Capítulo 14

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-Hiciste lo correcto, Bell.

-No te atrevas a decirme eso, Sebastián. -Suspiré. -Sólo trata bien su cuerpo, por favor.

-Lo haré, volveré pronto.

Pude observar de reojo cómo el vampiro que irónicamente volvió a la vida, de nuevo, salía de la habitación cargando entre sus brazos el cuerpo ausente de Amanda, sus extremidades cayendo pesadamente. Aparté completamente la mirada, me sentía como un monstruo, el ser más despreciable jamás conocido, usé la confianza que la pequeña vampiro me tenía en su contra.

 Entendía que a los ojos de los demás Sebastián era el vampiro más sádico por hacerme llegar al límite de mis capacidades convirtiéndome en lo que soy, definitivamente no me sentía a su nivel, pero dentro de mí había un vacío, una amargura que se asemejaba a la que se refleja en sus ojos cuando piensa que nadie lo ve, sin embargo yo había sido capaz de verlo claramente por muchos años; cargaba con todos los nombres de sus víctimas, con todos los años vividos de esta forma, en ocasiones creía que estaba listo para dejarse vencer, sólo caminando al compás de las situaciones que se le presentasen, pese a ello, con sus últimos alientos me pidió vivir, confío su vida en mí, él confió en mí y yo maté por él.

¿Era esto parte de algún plan? Pareciera que el concejo, el destino o lo que sea que nos empuja a través del tiempo estuviera jugando al azar, sólo presentando circunstancias aisladas que tenía que sobrellevar una a una sin llegar a ningún lado. Estaba cansada, harta, de no llegar a nada, de esperar y actuar para defenderme, quería ser yo quien decidiera, quien marcara el rumbo de ahora en adelante.

Fue entonces que, haciéndome consciente de mis pies en la tierra me permití ver los restos del material conseguido en casa de Eugene, no quedaba nada entero, en cambio todo se reducía a hojas quemadas, rotas por la mitad, otras manchadas de sangre haciendo imposible distinguir su contenido. No hubo tiempo de preguntar a Sebastián qué fue exactamente lo que le había sucedido, así que sospeché irreparablemente en el vampiro de ojos azules que lograba paralizarme con su presencia, Nathaniel tenía un pasado oscuro, para mí no representaba nada más que verdades a medias que no me permitían juzgarlo, sin embargo, era incuestionable que las circunstancias le favorecían. Lo más importante sobre su investigación se encontraba dentro de los diarios hechos jirones frente a mí.

Un atisbo de alivio cruzó mi pecho al encontrarme con el maletín médico bajo la cama, parecía intacto, por lo que decidí tomarlo para inspeccionarlo y asegurarme que teníamos al menos eso para trabajar. Un olor de rosas a la distancia distrajo mi atención, conforme el aroma se hacía más intenso supe que venía en mi dirección, por instinto, me levanté de mi posición y giré para quedar frente a la única entrada de la habitación.

-Servicio de limpieza. -Escuché una voz masculina detrás de la puerta al mismo tiempo que la abría suavemente.

Una vez la entrada quedó totalmente abierta pude ver claramente la silueta que le pertenecía a esa voz, un hombre alto de tez morena con un potente color verde en sus ojos, su castaño cabello caía desordenado sobre su frente, cuando se retiró unos mechones pude notar las venas de su antebrazo claramente visibles, olía y se veía tentador.

-¿Estás bien? -Arqueó una ceja, tal vez notando mi falta de palabras. -Si gustas, puedo volver en otro momento, pero la habitación parece necesitar limpieza con urgencia.

-Sí, está bien. -Encontré mi voz. -Sólo permíteme tomar unas cosas.

Me incliné para tomar algunas hojas de papel regadas en el piso, tal vez los apuntes estaban irreconocibles, pero solían contener información importante que no debía caer en las manos equivocadas. El olor de aquel hombre se intensificó, por lo que supe que estaba acercándose a mí, su aroma se intensificó al mismo tiempo que su mano me tomaba de la cintura.

ANABELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora