Mateo.
—¡PAPÁ!
—Hola, amor de mi vida. — sonreí y la esperé a que llegue a mí, cuando lo hizo la abracé fuerte y la giré en el aire ganándome un par de risitas de su parte.
—¡Tamilo! — le gritó a su padrino llamando toda su atención — ¿Te dolía algo? — le preguntó curiosamente haciendo que mi amigo la mirara confundido — Digo, pod lo feo que 'tabas aullando en el escenadio. — soltó logrando que todos larguemos una carcajada por la manera en que lo peleó a mi amigo.
—Que wachita atrevida que sos. — habló intentando aguantarse la risa. Viene descansera desde la cuna la nena, juro que eso no lo sacó a mí.
—¿Vas a ir a comer con el abuelo? — se acercó mi papá y ella asintió feliz.
—Te extañe, abuelito. — acarició su mejilla y estiró sus bracitos para que él la agarre, mi papá se nos muere acá de la ternura.
—Ay, mi bebé hermosa. — me la sacó de los brazos — Te amo, yo también te extrañé mucho. — dejó varios besos en su mejilla causando pequeñas risitas en Mora. ¿Si vieron que me cambió por ese viejo, no?
Claramente si yo me voy de gira, mi hija viene conmigo, más que nada porque no voy a dejar a una nena de dos años sola y más tanto tiempo sabiendo que tengo dependencia emocional con una nena chiquita. Bueno no me juzguen, son cosas que tengo que trabajar.
—Bueno, ¿arrancamos con fuerza? — preguntó Manuel y todos los restantes asentimos.
Estuvimos como una hora más ahí porque a ellos les tocó esperar a que me sacara fotos con la gente que estaba afuera esperando que salga, aunque mis amigos son todos conocidos es obvio que también les pidieron fotos a ellos.
Una vez llegados al barrio mi viejo se puso a hacer el asado, supongo que ya tenía todo planeado y por eso compró tanta carne.
—Eu, hay que comprar Coca para el fernet. — avisó mi papá, nosotros asentimos.
—Yo voy una disparada en el auto, si está acá nomas. — avisé y todos asintieron, Dani se ofreció a ir de acompañante para ayudar con las gaseosas.
Subimos al auto y buscamos el primer kiosco abierto que había, el de la Hilda estaba abierto y estaba más cerca así que bueno. Esa mujer siempre me regalaba cosas cada vez que iba, sin dudas la mejor del barrio.
Miré al frente encontrándome con la antigua casa de Bianca, cierto dolor sentí no lo voy a negar, le di una última mirada triste y seguí mi camino hasta el kiosco, que es dos casas más a la de Alfon.
—Buenas. — sonreí cuando me tocó a mí y ella se llevó las manos a la cara en forma de sorpresa.
—¡Mateo! — dio la vuelta al mostrador y me abrazó — Tanto tiempo, chiquito.
—¿Todo bien, Hilda? — sonreí con ternura, a esta mujer le tengo un cariño especial, más que nada porque es amiga de mi abuela también.
—Todo bien, ¿vos? — yo moví mi cabeza dándole a entender que estaba bien — Hace meses que no te veía, ya te olvidaste de tu segunda abuela. — habló indignada ganándose una pequeña carcajada de mi parte.
—Jamás, vos sabes que no. — ella me miró con desconfianza — Lo que pasa es que me mudé hace casi seis meses ya, aparte con el trabajo no tengo mucho tiempo para venir al barrio. — ella me miró sorprendida, poca gente sabe que yo me fui de La Boca.
—¿Mateo Palacios se fue de La Boca? — se llevó una mano al pecho en forma de sorpresa y yo me reí — Te juro que podría pensarlo de cualquier persona, pero de vos jamás, más sabiendo cuanto amas este lugar.
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solo por vos; trueno.
Fanfictionspv|| ❝Perdí las esperanzas en el amor el día que me dejaron con el corazón destrozado en mil y mis ganas de vivir apagadas, hasta que llegó alguien que me devolvió las ganas de volver a confiar. Me demostró que la vida sigue, incluso en brazos de o...