El grupo

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Emilio POV

A la mañana siguiente decidí que antes de irme a trabajar, tenía que hablar con todos los que vivían en la casa para explicarles la situación, no podía tener encerrado a Joaquín en mi cuarto el resto del año y necesitaba saber si teníamos que buscar un lugar para cuando el cachorro naciera o si podíamos quedarnos aquí, así que mientras los chicos se preparaban el desayuno, saqué al castaño de la cama y bajamos juntos hasta la cocina, me aclaré la garganta para llamar la atención de todos los presentes y una a una las miradas cayeron sobre nosotros.

―Buenos días. ―musitó Andrés con un gestó de confusión muy parecido al resto, Eduardo había detenido el armado del almuerzo que llevaría a la universidad, Roy sostenía un tenedor a medio camino y Diego tenía la mirada clavada en Joaquín, fruncí ligeramente el ceño e instintivamente lo coloque detrás de mí al notar lo incomodo que se sentía al tener tantas miradas sobre él. ― ¿Quieren desayunar? ―preguntó al notar mi gesto sobre los demás.

―Sí quiero. ―susurró el castaño a mis espaldas tomándome por sorpresa, le miré por encima del hombro y me miró con esos enormes ojos cafés como acabara de comprender que no estábamos aquí para comer.

―Primero necesito decirles algo. ―exclamé volviendo la mirada al grupo, mientras todos dirigían sus ojos hasta a mí, Diego seguía observando al castaño que se asomaba por el costado de mi brazo, hasta que de pronto levantó la mirada abriendo exageradamente la boca con jadeo de sorpresa.

― ¡Es el hijo de los Bondoni! ―anunció como si alguien le hubiera cuestionado la identidad del omega que venía conmigo, pero aun cuando nadie lo había hecho, el par de personas que conocían a los Bondoni, se giraron a mirarnos con una expresión de completa sorpresa.

― ¿Quiénes son los Bondoni? ―musitó un confundido Eduardo con el ceño fruncido continuando con su preparación, al ser el único que no había vivido aquí toda su vida, todavía había personas que desconocía.

―Es una familia al otro lado del pueblo que se dedica a promover los ideales de la iglesia, están podridos en dinero y prácticamente pagaron por la capilla que está a dos cuadras de la Universidad. ―explicó Diego sin detenerse a pensar quienes lo estaban escuchando, Andrés lo golpeo en el brazo y el rubio le miró ofendido hasta que volvió a mirarnos y le fulmine con la mirada.

Odiaba a los padres de Joaquín, más que cualquiera de ellos, pero seguían siendo sus padres, no podía ir por ahí hablando de ellos y mucho menos frente a él.

―Como estaba diciendo, antes de que el boca floja me interrumpiera, tengo algo que contarles. ―farfullé con una clara advertencia de que me la cobraría más tarde, volvieron a prestarme atención y Joaquín se aferró a mi mano con fuerzas. ―Los padres de Joaquín lo echaron de su casa ayer por la tarde porque se enteraron que se hizo un tatuaje. ―comencé tratando de poner todo en perspectiva primero. ―Y ya que todos aquí entendemos su situación, le dije que podía quedarse aquí.

― ¿Qué te tatuaste para que te corrieran de la pequeña mansión? ―exclamó Diego sin el menor filtro, esta vez fue Roy quien le dio un golpe en la cabeza para que cerrara la boca.

―Si nos estás preguntando, por mí está bien si quiere quedarse, pero no tenemos más habitaciones. ―exclamó Roy antes de seguir con su comida, suspiré pesadamente y desee que ese fuera el problema.

―Esta el ático, pero dudo que ese lugar se habitable. ―musitó Diego con un gesto de asco, el ático era un caso perdido desde que nos mudamos aquí, era la habitación más grande en la casa, pero no tenía calefacción, las ventanas estaban trabadas y había goteras por todos lados, nadie tenía el dinero para arreglarlo, así que seguía exactamente igual que como lo encontramos.

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora