El lado oscuro

3.9K 389 843
                                    

Emilio POV

Joaquín empezó a trabajar esa misma semana, el jefe le enseño a usar la computadora, la terminal, las agendas de cada uno e incluso a entregarnos los pagos, en pocos días aprendió todo lo necesario para quedarse a cargo de todo el sistema mientras María y su padre se iban a la universidad.

El único problema que había encontrado era su falta de ropa para ir al trabajo, pero consiguió que todos en la casa le dieran las prendas más pequeñas que tuvieran en sus armarios y a la gente que trabajaba en el local les causaba cierta gracia verlo entrar todos los días con un estilo diferente, conservando únicamente las sudaderas que sacaba de mi closet todos los días.

No era de mi total agrado que anduviera usando la ropa de todos en la casa, por muchas lavadas que le diera siempre sentía un toque del aroma de cualquiera de ellos y mi alfa simplemente no lo soportaba, prefería el aroma dulce de Joaquín, sin mencionar que se veía extraño cuando no usaba sus colores pastel o blanco, las bolas de algodón no eran oscuras.

Así que una mañana de domingo, cuando todos dormían y la camioneta de Barquín se estacionaba afuera de la casa, convencí a Joaquín de tomarla prestada unas horas, necesitaba recuperar su ropa y todas las cosas que había dejado en casa de sus padres, ya que no podíamos darnos el lujo de comprar un nuevo guardarropa porque en unos meses dejaría de usarlo y necesitaría ropa más grande, conseguiríamos la que ya tenía.

―Pero si mis padres nos ven, van a llamar a la policía. ―susurró siguiéndome por el camino de piedra que llevaba hasta la banqueta, había tomado prestadas las llaves de Eduardo y llevaba unas maletas que saqué del cuarto de Andrés para poder llevarnos lo más posible al entrar a la casa.

―Por eso te llevo vestido normal, con la ropa que llegaste aquí. Los vecinos pensaran que te dejaron regresar cuando te vean usar tu llave. ―musité lanzando las maletas al asiento trasero y abriéndole la puerta del copiloto, me miró consternado y me incliné para dejar un beso en sus labios. ―Dijiste que se van a la iglesia desde las siete y regresan hasta pasadas las diez de la mañana, para ese entonces estaremos desayunando panqueques con los chicos, confía en mí.

― ¿Y tú como vas a entrar? ―murmuró con el ceño ligeramente fruncido y le dediqué una sonrisa de lado.

―Después de que entres, abrirás la puerta que da al jardín y yo me encargó del resto. Haremos tus maletas en quince minutos y regresaremos a la casa antes de que te des cuenta. ―musité con sencillez, el plan era poner la camioneta detrás de la propiedad y que una vez Joaquín abriera la puerta, entraría tan sigilosamente como me fuera posible con las maletas. Si actuábamos rápido debíamos salir de ahí en menos de media hora. ―Confía en mí. ―repetí dejando un segundo beso en su frente, él asintió demasiado nervioso para responder y subió a la camioneta.

Llegamos a la casa pasadas las siete, el auto de sus padres no estaba ahí en la cochera, así que debían haberse ido a la iglesia como esperábamos, Joaquín tenía la llave de la casa pues la llevaba en la ropa el día que lo echaron, a menos que hubieran cambiado las chapas, no tendría problemas para entrar. Detuve la camioneta enfrente a una calle de la propiedad para que Joaquín llegara caminando y no levantar sospechas entre los vecinos, si alguien nos veía juntos pensarían lo peor y terminarían por llamar a la policía o a los Bondoni.

―Llevaré la camioneta a la calle detrás de tu casa, abre la puerta y estaré ahí en cinco minutos ¿de acuerdo? ―me miró fijamente tomando un largo suspiró antes de abrir la puerta, volví la vista a la carretera hasta que se detuvo y se giró buscando mi mirada de vuelta.

―No vas a irte sin mí ¿verdad? ―fruncí el ceño y negué de inmediato, él se mordió el labio estirándose para dejar un casto beso en mi mejilla antes de salir finalmente de la camioneta. Lo observé alejarse por la acera por unos segundos y puse la camioneta en marcha.

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora