Capítulo 14

331 36 9
                                    


𝕵𝖔𝖊𝖑

El dichoso sábado había llegado y con ello la hora de dirigirme al barrio marginal en que estaba ubicada la casa de Erick. No tenía ni el menor deseo de ir a ese lugar, sobre todo después del fiasco que fue nuestro último encuentro. De todas maneras, termino de alistarme y salgo rumbo a la cena, Zabdiel había insistido y terminó por convencerme cuando mencionó los deseos de la pobre anciana por agradecerme lo que hice. Yo era una jodida mierda de persona pero tampoco podría hacer la vista gorda ante una acción que podría cumplir para beneficiar a otros, sobre todo cuando de salud se trataba.

Conduje calmadamente haciendo un plano mental sobre las posibles situaciones que podría encontrar en esa vivienda, partiendo obviamente por el chico de ojos verdes que había abandonado hace una semana mi despacho. Se que fue mi culpa que todo se congelara, que fui yo quien de nuevo rompió un momento entre ambos pero tampoco podía dejar de ser quien soy solamente porque él había decidido besarme. Nadie sabe lo que pasó entre nosotros, ni siquiera mi mejor amigo y realmente me daría vergüenza que alguien lo supiera. Erick no tenía nada que ver conmigo, pertenecía a un mundo diferente y jamás podría lidiar con lo que conlleva ser parte de mi círculo.

"Mentiroso"

Susurró mi consciencia mientras doblaba a la derecha en una esquina y me sentí incómodo porque estaba cerca de la casa. Zabdiel había llegado antes, al parecer se ha tomado en serio la atracción que tiene por el hermano de Erick y pasa más tiempo con él del que debería pero es su jodido problema si quiere meter el pene en el trasero de alguien que no está a su altura. El chico no es feo y por lo que he escuchado hablar a mi amigo, es enfermero pero sigo pensando que cada persona debe mezclarse solo con similares.

Con respecto a Erick...todo es una basura, sigo sin poder sacar de mi cabeza ese beso que compartimos y la indiscutible tensión sexual que se creó entre ambos. Tengo que admitir que para ser un completo virgen, el chico besaba como los mismísimos ángeles y que prácticamente tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para no empotrarlo contra cualquier superficie y joderlo hasta que su cuerpo quedara abatido y completamente satisfecho pero no podía hacerlo, no podría cargar con la culpa de tomar una pureza que no me correspondía. No es que me preocupara por su virginidad pero sabía la dependencia que puede crearse después de entregarse a alguien por primera vez y yo no quería eso, yo no iba a enamorarme de él ni tampoco tener una relación, yo solo quería follarlo porque me enojaba su orgullo y aire de grandeza.

"Mentiroso"

Volvió a susurrar esa voz y yo ya estaba enojado, no quería escucharla, no quería que nada interfiriera en lo que ya había elegido. Aparqué mi Panamera a un costado de la vereda y respiré profundo antes de tomar el ramo de rosas que había comprado para la abuela de Erick, la hora de la verdad estaba había llegado y sin querelo, estaba nervioso. Observé el pobre techo que cubría ese lugar y un escalofrío recorrió mi espalda, era una casa de dos pisos, con pintura opaca y ventanas viejas sin embargo no lucia sucia, solo antigua y obviamente carente de lujos. Solté todo el aire que contenían mis pulmones y me dispuse a tocar la puerta que me separaba de la persona que tenía mi cabeza vuelta un caos, lo aceptara o no, no había podido sacarlo de ahí ni un solo segundo.

-Al fin llegas, es tarde, la señora está aún débil. -Fue Zabdiel quien abrió la puerta y a penas pude reaccionar al notar lo natural que estaba en esta casa, como si estuviera acostumbrado a pasar el tiempo acá.

-Hola Pimentel. Soy Christopher. Bienvenido a nuestro hogar. Pasa, pasa, no te avergüences, acomódate en lo que busco a mi abuela. -El chico era realmente un rayo de Sol, tenía una sonrisa pegada a la cara que no era fingida, era real y a pesar de nunca antes haberme visto, me trataba con naturalidad y genuina cordialidad.

