Emilio POV
Tras la llegada de María fue más complicado mantener mis problemas solo para mí, en especial cuando los chicos descubrieron lo que en realidad estaba pasando al ir a dejar las cosas de Joaquín a su casa, todos ellos querían saber los detalles de nuestra separación, de dónde había salido Mariano y porque seguía yendo a su casa aun después de todo.
Sabía que sus intenciones eran buenas y entendía que querían impedir que siguiera lastimándome al pasarme las noches afuera de su casa, pero necesitaba llevar mi perdida a mi manera y lo cierto era que no estaba listo para simplemente sacarlo de mi vida, creí que vaciar la habitación lo haría más fácil y terminé sintiéndome demasiado pequeño en cuarto donde solo me quedaban nuestros recuerdos, María se pasaba los días dibujando bocetos que sin importar cuan perfectos fueran, no me atrevía a ponerlos encima de su constelación, y aun cuando ya no recibía llamadas del consultorio, las pequeñas alarmas en mi teléfono seguían ahí recordándome que días debía apartar para llevar a Joaquín al médico.
Con mis padres el duelo había sido más sencillo, nunca tuvimos una relación decente e inconscientemente siempre esperé el día en que ya no encajara en su vida perfecta, pero con Joaquín tuve breves momentos en que confíe ciegamente en sus ojitos brillantes prometiéndome quedarse para siempre a mi lado, a pesar de los miedos e inseguridades, hubo escenas donde podría jurar que me quería. Y después de todo él todavía conservaba algo que era mío.
Empecé a hacer más grande la herida con preguntas que nadie podía responderme, cómo sus razones para quedarse por tanto tiempo cuando sabía que iba a dejarme, o porque era tan jodidamente bueno al mentirme, pero, sobre todo, la pregunta que no podía dejar de hacer era cómo podía amar a alguien que lo vio desaparecer y jamás intentó buscarlo, pero yo que había estado a su lado cada puto día, no había logrado hacerme un maldito espacio en su corazón.
Suponía que era más fácil sentirme enojado con él cuando todos los demás a mi alrededor se sentían igual.
― ¿Cuánto más vas a quedarte aquí? ―levanté la mirada entre los arbustos encontrándome con los ojos pacientes de Andrés, levantó las cejas con poco entusiasmo y suspiré pesadamente encogiéndome de hombros, debí saber que, si alguien terminaría por seguirme hasta aquí, sería él.
―No lo sé. ―murmuré recargándome de vuelta en la corteza del árbol que me servía de escondite desde hacía semanas. Andrés se inclinó hasta tomar asiento a mi lado y dirigió su mirada hasta donde iba la mía. ―No tienen que cuidarme como si fuera un niño, no duermo aquí, regresó al amanecer a la casa y duermo unas horas en mi cama. Y no he bebido desde hace una semana, así que pueden dejar de seguirme a todas partes. Solo tengo que estar aquí, sé que no lo entienden y no pido que lo hagan, pero incluso si Joaquín no me quiere a su lado, el cachorro aun es mío. Él o ella me necesita.
―No dudo que tu instinto te tenga aquí para que puedas cuidar a tu cachorro de alguna manera, pero ambos sabemos que no es solo por el guisante que lo haces. ―murmuró volviendo la mirada hasta mi rostro, ni siquiera sabía que decir, ya me sentía lo suficientemente estúpido por tener sentimientos por él, para tener que confirmarle sus sospechas al resto del grupo. ― ¿Qué esperas que pase si él sale y se da cuenta que estás aquí? ―musitó sin emoción en su voz, volví a encogerme de hombros mirándole de reojo antes de volver la vista a la ventana con las luces apagadas que vigilaba desde hacía semanas. ―Él eligió esta vida, Emilio. Sin importar cuanto vigiles esa ventana, su decisión seguirá siendo la misma.
―No lo sabes.
―Sí lo sé. Conozco perfectamente a las personas de este lado de la ciudad, crían a cada omega para buscar alfas con dinero, que vayan a la iglesia cada maldito domingo y no luzcan como nosotros. ―sentenció llamando mi atención con su mano en mi brazo. ―No importa si son buenas personas, si están enamorados o si su instinto reconoce a alguien más como su destinado, están predeterminados a elegir al alfa que mejor encaje con la descripción que sus padres les dieron. ―negué lentamente porque quería creer que al menos una parte de Joaquín, la misma que lo había empujado a hacerse un tatuaje en contra de las reglas de sus padres, lo hiciera cambiar de opinión ahora.
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Mío
FanficJoaquín no debía salir después de las siete, tampoco debía hablar con personas como Emilio ni mucho menos debería estar en una tienda de tatuajes, pero ahí estaba rompiendo todas las reglas de sus padres con tal de celebrar su cumpleaños a su manera...