No había mucho que no supiera de Sebastián, lo conocí un año antes de mi transición, en invierno, al principio sus intenciones eran que yo fuera una de sus donantes personales, dijo que había algo en mi sangre que le atraía y aunque nunca llegó a decir qué era, estoy segura de que es la razón por la cual me había acompañado en el proceso y también el motivo por el cual me hizo pasar por tanto dolor durante el entrenamiento. Pasamos ochenta ciclos juntos, cada vez que nos enviaban de cacería, aunque tuviéramos objetivos diferentes trabajábamos a la par, durante ese tiempo ninguno había sido exiliado, Sebastián se mantenía al margen de sus impulsos para no arriesgar a ninguno de los dos a ser separados.
Lejos de lo que muchos pensaban, nunca establecimos ningún tipo de conexión romántica o algo que se le asemejara remotamente. Ambos tenemos fuertes convicciones y una de ellas es que el amor se le debe dejar a quienes viven en el plano de lo mundano, un vampiro vive por la eternidad y no hay amor que dure ese tiempo, supongo que ese es el motivo de que algunos decidan unir sus destinos, para que, al final de sus días, su amor muera junto con ellos. Lo que había entre Sebastián y yo siempre fue un lazo diferente. Nos hacíamos bien con la sola presencia del otro, más fuertes, más tenaces. Disfrutábamos trabajando juntos debido al complemento de nuestras habilidades, cuando de pelear se trataba nos hacíamos uno solo, nuestras respiraciones y la adrenalina se acompasaban, éramos capaces de saber el siguiente movimiento del otro con sólo una mirada.
Nuestro último encuentro no había sido nada placentero, creo que ambos tuvimos una catarsis después de lo ocurrido, aunque Sebastián fuera el mejor complemento que uno pudiera desear para pasar la eternidad, mi prioridad siempre sería mantenerme con vida, si eso dependía de que yo lo matara, lo haría, eso era claro, me aferraba a esa idea porque en realidad lo creía, pero el día que estuve a punto de acabar con él, dudé.
Dudar es lo único que he podido hacer desde que Eugene terminó de contar su historia, teníamos una teoría que desafía la cordura del concejo que ha regido el orden desde el inicio, era difícil siquiera considerar que teníamos razón. La conexión que con los años Sebastián y yo forjamos no se había desvanecido del todo, nos podíamos comunicar sin palabras, ambos estábamos escépticos.
-Bien, gracias por la información. De aquí en delante agradecemos tu discreción, podremos confiar en ti, ¿cierto? -No fue el tono en el que amenazó a Eugene lo que me hizo observar a Sebastián con cautela, fue el hecho de que habló por ambos. -Bell ha demostrado ser implacable, Eugene, el exilio de Emma tiene tu nombre escrito también, no dudes ni por un segundo que ella podría usar eso como razón para arrancarte la cabeza si llegamos a saber que le dijiste a alguien sobre nuestra conversación.
Confiaba en él, después de tanto tiempo, de lo que hemos pasado, puedo confiar plenamente en las palabras que salían de sus rojizos labios, quería dejar un punto muy en claro y yo comenzaba a sentir la adrenalina de una amenaza recorriendo mi cuerpo, sintiendo la mirada de Sebastián sobre mí, me levanté de mi lugar en el sofá, caminé en silencio unos pasos hasta quedar detrás de Eugene, me incliné y le hice sentir mi respiración golpeando su cuello mientras un dedo se paseaba por su vena yugular, sentí su miedo y algo dentro de mí se encendió.
Con la misma lentitud con la que me le acerqué, me alejé dirigiéndome a la puerta, observé la cara de satisfacción del vampiro a mi lado mientras lo pasaba de largo. Ciertamente Eugene había sido participe en la carta de sentencia de Emma y merecía mucho más que una amenaza, él fue parte de quién sabe cuántas atrocidades a mundanos con afán de jugar a ser el destino, merecía morir.
-No me dan miedo, ninguno de los dos. He visto y escuchado cosas, detrás de su fachada no son más que unos cobardes. Anabelle, tú en particular me das lástima. -Sus palabras me hicieron girar para poder verlo fijamente. -Tuviste la oportunidad de matar a Sebastián, ser posiblemente el vampiro más fuerte de todos y no lo hiciste, entre ambos, tú eres la más patética. Emma estaría muy decepcionada de ti en estos momentos.
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ANABELLE
VampireFría, algunos podrían describir así a Anabelle, una joven que no envejece y que con el paso de los ciclos ha aprendido, por las malas, lo duro que puede ser no seguir las reglas, ¿quién diría que ser un vampiro no sería tan fácil como beber sangre y...