-Muchas gracias, gracias por la invitación. -Respondí de forma seria, no estaba acostumbrado a acudir a este tipo de encuentros y mucho menos a congeniar con personas desconocidas pero estaba acá por un agradecimiento y no podía comportarme mal.

-¿Es bonito, cierto?

-¿Eh?

-Idiota, hablo de Chris. Es demasiado perfecto y aunque no me ha dejado ni darle un beso, creo que estoy enamorándome de él.

-¿Estás de coña? -Cuestioné asombrado por las estupideces que decía Zabdiel. El muchacho nos había dejado solos en la pequeña salita y pude apreciar como él realmente estaba hablando en serio, lo sabía por la forma en que sus ojos brillaban mientras veía en dirección a donde el tal Christopher había desaparecido.

-No, Joel, no estoy de coña. Él me gusta en serio y no espero que lo entiendas pero si que lo respetes.

Fue tal la seriedad en su mirada al decirlo que prácticamente me quedé sin nada que objetar. Nunca había visto a Zabdiel así, se que no es como yo, no compartimos el mismo gusto de follar a cualquier cosa que tenga un agujero pero tampoco es de los que se enamora sin embargo ahí está, con un brillo extraño en sus ojos y el semblante serio y decidido, como si de verdad hubiese encontrado en el chico, un compañero. Normalmente me parecería absurdo y me burlaría de su homosexualidad pero una parte de mí fue capaz de entenderlo, una parte de mí que ahora se hacía una pregunta.

-¿Dónde está Erick? -Y no supe que lo dije en voz alta hasta que mi amigo me miró con una emoción que no supe identificar.

-No está, no te preocupes, puedes relajarte, no va a venir a cenar.

Pude haber caído de culo al escuchar esa información, pude haber preguntado por que rayos no se encontraba aquí cuando esta era una jodida invitación de su familia. Pude haber puesto el grito en el cielo ante su falta de respeto porque yo llevaba una jodida semana esperando este momento, quería verlo, necesitaba jodidamente verlo porque aunque fingiera para todos inclusive para mí, la razón principal por la cual acepté...fue él. Él y jodidamente él, él y sus estúpidos besos de niño virgen que se entrega sin dudarlo al mismísimo demonio, él la inocencia afilada de sus palabras hirientes, él y su maldita huida de mis brazos la última vez. Pude hacer todo eso más quedé petrificado cuando una cabellera anciana apareció ante mí.

-Abu... él es Pimentel, es el señor que pagó para que hoy pudieras estar aquí con nosotros. -Y eso me desarmó.

-Ven...ven querido, deja que bese las manos del ángel que me devolvió la vida.

Y no pude hacer otra cosa que tragar el nudo en mi garganta y caminar al encuentro de esa señora que me miraba como si yo fuera un maldito tesoro. Nunca nadie me había mirado así, nunca sentí en mi pecho el afecto y agradecimiento que alguien más me dedicó, mi vida había estado vacía de realidad y en mis veintiseis años, esta era la primera vez que me sentía pequeño, me sentía inclusive más pequeño que cuando fui solo un niño abandonado a su suerte porque en este momento, en este lugar barato y desfavorecido, estaba recibiendo la más sincera pureza de un alma agradecida.

-Un gusto. -Hablé cuando creí que era necesario, esos ojos verdes, marchitos por la edad y obviamente por el proceso de su enfermedad, eran la viva estampa de aquellos otros que enloquecían mi mundo y me sentí peor, me sentí miserable aún cuando tenía un imperio a mi nombre, me sentí un impostor.

-No se cual fue el motivo que te llevó a ayudarme y se que una cena escasa en un lugar como este, no es un pago pero mi gratitud y la de mis niños, siempre estarán contigo. Te debo la vida y nunca podré pagarte lo que eso vale. Eres un buen hombre y doy gracias a Dios por saber que en este mundo aún quedan personas como tú. Eres mi ángel de la guarda y en lo que esta pobre anciana pueda ayudar...solo tienes que pedirlo, precioso y aquí vas a tener un apoyo incondicional.

solo tienes que pedirlo, precioso y aquí vas a tener un apoyo incondicional

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Inferno II JoerickWhere stories live. Discover now