EPILOGO

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Emilio POV

Con los días nuestra relación regreso a esa extraña y debatible química que teníamos desde el primer momento, agregando protección esta vez, aunque amaba al Guisante más que a nadie, estaba seguro que no quería darle un hermano en un futuro cercano y siendo honesto conmigo, aun me aterraba repetir la experiencia en el parto, Joaquín pálido en una cama de hospital simplemente era algo que no soportaría volver a ver.

Estuve mucho tiempo fantaseando con un nosotros, finalmente lo tenía y no quería poner en riesgo nada de eso, quería disfrutar mi vida al lado de Joaquín, el de verdad y no el chico que sus padres le forzaron a ser por tanto tiempo, descubrí poco a poco facetas nuevas de mi muñeco de porcelana, su gusto por la cocina, lo fascinante que encontraba escuchar las historias de los tatuajes de los clientes del local, la concentración que ponía en arreglar un ático que nadie usaba solo porque creía que podía convertirlo en la habitación favorita de todo el mundo.

Joaquín era un encantador ser humano que tenía un sinfín de intereses que nunca le permitieron explorar, vivía en su jaula de cristal donde le pintaron un camino que debía seguir al pie de la letra y cada que trataba de ver a los costados en el recorrido, le recordaban de la peor de las formas que no tenía permitido salirse de la ruta.

Y ahora tenía la oportunidad de intentarlo todo, sin mencionar que estaba decidido a mostrarle a nuestro cachorro que él también podía hacerlo todo, como en ese instante mientras pintaba entretenido las paredes del ático, murmurándole al Guisante algo sobre dedicarse a ser un artista, prometiéndole que iríamos a todas sus presentaciones.

―Puedes pintar retratos o paisajes, aunque si te gusta el arte quizás te guste hacer tatuajes como a tu papá. También puedes hacer tatuajes si quieres. ―musitó con seriedad logrando sacarme una sonrisa desde la comisura de la puerta desde donde los miraba, Alex tenía la vista fija en un diminuto pincel que Joaquín le había conseguido días atrás y ambos llevaban overoles para pintar sin ensuciarse la ropa, pero mi castaño llevaba manchas de pintura por todas las mejillas mientras el Guisante movía su pincel como si en verdad pudiera ayudar a Joaquín desde su porta bebé.

El guisante emitió una respuesta inteligible entre balbuceos y Joaquín asintió como si estuvieran teniendo una conversación profunda sobre el futuro de nuestro cachorro, estaba por unirme a ellos para terminar de pintar esa tarde cuando llamaron a la puerta y ya que éramos los únicos en casa, baje a revisar sin llamar la atención de mi par de bolitas de algodón, estaban muy entretenidos en sus actividades y no quería interrumpirlos.

Eduardo había salido de fin de semana a la Universidad de María, según explicó, se habían vuelto buenos "amigos" y María quería hacerle un tour por el campus de su escuela, todos sabíamos que su amistad era más que eso, pero preferíamos dejarlos moverse a su ritmo y contarnos todo cuando estuvieran listos.

Roy había reorganizado sus vacaciones para ir a un festival de música de último minuto, convenció a Diego de acompañarlo y Andrés terminó siguiéndolos contra su voluntad, teníamos una docena de fotos con el par de idiotas con los rostros llenos de pintura fluorescente siendo perseguidos por Andrés para que no volvieran a echarlos antes de que terminara el viaje.

Y al menos por el resto del fin de semana tendríamos la casa solo para nosotros tres, así que pedí unos días libres en el local para poder pasarlos con mi familia a solas, no teníamos mucho tiempo privado en una casa tan pequeña con tanta gente aquí y apreciaba los momentos que teníamos.

Al abrir la puerta me encontré con un hombre de avanzada edad en un traje que probablemente costaba más que la renta de la casa, cargaba un maletín negro y un sombrero que lo hacía parecer que venía de una época pasada, fruncí ligeramente el ceño confundido por su presencia aquí, dudaba que alguna vez hubiera estado en esta parte del pueblo.

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora