10 de septiembre del 2019

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En la oscuridad del vestíbulo descansan dos maletas.

Rotas , viejas y desgarradas.

En cada una está guardada una parte de mí y en ambas están contenidas las mitades de mi corazón herido y maltrecho.

La marrón lleva mis mejores recuerdos, aquellos en los que había reído con él y disfrutado de la vida sin ser realista. Aquellos en los que había volado y fantaseado con lo que hubiera podido ser y no había sido.

La negra carga con mis lágrimas, toda su ropa y mi dolor.

A veces el querer no es suficiente... puedes ser el antídoto momentáneo, pero eso no significa que seas la cura —me dijo anoche antes de irse tras ella. Buscándola, amandola, dejándome a mí atrás... con el alma rota.

Ese fue el primer terremoto que me arruinó.

El corazón me late muy deprisa mientras apoyo la espalda en la pared del salón y observo las maletas desde lejos.  Un año de historias... un puto año lleno de amor unilateral y dolor contenido en dos simples maletas. Una vida y un futuro por delante, arrebatados.

Sale de la habitación con una bolsa de tela al hombro. Pasa frente a mí y no se atreve a levantar la vista del piso.

Joder, qué guapo es.

Aunque quisiera negarlo, no puedo. Jack es precioso. Tal cual ángel caído; pero así como es hermoso también es letal. Causa más dolor del que te puedes imaginar... ¿quién diría que esos pozos oscuros, tan llenos de alegría juvenil y misterios, podrían hacer tanto daño?

¿Quién diría que podría odiar algo que con tanto amor había llegado a adorar?

Lleva el cabello negro desordenado. Como si se hubiera pasado la mano repetitivamente por el, sintiéndose ansioso... culpable.

Lo miro fijamente, esperando a que sea un hombre y me de la cara. No hago ningún intento por evitar que las lágrimas no se derramen por mis mejillas. Detesto llorar pero quiero... no... necesito que él vea cuan profundo llegaron sus palabras. Cuan cara me está saliendo la caída.

Responde por tus errores...mira lo que causaste.

— Tennessee —susurra aún sin mirarme. El apodo me daña aún más de lo que han hecho sus acciones, porque me recuerda que lo amo.

Porque, maldita sea, todavía lo amo como si fuera el primer día.

Mira que soy patética.

—No —respondo cortante—, no vuelvas a llamarme así.

Está tenso y se nota que se siente culpable. Odio que se comporte con tanto dolor, cuando la única dañada aquí he sido yo. Él se va... y yo me quedo.

Escaneo su cuerpo con la mirada, detallando su outfit. Lleva el jersey azul que tanto me gusta porque resalta sus ojos y combina con su piel. Un par de jeans negros rotos en las rodillas y sus botas de uso militar.

Malditamente perfecto para iniciar su nueva vida, mientras se carga la mía en el proceso.

Parpadeo intentando que mi memoria borre ese dato, que elimine todo lo que tiene que ver con lo que me gusta de él y que me deje con nada. No quiero sus recuerdos...no me merezco su dolor.

Pero no lo logro... porque él sigue latiendo, fuerte y profundo. Sigue siendo mi estación favorita, aunque queme y lastime.

Porque por mucho que diga que lo odio; lo extrañaré.

Haré mucho más que eso.

— ¿Por qué me haces esto?—pregunto incapaz de seguir aguantando en silencio.

Maldito Jack StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora