25; siempre.

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• • ғɪɴɢɪʀ ᴇsᴛᴀʀ ʙɪᴇɴ ᴇs ʟᴏ ϙᴜᴇ ᴍᴇ ʜᴀᴄᴇ ᴍᴀʟ, ᴘᴏʀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ ɴᴏ sᴇ ʟᴇ ᴇɴɢᴀɴ̃ᴀ. • •

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Mateo.

No sabía como reaccionar al verla a Coty ahí, solamente nos mirábamos fijamente y en eso, vi como sus ojitos se llenaban de lágrimas y las ganas de querer matarme aparecieron.

No mi amor, perdóname...

—Yo... feliz cumpleaños. —dijo extendiendo una bolsa, ella tenía la cabeza agacha, sé que era para que no notaramos que en su carita se notaban las ganas de llorar; pero yo sí sabía y a esa carita la podría reconocer de acá a dónde sea.

—Gracias... —murmuré tragando en seco, nos quedamos otros segundos en silencio cuando un carraspeo de garganta nos sacó de nuestro trance.

No podía negar que verla me estaba haciendo saltar el corazón de amor, la venía extrañando muchísimo; pero no podía dejar a Bianca sola, no ahora que no recuerda muchas cosas de su vida.

—¿No vas a pasar? Mira que hay comida ahí en el fondo, eh. —explicó Bianca al ver que seguía cerca de la puerta, yo la miré de reojo y después otra vez a la castaña.

Que linda estaba, casi un mes sin vernos y a mí todavía me seguía dando esa alegría enorme al verla...

Pero las cosas habían cambiado y yo fui un gil que no tuvo los huevos suficientes para decirle las cosas como son, quizás así todo hubiera sido distinto.

Me había asustado y por eso no hablé, tenía terror de perderla y por pelotudo, ahora sí acabo de perderla definitivamente.

—No, yo... —suspiró intentando calmarse, estaba incómoda y lo sabía— Yo vine a dejarle eso nada más, ya tengo que irme. —explicó un poco más rápido de lo normal, Bianca la examinó de arriba a abajo y después se encogió de hombros.

Sentí unos pasos detrás mío, pero yo solo tenía mi vista en la castaña, que me volvía igual o más loco de la primera vez que la vi.

—¡Hola Coty! —se acercó simpático Manuel y ella sonrió apenas— Bian, tengo que comprar un par de cosas que me pidió Pedro, ¿me acompañas al super? —agradecí internamente que, seguramente, Manu fue mandado por mi mejor amigo para sacarnos de esta situación incómoda.

—Em... sí, obvio. —asintió la rubia, aunque no lo recordará dice que siente que lo quiere como un hermano.

Manuel la sacó corriendo de ahí, literalmente. Una vez que ellos se fueron Alma me miró negando con su cabeza.

—Yo mejor me voy, no tendría que haber venido. —habló apurada, yéndose para la puerta y yo cerré mis ojos con fuerza.

—¡Almi, para! —corrí hasta ella para frenarla antes de que abriera la puerta— Quédate, no tenes una idea lo que te extrañe. —solté tierno, eso había salido de lo más profundo de mi corazón, pero esto se borró cuando una risa sarcástica se escuchó de su parte.

—¿Me extrañaste? —se rió irónicamente— Si me hubieras extrañado me hubieras buscado, pero ya vi que mientras yo estaba como pelotuda preocupada por vos, vos estabas muy entretenido y al parecer mejor que nunca. —un dolorcito en mi pecho se hizo presente, nunca me había hablado así y me dolía— ¿Cuánto más pensabas que no me iba a enterar? No te reprocho, te juro que no me molesta que hagas la tuya; pero mínimamente avísame para yo no estar como una idiota esperándote.

solo por vos; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora