Capítulo 2

11 1 0
                                        

A la mañana siguiente la residencia se sentía vacía, Emma solía tararear al despertar, era parte de su ritual matutino, algunos días no lo soportaba, pero justo hoy, sin ella a mi lado, extrañé el sonido de su voz como nada en la vida. Intentando sacar de a poco su recuerdo de mi mente, me di una ducha caliente y poniendo una toalla alrededor de mi cuerpo salí del cuarto de baño compartido de la residencia. Al abrir la puerta de mi habitación, mis pies se clavaron al piso, observando incrédula a la figura frente a mí quien, sin premura, posó sus ojos en los míos, conectándonos.

-A eso llamo yo un buen recibimiento. -Fue el primero en hablar, sin despegar nuestras miradas.

-¿Qué haces aquí, Sebastián?

-Vine a ayudarte con tu tarea especial, pero creo que necesitarás un poco más de ropa antes de comenzar. Te espero en el estudio. -Caminó cautelosamente, deteniéndose a mi lado en la puerta, sentí su mano sobre la mía, sus dedos acariciando de manera suave mi muñeca, lo siguiente que sentí fue su respiración en mi oído. -Ha pasado mucho tiempo, Bell; te he extrañado.

Cuando Sebastián salió por completo de la habitación, escuché sus pasos dirigiéndose escaleras abajo y fue sólo entonces que solté el aire que no sabía que estaba reteniendo. No había cambiado en lo absoluto desde la última vez que nos vimos, al menos no su apariencia física, sus ojos seguían siendo del mismo color café que contrastaba con su blanca piel. Sacudí mi cabeza rápidamente ante el recuerdo de sus palabras, él era el compañero que me habían asignado para la tarea más absurda que el concejo pudo concebir y yo no sabía cómo lidiar con la idea de trabajar al lado del vampiro que debí haber asesinado en mi última cacería, me gané un exilio de ochenta ciclos donde en lo único que podía pensar era que alguien más había terminado el trabajo por mí, sintiéndome débil y vulnerable pero, Sebastián no había muerto.

El vocero no me mintió, esto de verdad sería ridículamente difícil. La situación más complicada es que las decisiones que el concejo toma son automáticamente una ley, quebrantar esa ley es ganarse automáticamente un lugar en la lista de cacería, no quería ser cazada, debía obedecer. Así que, vistiéndome rápidamente y habiendo cepillado mi cabello de manera descuidada, salí de mi habitación en dirección al estudio. Al enfrentarme a la puerta solté un suspiro, preparándome para lo que sea que tuviese que afrontar.

-Te tomaste tu tiempo, Bell. Y yo que creía que estabas ansiosa por verme.

-Aún no termino de procesar que estés aquí.

-Y no planeo irme en ningún futuro cercano, bonita. -Una sonrisa de suficiencia se posó en su rostro al decir esta última palabra. -Aunque no lo creas, el concejo tuvo piedad de este pobre y ancestral vampiro.

-Tendrás que explicarme mejor, eso no suena correcto en lo absoluto.

-Siéntate, tenemos mucho de qué hablar. -Me indicó la silla a su lado, pero simplemente mis pies no respondían, por lo que me limité a mirarle a los ojos, esperando que continuara. -Bien, si quieres estar de pie es tu decisión. No sé cuáles sean las palabras correctas, Bell, así que iré al punto. Fallaste en tu misión, sí, pero honestamente eras la única esperanza que tenía el concejo, así que cuando se dieron cuenta que no podrían deshacerse de mí, me dejaron en paz, hasta este último ciclo.

-¿Por qué si te dejaron en paz me exiliaron de cualquier forma? -Había tristeza en mis palabras, era verdaderamente injusto.

-Eso no lo sé, tampoco me importó así que no pregunté. Pero el pasado es vano, hablemos de lo que tenemos que hacer ahora.

-Aún hay muchas cosas del pasado que deberíamos discutir, Sebastián. -El me miró atentamente y sonrió de lado, poniéndose de pie y caminando hacia mí.

-Espero creas mis palabras cuando te digo que de verdad te he echado de menos, -Se acercó aún más, dejando apenas unos cuantos centímetros entre ambos, cuando estuvo lo suficientemente cerca de mi oído escuché cómo aspiraba mi aroma, no podía moverme, sus movimientos me tenían en un trance inexplicable, una vez satisfecho con mi olor, se alejó. -Será todo un placer trabajar a tu lado nuevamente.

Sebastián, del primer linaje real, el vampiro más longevo que he conocido, quien cuidó de mí durante mi transición, me entrenó y me acogió desde el primer día, quien iba a por mí tras terminar periodos de exilio o cacerías que nos separaban; hoy está a mi lado después de creerle muerto, después de haber explotado mi ira en un exilio injusto que tenía su nombre y hoy, por primera vez al verle, ya no hay admiración, cariño ni respeto; en este momento lo odio, con la misma intensidad con la que algún día lo amé. Aferrándome a mis nuevos sentimientos hacia él, separé el trance que nos envolvía.

-Y yo espero que comprendas que las cosas son diferentes ahora, no esperes que olvide todo por lo que me hiciste pasar y me refiero a todo.

-Cuento con ello, Bell, pero justo ahora me interesa trabajar, intentemos dejar de lado nuestro historial, podremos ocuparnos de esos asuntos después, ¿qué es lo que te dijeron de nuestra muy especial tarea?

-Pensé que no te importaba obedecer órdenes del concejo y ahora trabajas para ellos, disculpa si no me trago esa ironía.

-Sólo digamos que tengo un interés especial en esto, responde mi pregunta, por favor.

-El vocero mencionó que mi compañero. -Le señalé con ambas manos. -Me diría todo lo que necesitaba saber.

-Está bien, hay mucho por contarte entonces. -Sus pasos se dirigieron fuera del estudio. -Ven conmigo, tenemos que hacer una visita.

Me ofreció su mano la cual miré con recelo por largos segundos hasta que la aparté, caminando a grandes zancadas lo pasé de largo, dirigiéndome a la puerta principal.

ANABELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora