Alma.
Estábamos en la casa del morocho tomando tereres, ya eran eso de las cuatro y media de la tarde; los chicos estaban arreglando las vacaciones, que por lo que entendí, todavía no tenían un destino elegido.
Por otro lado yo tenía toda mi atención en Mateo, quien estaba ido. Se encontraba mirando un punto fijo metido en sus pensamientos y cuando le hablabas solamente respondía con su cabeza, estaba en otro mundo literalmente. De vez en cuando se le llenaban los ojos de lágrimas pero se paraba diciendo que "iba al baño", seguro para no llorar adelante de todos y ya me estaba preocupando, muchísimo.
—Bueno, ya está Mateo, me aburrí. —se paró Camilo y su amigo lo miró confuso, estaba hablando de fútbol con los chicos y de la nada saltó con eso; a todos nos pareció bastante raro.
—¿De qué hablas? —soltó sin ganas, ni siquiera estaba escuchando la conversación absurda que los chicos estaban teniendo, sabiendo que viniendo de ellos solamente estaban peleando.
—Que me da mucha cosa verte así, conta que pasó y listo. No puedo verte así y no poder ayudarte, boludo. —habló con un poco de pena en sus palabras; se notaba que le dolía ver a su amigo mal y no saber como ayudarlo. El morocho miró para todos lados, chequeando que por lo que me di cuenta, Mora no estuviera cerca.
—Miren esto... —sacó un sobre de su pantalón y todos lo miramos confundidos, claramente la curiosidad nos ganaba a más de uno. Él se lo extendió a Manuel, quien era el que más cerca estaba, para que lo leyera en voz alta.
—Bueno, dice... —se aclaró la garganta para leer, hasta dudo que sepa hacerlo— Citación para el señor Mateo Palacios... —siguió leyendo hasta que en un momento paró de leer quedándose en completo silencio, levantó su vista para mirar a Mateo con un semblante temeroso mientras sus ojos se le llenaban de lágrimas y el morocho asintió lentamente— Para realizar una prueba de paternidad... —finalizó y tiró el papel arriba de la mesa ratona que se encontraba enfrente nuestro; la mayoría se quedaron confundidos y otros solo miraban a Mateo como pidiendo una explicación.
—Parece ser que Mora no es mi hija... —intentó sonar sarcástico pero solamente se escuchó como su voz de a poco se iba quebrando, haciendo que en la cara de todos el miedo empezara a aparecer.
—¿Cómo que no, hijo? —cuestionó Pedro bastante shockeado, creo que todos estábamos igual y ninguno reaccionaba.
—Aparecio el pelotudo de Lautaro diciendo que Mora puede ser de él ya que la madre estuvo con los dos casi en las mismas fechas. —negaba con su cabeza y en sus palabras se sentía la bronca y el dolor de solo pensar que eso podía ser cierto.
—¿Mi hermano hizo eso? —cuestionó Alfon, aunque fue más para ella que para nosotros, se podía notar en el tono de su voz que no podía creer lo que su amigo le estaba contando.
—Sí, Alfon... —asintió Mateo y ella se mordió el labio intentando aguantar las lágrimas, mientras que Camilo la abrazaba por los hombros.
El morocho explicó como había sido todo y la verdad no entiendo como hay una persona tan mierda, que solo busca lastimar. Yo no sé si será venganza porque "Mateo le robó a la persona que le gustaba" o qué; pero por amor a su supuesta hija, no es.
Ese chabon ni siquiera estaba pensando en el dolor que le podría causar a la nena, solamente quería verlo destrozado a Mateo, sabiendo el terrible padre que es y todo lo que hace por su hija.
—Bueno, todo va a estar bien hijo, de verdad. —lo abrazó por los hombros su mamá al ver que las lágrimas en el rostro de Mateo no dejaban de caer— Ya mismo le voy a hablar a Mauricio para que nos ayude, pero Mora se queda con vos, acordate de eso. —le sonrió para darle tranquilidad y el morocho asintió no muy convencido. Habían estado hablando que el tal Mauricio, era el abogado de la familia, es amigo de Pedro desde hace mucho así que no iba a tener problema en ayudar.
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solo por vos; trueno.
Fanfictionspv|| ❝Perdí las esperanzas en el amor el día que me dejaron con el corazón destrozado en mil y mis ganas de vivir apagadas, hasta que llegó alguien que me devolvió las ganas de volver a confiar. Me demostró que la vida sigue, incluso en brazos de o...