|| 𝐒𝐢𝐧 𝐭𝐢 - 𝐂.𝐕 - 3ª 𝐭𝐞𝐦𝐩 𝐄𝐂𝐃𝐋𝐂 ||

Capítulo 1

{Cinco años atrás...}

Christopher.

- ¡No está muerta! No, sé que no... Puede estar dormida, en coma, pero no se fue - grité alterado - porfavor, quiero verla - sussuré y miré a mi mamá, que cargaba a Maite con un biberón en las manos.

- Mi amor, en serio... Sé cómo es díficil, pero tú eres fuerte, cariño, Megan está en un lugar mejor.
- El mejor lugar donde podría estar, sería a mi lado, y no está aquí - dije al borde de las lágrimas - me dejó, simplemente lo hizo y no sé cuándo eso dejará de doler, solo necesito verla una vez más y decir cuánto la amo, mami.

La habitación donde estábamos en aquél hospital era lo suficiente grande como para estar con Maite. Mi suegra y mi mamá estaban a par mía todo el tiempo.

De un momento a otro unos enfermeros pasaron por el pasillo, adelante de la puerta, con una camilla, vi poca parte de su pelo rubio. ¿Podía ser ella?

Al mismo tiempo, junto a los demás enfermeros vi a una persona, igual a Amanda, igual mismo. 

- Amanda...- sussuré -
- ¿Que? - Mi mamá me miró confusa -
- ¿No era ella aquella enfermera?
- Chiquito - Olivia se acercó a mi - es probable que estés alucinando ya, Amanda no está aquí y tampoco trabaja en este hospital, intenta olvidarte un poco de estos problemas...

- Hace pocas horas tu hija se fue, mi novia se fue, no puedo simplemente olvidarme y hacer como si nada hubiera pasado - alcé la voz y me acerqué a mi mamá - dámela - sussuré - necesito estar un tiempo a solas con mi niña.

Ambas sin decir nada salieron de la habitación. Me sentía mal, me sentía triste y totalmente vulnerable.

Megan era mi debilidad, al hablar de ella mi corazón palpita más rápido, las mariposas en el estómago surgían instantáneamente. Si tuviera que definir felicidad en una palabra sería "Nosotros". Lo nuestro, tener a Megan conmigo por ese tiempo, fue lo mejor que me pasó.

Suspiré y las lágrimas volvían a dejar mi vista borrosa. Miré a Maite, estaba con sus ojitos castaños abiertos, mirándome atentamente. También podía decir que mi hija era mi felicidad. Porque si no fuera por ella, ya habría hecho una locura.