Joaquín POV
Al despertar Emilio ya no estaba en la cama, pero podía escuchar la ducha correr, así que debía haber despertado hacía poco, me levanté aun con la pijama hasta la cuna del Guisante solo para encontrarlo completamente dormido, por la luz que entraba por la ventana debía ser tarde y él casi todos los días se despertaba antes que todos en la casa, suponía que el haberlo movido de la cuna dos veces durante la madrugada debía haberlo dejado agotado, así que decidí dejarlo descansar.
Era sábado, tenía esperanzas de que Emilio no fuera a trabajar hoy para poder pasar el día juntos, sin embargo, el que estuviera arreglándose tan temprano debía ser una mala señal, quería preguntarle si seguía molesto conmigo por irme al ático, pero no estaba seguro de que su enojo fuera pasajero o si en verdad lo había hecho enojar de nuevo, así que decidí bajar a prepararle el desayuno como una disculpa.
Al llegar abajo todo estaba en completo silencio, ni siquiera Eduardo se había levantado, lo cual era extraño para él, la idea de que nuestro escandalo nocturno los hubiera despertado a todos me causo un leve sentimiento de culpa, no quería que todos volviera a estar enojados con nosotros, apenas había arreglado las cosas con Diego, no necesitábamos más problemas.
Preparé tocino, huevos fritos y café mientras esperaba a que alguien bajara o que el Guisante despertará, pero ninguna de esas cosas paso, en cambio tuve que subir yo mismo a buscar a Emilio para avisarle que el desayuno estaba listo, al entrar al cuarto lo encontré vistiendo a nuestro cachorro con un trajecito de los que había comprado con Roy días atrás en la plaza, no había querido gastar mucho dinero, así que no era un mameluco muy elaborado, tan solo tenía una abeja en el pecho y era de un color amarillo pastel.
―No lo escuché despertar. ―musité acercándome a ellos para acomodar los cabellitos de Alex con cuidado, logrando que me mirara con esos ojitos traviesos que hacía cada que lo atrapaba con las manos en la boca. Emilio no respondió, tan solo levantó al Guisante en brazos y éste le miró con el ceño ligeramente fruncido. ― ¿Sigues enojado conmigo? ―murmuré al no recibir respuesta, solo entonces mi rizado me miró asintiendo. ―No puedes enojarte más conmigo, solo quería hacer algo bonito por ti.
―Pero te pedí que no hicieras. ―respondió levantando una ceja mientras el Guisante me miraba ahora a mí como si supiera perfectamente que debía responder algo.
―Ya no lo vuelvo a hacer, pero no me odies más. ―murmuré con un largo suspiro, mientras él tan solo me miraba fijamente.
―La cosa es, Joaquín, que siempre me prometes que te vas a portar bien y que no volverás a ponerte en riesgo, pero nunca cumples tus promesas. Tengo que tenerte vigilado como si fueras un cachorro más, Porcelana. ―musitó acercándose a la puerta y le seguí de cerca tomando su mano en el proceso, él no hizo nada por apartarme, así que me metí debajo de su brazo para acomodarlo sobre mis hombros.
―Ya me porto bien, te lo prometo por nuestro marca. ―exclamé deteniéndolo al inicio de la escalera, el Guisante nos miraba a uno y a otro como si no tuviera idea de que estaba pasando, pero manteniendo el ceño fruncido.
―Eres un manipulador, Bolita de algodón. ―susurró inclinándose hasta mirarme directamente a los ojos, acariciando mi nariz con la suya en el proceso, me gustaba cuando usaba todos esos apodos conmigo, sentía que el enojo se iba y solo éramos nosotros siendo felices de nuevo. ―Espero que esta vez sea verdad, porque sino es así tendré que encontrar otros métodos para castigarte. ―añadió rozando peligrosamente mis labios con los suyos.
―Dijiste que no podíamos frente al Guisante. ―murmuré más frustrado de lo que me hubiera gustado logrando que una sonrisa se expandiera en sus labios.
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Mío
ФанфикJoaquín no debía salir después de las siete, tampoco debía hablar con personas como Emilio ni mucho menos debería estar en una tienda de tatuajes, pero ahí estaba rompiendo todas las reglas de sus padres con tal de celebrar su cumpleaños a su manera...