28; no te mientas más.

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Mateo.

Ya habían pasado dos semanas y realmente era hora de dejarla ir, ella tenía razón cuando decía que a veces en la vida no se puede tener todo, pero si estaba equivocada en algo; se equivocaba al pensar que era un capricho para mí, cuando en realidad, era la mujer de mi vida.

Me llevó tres años darme cuenta que Bianca no lo era, ella fue una parte muy importante en mi vida porque me dio a mi razón de existir, pero ese ciclo ya lo había cerrado y aunque a muchos les duela, todos lo sabemos.

Ojalá pudiera haber sido ella quien me hiciera feliz toda la vida, pero hoy lo pienso y me digo a mí mismo que si no hubiera pasado ese accidente, quizás ni siquiera seguiríamos juntos ya.

Me aferre a unos recuerdos felices, que con el tiempo te das cuenta que son solo eso; recuerdos. Recuerdos imborrables porque te hicieron muy feliz, pero puedo asegurarles que una vez que creces, ves la vida de otra manera.

Y mi otra manera de ver la vida y madurar, fue mi hija.

Tuve que crecer de golpe para hacerme cargo de una bebé recién nacida, yo todavía era un nene a cargo de una nena; era realmente difícil y muchas veces pensé que no iba a poder o aguantar, pero eso se iba cada vez que veía la carita de mi hija... ella fue realmente mi sostén en esta vida, si hay alguien que puedo lastimar es a ella y yo no quiero que crezca viendo como sus papás pelean por absolutamente todo, yo sí quiero respetarla.

Porque sí, vivimos peleando... ella que todo el tiempo mete a Alma y yo que la ignoro porque no tengo ganas de pelear; y eso es lo que no quiero para mi hija, no se lo merece.

"¿Cuántas veces te sentiste sola incluso cuando siempre estuve para ti? ¿Cuántas veces te rompiste toda solo por curar las heridas en mí?"

Sonreí cuando esas frases llegaron a mí cabeza; estaba terminando de escribir un nuevo tema... su tema.

—Amigo... —escuché una voz de fondo, pero mi vista seguía clavada en la hoja de todas formas— ¡Mateo! —gritó y me di vuelta un poco confuso.

—¿Qué pasa, Manu? —lo miré con mi ceño fruncido y él se sentó a mi lado. Los demás vinieron atrás suyo y también se acomodaron en el piso.

—¿Estás bien? Estamos todos adentro y vos acá afuera solo. —soltó con un poco de pena el pelado y yo suspiré.

—Estaba escribiendo un nuevo tema y pensando que es otro domingo en familia, pero no está la familia completa... —murmuré esto último y me miró detenidamente, intentando entender lo que acabo de decirle.

—Y ella es de la familia... —asintió murmurando Valentín y una pequeña sonrisa a boca cerrada se asomó en mi rostro.

—No tienen una idea de cuanto la extraño, chabon. —negué mientras miraba mis uñas— Me hace muchísima falta, de verdad.

—¿Vos qué más necesitas para darte cuenta que no sos feliz así? —cuestionó Daniel de la nada y lo miré confuso— Yo sé que a Bianca la querés, pero de Coty te enamoraste, amigo. ¿Vos estás seguro que la querés perder solo por no jugarte por la persona que realmente amas?

—Mira, enano... —le siguió Nacho, yo solo los escuchaba atentamente— Más allá de todo, vos más que nadie te mereces ser feliz, nosotros vimos lo que te costó salir adelante.

—Y tu Cotyta, como le decís vos... —soltó Camilo entre risas, mi mejor amigo para siempre sin duda alguna— Fue quien más te ayudó a salir, te sacó de esa mierda en la que estabas metido, Mateo.

—Nosotros amamos a Bianca, con todo nuestro corazón, pero lo que importa acá es que vos la ames... y vos amas a Coty. —asintió el pelado— Y si ella te hace feliz, nosotros te bancamos.

solo por vos; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora