|23; Confundido.

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Mateo.

Tres años antes...

—Mateo, es tu turno. —me miró triste Chiara, me sorprendió su cara pero igualmente no le di mucha importancia, quizás es mi cabeza.

—Ya vuelvo y vamos a ver a Romita. —los señalé a mis amigos y asintieron emocionados.

Caminé el largo pasillo de maternidad, ya que en la última puerta se encontraba mi rubia. Cuando entré ella estaba con sus ojitos cerrados, se veía cansada y las cortaduras en su cara eran muy notorias.

—Hola, mi amor. —hablé despacio para no despertarla, pero en cuestión de segundos ella me miraba atentamente y buscó mi mano para sostenerla.

—Mateo... —murmuró débilmente, yo al instante negué con mi cabeza.

—No amor, no hables. Los médicos nos dijeron que no te esfuerces en hablar. —pude notar como sus ojos se llenaban de lágrimas—Te amo, muchísimo. —ella apretó fuerte mi mano y con una sonrisa apenas, esta no es mi Bianca.

Nos quedamos unos segundos en silencio, ella me miraba y yo a ella, en un momento con su mano libre, ya que estaba agarrando la mía con la otra, levantó apenas su respirador y yo la miré confuso.

—Cuida a nuestra hija, nunca la dejes sola. —me miró débil y mis ojos se llenaron de lágrimas, no entendía lo que me quería decir.

—¿Por qué me decís esto, Bianca? —frunci el ceño confuso.

—Vos solo quédate con ella, se van a necesitar. Los amo con mi alma a los dos, gracias... —murmuró la última palabra, cada vez se le hacía más difícil hablar pero igualmente me dedicó una sonrisa débil, sin fuerzas, pero lo intentó.

Un ruido me hizo salir de mis pensamientos, era la máquina a la cual mi novia estaba enchufada, se empezó como a enloquecer. Miré asustado la máquina esa y volví mi vista a ella... sus ojitos se estaban cerrando y su fuerte agarre, ya se había soltado.

No, por favor Bianca, no me dejes.

Quedé tan paralizado solamente mirándola con miedo que no había notado que los médicos venían corriendo a la habitación, yo solo sentía un zumbido en mi oído que me tenía aturdido, los gritos y ruidos que había alrededor, no los escuchaba, no existían.

—Le pedimos que salga unos minutos, por favor. —me habló un médico, ahí volví a la realidad.

Mientras me empujaban para que saliera ya que yo solo seguía en shock, veía como intentaban reanimarla, sus ojitos estaban tan cerrados que me aterraba pensar que lo de hace unos segundos atrás era una despedida.

Llegué a la sala de espera, al ver que mis ojos se encontraban llenos de lágrimas y la manera en la que estaba tan perdido, todos se pararon asustados.

—Mateo, ¿qué pasa? —me habló... creo que era Daniel, porque yo tenía mi vista en un punto fijo.

—¡Habla, pelotudo de mierda! —gritó Alfonsina, dudo que haya sido otra persona. Esto hizo que los mirara mientras sentía como mi corazón se iba destrozando de a poco.

—Se está muriendo... Bianca se nos va. —hablé como pude, viendo como la cara de todos cambiaba de un segundo al otro.

No tenía fuerzas para nada, yo solo quería que mi rubia estuviera bien, que lo que acababa de ver sea solo un sueño, pero dudo que sea eso, Bianca se va a ir y me está doliendo más que nada de solo pensarlo.

solo por vos; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora