Capítulo 24: Oscuro

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Cuando los oscuros llegan a la madurez, sus padres dejan de ser lo más preciado, se vuelven uno más de la manada. No hay amor o cariño en ellos hasta que den su primera cría. Esa es la madurez de los Oscuros, ojos brillando con fuerza para ver la realidad, saber que no tienen más camino que el que se les ha dictado a través de los años. Un Oscuro que ha madurado no siente el verdadero amor. No existe para ellos.

Un solo camino se abre al horizonte, recto y luminoso mientras que el negro consume todo lo que podría ser real para él. Es un rumbo solitario en la mente de cada bestia, es una dirección angosta para que la multitud de ojos brillantes tenga espacio. Un oscuro no puede moverse a un lado o al otro, si se sale del camino ser desechado por inservible, porque en la oscuridad no se encuentra la meta, en la oscuridad no se encuentra nada que ellos deban buscar.

¿Entonces porque el suelo por donde Naoto camina es completamente blanco? ¿A dónde debería ir? ¿Qué debería hacer?

Siente hambre. Su cuerpo ruega por comida, necesitado de alimento ¿Por qué no solo morder a quien lo abraza con tanto cariño? Después de todo es un humano que apenas le servirá como aperitivo antes de que corra a cazar con los otros. Él solo necesita separar sus dientes y morder la delgada carne que lo envuelve, solo necesita girar el cuello y tacar para matar a su presa.

"Naoto..." El humano llama su nombre, lleno de preocupación y miedo, aunque no miedo de la bestia que pensaba devorarlo en ese instante. "¿estás bien?"

Todo se escucha tan alejado, un eco que se repite contra su cerebro, su mareo desapareciendo conforme su vista se aclara. Es ahí cuando encuentra los ojos castaños, el rostro amable y frágil de la presa. Parpadea con lentitud, encontrando la claridad por fin.

El humano tiene nombre.

—Mikey...— Lo menciona con el fin de creerlo. —Mikey. Solo eres un humano.

Solo uno entre tantos. Mikey sonríe, tomando la mano de Naoto con naturalidad.

—Sí, pero... Somos amigos.

Un Oscuro que ha madurado no siente amor. No existe para ellos.

Naoto sonríe con amor.

Amor

Cuando Chifuyu puede pensar con lucidez la alarma ha terminado, puede ver el rostro confundido de Baji pasear entre las ventanas cerradas. No tiene caso explicarle, ambos saben lo que eso significa y no hay nada que puedan hacer al respecto. Su corazón da un par de saltos al enfocar sus manos entrelazadas con las de un humano, el extraño toque fresco que jamás podrá obtener de un igual.

Suspira, cayendo directo a la realidad.

—Llévate a nuestra hija. — Dice elevando los ojos hasta Baji, el corazón dándole un pinchazo de advertencia. —Por Dios... Llévate a Naoto contigo, solo aléjalos de este lugar, aléjate tú de este lugar...

Baji está temblando. Chifuyu puede sentirlo, puede sentir el calor de su propia hija durmiendo con tranquilidad, ella tan ajena a lo que ocurre. Oculta el ámbar bajo su cabello, no quiere saber la expresión del humano ante su imperdonable petición, ni siquiera quiere saber su respuesta o escuchar su voz, su único deseo es salvarlos.

— ¿Qué ocurrirá contigo?— Pregunta Baji, su voz sonando firme. — No te separare de tus hijos. ¿Por qué te quedarías aquí?

¿Por qué quedarse? Cierra los ojos, aun sabiendo su respuesta es inevitable no repensarla, aun le da vueltas en la mente saberlo. Hunde su rostro entre las manos de Baji, cerca del bebé que sigue durmiendo.

Oscuro [Bajifuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora