|22; Vuelta a la vida.

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Mateo.

Me encontraba riendo a carcajadas con la familia de la persona que más quise en este mundo. Hoy ya era sábado.

Por suerte Coty se adaptó enseguida, más que nada porque todos la trataron súper bien desde que llegó; las principales fueron Chiara y Selena, quienes apenas nos quedamos los tres solos me dijeron que veían en Alma un amor especial, que sentían que era de esas personas que te transmitían buenas vibras desde el primer momento.

Sí, había elegido muy bien, tenía a la más linda sin dudas.

Pero me faltaba algo, todavía sentía ese vacío que no llenaba con nada... ¿qué me estaba pasando?

¿Qué mierda era lo que me faltaba para ser feliz completamente?

—¡Mora, apurate! —gritó su abuela, ya que la estaba esperando para meterse a la pileta.

La cantidad de clandes que va a hacer mi hija acá, no se dan una idea.

—Esta vieja que me apuda... —negó indignada, mientas bajaba las escaleras ya que estaba en el baño.

—¿Viste? Esa vieja insoportable es. —soltó divertido Pablo, su marido.

—Bueno, bueno. —lo miró mal mi hija—Que de mi abueda me puedo deil yo noma'. —lo apuntó con el dedo, causando una carcajada en el mayor.

—Yo tengo ganas de comer algo dulce. —avisé y todos me miraron— ¿Vamos a comprar? —miré a Alma y asintió, agarró a Justi quien a pesar de que todos la trataron bien, todavía seguía con un poco de vergüenza porque no estaba acostumbrada a ellos todavía— ¿Vos hija, vas?

—Ni en pedo, anda vo'. —hizo montoncito y solté una carcajada, ella ya estaba corriendo a la pileta.

—Bueno, ahora venimos. —agarré a Alma por la cintura y salimos los tres juntos.

—¡Madeo! —gritó Justi y se tiró encima mío, haciendo que me riera porque no me dio tiempo ni a reaccionar.

—Ay, gorda. —se quejó su mamá porque hoy estuvo todo el día conmigo. 

—Déjala, a mí me encanta tener a esta gordita hermosa. —dije para después llenarla de besos, haciendo que sus carcajadas se escucharán porque también le hacía cosquillas.

Llegamos al kiosco que solo estaba a dos cuadras, por eso no fuimos en auto, claramente no hacía falta. Compramos galletitas y tres helados, para las nenas y para Bastian; la hija de mi suegro ya tiene catorce años, no hace falta tratarla como a una bebé.

—¿Sabes que tengo ganas de hacer? —habló ella mientras volvíamos, yo hice un sonido con mi boca para darle a entender que siguiera hablando— Me encantaría llevar a las nenas a Córdoba.

—Ey, esa idea me re gusta. —asentí con una sonrisa.

—El problema es que nadie sabe que tengo a Justina, ni siquiera mi hermana se enteró todavía. —soltó un poco desanimada, y era cierto, sabían todos los chicos, menos Ailen; incluso Valentín prometió no contar nada, sabe que eso es un tema de ellas y por eso no iba a meterse, al menos hasta que Coty estuviera lista de enfrentarse a su familia.

—Ya se va arreglar todo, mi Cotyta. —le sonreí de costado, ya que Justina iba en mis hombros muy entretenida mirando el "paisaje".

—Esperemos que sí. Che, creo que le tendríamos que haber comprado un helado a Dana, nada nos costaba. —me miró un poco apenada, ella me insistió pero me negué.

—Ya está grande, si ella es caprichosa y hace lo que quiere con el padre, que se compre ella. —me encogí de hombros. Esa nena era de esas personas que las detestas desde el primer momento que la conoces, cuando nosotros la conocimos ya iba para los casi once y no era así; ahora se cree mil y da asco la manera en que trata a la gente.

solo por vos; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora