Capítulo 4

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𝕵𝖔𝖊𝖑

No podía creer lo que acababa de pasar, mi cerebro estaba completamente en blanco después de escuchar la jodida arrogancia de sus palabras al decir lo que sea que fuera aquello. Jamás en mis veintiseis años había sido rechazado de esa forma, muchísimo menos luego de tener Inferno como propiedad, siempre los chicos venían a mí, solos, regalados y fáciles, mi trabajo era sentarme en un sofá rodeado de la música y el alcohol que se servía en mi Club y encontrar un objetivo, un par de miradas fijas y era todo, el resto era historia.

-Hijo de puta.

Gruñí con impotencia después de verlo salir como si hubiese sido lo más normal del mundo, como si no le importara absolutamente nada, como si realmente se creyera superior. ¿Qué jodidos pasaba en su cabeza? ¿Cómo tenía el descaro de enfrentarme así y salir ileso? Esto no se quedaría acá, nada que ver, había cometido un grandísimo error y estaba a punto de descubrirlo. No iba a permitir que se escapara, no iba a permitir que pensara que estaba por encima de mí y muchísimo menos iba a dejar que tuviera esa imagen de mi persona. ¿Qué diablos sabe él de esfuerzo? ¿Qué sabe de lo que me hace o no feliz?

Caminé hasta el estante donde guardaba mis bebidas y saqué la botella de Glenmorangie Grand Vintage, edición 1990 y deleité mi paladar con el sabor fresco y balanceado, apreciando la delicadeza y textura exquisita de una de las botellas más caras de mi colección, lo mejor que el dinero puede comprar y me senté en mi silla mientras el ligero toque de vainilla atravesaba mi garganta. ¿Qué sabía ese pequeño infeliz sobre lo que yo tenía? ¿Qué le hacía pensar que con algunas palabritas rebuscadas iba a dejarme en ridículo? No sabía nada, no era más que una cara bonita adjunta a un cuerpo follable y actitud altanera, no era más que un objeto para desechar después de que haya cumplido mi objetivo porque si de algo estaba claro es de que ahora más que nunca, sería mío, me había propuesto hacerlo mío y solo después de hacer que gima mi nombre, lo dejaré botado como la basura que es, ahí es donde él va a comprender el error de formar parte y encabezar mi lista negra.

Algunos minutos pasaron desde que se marchó del despacho, minutos en los que descubrí que realmente se había ido de Inferno. Pude ver a través de las cámaras como recogía su mochila y lanzaba un trapo sobre la barra con notable enojo, sonreí satisfecho, era bueno que le enojara perder un trabajo en el que ganaba más de lo que había soñado alguna vez porque eso precisamente era lo que me iba a permitir poder jugar con él, quería que regresara acá, que volviera a trabajar para mí aún cuando no se sentía a gusto pero iba a tener que rogar por ello, tenía mil maneras de hacer que su nombre no figurara nunca más en ninguna lista de empleos, volvería, haría que volviera arrastrándose para pedir que lo aceptara de vuelta.

-La voy a pasar tan bien, pequeña mierda.

La sola idea de pensar en el momento en que regresara rogando por un puesto, me hacía sonreir, no había mayor satisfacción que ver a alguien desesperado por conseguir algo que antes rechazó, algo que antes minimizó y discriminó. A menudo las personas cometen errores graves, errores que parten del orgullo y la prepotencia más intrínsica en sus almas, errores que no tienen idea de las consecuencias que traen consigo y es ahí cuando caen en la desesperación, en la horrible imagen y situación de volver con el rabo entre las patas cual perro, es ahí donde tienen que morder su lengua y tragar su orgullo para rogar por un perdón. Yo estaba más que dispuesto a aceptarlo, deseaba que fuera pronto el momento en que regresara a mí, con esa cara de muñeca orgullosa y sus principios lastimados, claro que lo aceptaría, rogaba porque fuera pronto.

-¿Estás bien? -Zabdiel había entrado sin permiso, una costumbre que si bien no me agradaba, tampoco era lo suficientemente insoportable como para pelearle por ello.

Inferno II JoerickWhere stories live. Discover now