verla tan vulnerable me imposibilita dejarla sola. Esperamos el siguiente tren y una vez que este lleno, avanzamos hacia lo que sería la estación de 'Plaza Universidad', donde se encuentra un enorme jardín.
—¿Por qué me trajiste aquí?
La veo con una sonrisa de lado —De niño, mi padre me traía a este jardín y me decía que cuando sintiera que estaba solo, viera los árboles y pudiera sentir como aquellas personas que sean ido de mi vida, están aquí. Moviéndolos, sintiendo la frescura en mi piel. —Me acerco a ella —al cerrar tus ojos, puedes poner en práctica todos tus sentidos, el olfato para el pasto recién cortado. El auditivo para los pajaritos que cantan y como tu piel se pone de gallina al sentir el tacto con el aire.
Le toco su brazo derecho, estremeciéndome junto con ella. Mi corazón palpita tan rápido como si hubiera corrido un maratón y unas enormes ganas de abrazarla y hacerla sentir que todo estará bien me invaden.
—Aïsha, debes de perdonarme
—¿Porqué, Max?
—Haré algo que tal vez te enoje, pero no puedo controlarme más
La giro hacía conmigo, viendo esos ojos; ese cabello rizado. La tomo de la mejilla y junto su rostro con el mío. Mis labios están tan cerca de los de ella, el simple hecho de besarla me invade en todo mi interior. Trato de no pensar tanto en lo que pasará después del beso, así que solo termino la distancia que había entre nosotros, besando esos labios no tan gruesos, tomando el labio inferior con una delicadeza para que no piense que quisiera quedarme con este.
Mis manos recorren de su rostro hasta su cintura, tratando de evitar que nos separemos de este, nuestro primer beso.
Tanto sus manos como labios han respondido a los míos, dejándose envolver por esta danza entre los dos. ¡Dios, que buen beso!
Nos separamos un poco, pero choco nuestras frentes. Tratando de respirar el aire que le hace falta a mis pulmones —Aïsha —pronuncio —Eres demasiado especial y desde que te conocí has sido la única que puede acelerar este corazón
Sus ojos siguen cerrados. Vuelve abrir la boca, pero no sale alguna palabra. Baja la cabeza, tratando de ver algo en el piso, << no tengo idea que le pasa >>
—Tengo que irme —me evita la mirada
—¿Estuvo mal que te besará?
—Sí, bueno no, no lo sé... estoy confundida y lo menos que pensaba hacer el día de hoy era encontrarme contigo y tener este acercamiento —se toca la frente —Nos vemos mañana, ¿va?
Asiento, viendo como corre hacía la estación subterránea del tren. Dejándome ahí en el jardín con mil emociones dentro de mi. Me siento en una de las bancas, recordando el como nos besamos, el como mis manos trataban de juntarnos más y más.
El sonido de mi teléfono hace que regrese a mi realidad. Lo tomo de mi saco para ver quien me llama. Alexa.
Me muerdo los labios, no quiero hablarle ya que me pedirá que la actualice con mis avances.
Cuelgo la llamada, segundos después vuelve a llamar, así hasta que por fin le respondo.
—Lo siento, Alexa, tenía el teléfono en silencio— abro los ojos para ver como las personas caminan de un lado para otro, en compañía de sus seres queridos
—Cambio de planes, necesito que quede firmado el contrato antes de la fiesta; no sé como, pero Ulec ha podido conseguir un vuelo para venir y poder contactar a la hija de mi esposo
—No puedo adelantar tanto tiempo, todo lleva un proceso... además, no crees que si se lo pedimos a ella, ¿nos quiera firmar? A lo que me refiero, se ve que es una linda chica y...
—¡Lo que me falta! —su grito me hace sentir como si estuviera justo sentada a mi lado —Te enamoraste de la cenicienta
—No, no me enamore de ella; pero ponte a pensar que si se va con un buen abogado pudiera llevarte a la cárcel
—A los dos, hijo, porque si yo caigo tu caes conmigo. No estás tratando con una niña de tu edad, soy una señora con mucha experiencia— quisiera colgarle la llamada —si no haces lo que te ordeno, tu carrera como escritor se termina y nadie podrá leer tus buenos bocetos, aunque trates de hacerlo de manera anónima yo te destruiré, así que te pregunto. ¿Estás de mi lado?
—No me importa ya no ser escritor
—Bien, pero dime, ¿qué crees que pensará ella que te vendiste por unos cuantos farlens pesos, para poder enamorarla y luego obligarla a firmar?
—Tendrás ese día de la fiesta firmado los papeles — Cuelgo la llamada.
Desearía tanto nunca haber estado de acuerdo con esto, no creo que pueda escapar tan sencillo de la señora Alexa, como de mi consciencia.
Empieza con la cuenta regresiva para poder terminar con esto.
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Dulces Mentiras
RomanceLa vida de Abby Moreno se vería interrumpida tras obtener el puesto que tanto deseaba en la editorial Xiangherotti, llevando a conocer a dos apuestos chicos que sin imaginar le traerían una serie de problemas por su conocimiento. No odias tu cuerpo...