Capítulo 7

4 1 0
                                    


Ahí estaba él, haciendo una entrada dramática buscando imponer miedo. Lo cual pareció funcionarle con la pequeña Amanda, quien estaba verdaderamente aterrada, no sabía si por el vampiro o porque la luz del sol entraba a raudales detrás de él, sea cual fuere la razón, me llamó a la acción, despegué a la pequeña que se aferraba a mí con fuerza para en un rápido movimiento acercarme a Sebastián, lo empujé fuera de la residencia, cerrando la puerta a mis espaldas.

-¿Qué haces aquí? -Le pregunté apenas nos vimos envueltos en el calor del día.

-Vine a buscarte, pero nunca hubiera imaginado que ibas a estar jugando a la casita con un pequeño intento de vampiro y el señor sueño.

-Déjame ver si entiendo, un día llegas a mi vida después que te creí muerto, viajamos durante horas para después ordenarle a un montón de vampiros que me maten, huyes sin mí y esperas que me quede sentada esperando que vuelvas a buscarme, ¿era ese tu magnifico plan?

-No exactamente. -Me crucé de brazos y le observé con el ceño fruncido. -No planeé que fueras a usar un vestido como ese, te queda bien.

Sin mostrar ningún tipo de decoro, posó sus ojos por un tiempo prolongado desde mis pies a la cabeza, me removí incómoda ante su mirada lo cual sirvió sólo para que Sebastián me tomara por la cintura y me empujara haciendo que mi espalda abriera la puerta detrás de mí, mostrando a una Amanda aferrada a la espalda de Nathaniel que se pasaba las manos por el cabello claramente molesto. Al entrar, me deshice del agarre del vampiro en mi cuerpo para poder cerrar la entrada nuevamente. Al ver mis acciones, Sebastián soltó una pequeña risa.

-Jamás imaginé verte defendiendo a cobardes, Bell.

-No eres bienvenido aquí, Sebastián. -Esta vez fue Nathaniel quién habló, sin disimular su evidente enfado. -Ni en esta residencia ni en mi ciudad.

-¿Ciudad? Esto apenas y pasa por un pueblo polvoso, pensé que tenías mejor gusto, doctor. -Mientras decía esto se acercó a él, al estar a unos cuantos pasos de distancia enfocó su mirada a la pequeña detrás de Nathaniel, un escalofrío me atravesó. -No sabía que te interesaban las niñas, ¿Cuál es tu nombre, pequeña?

La imagen me causó repulsión, cualquier intento de parecer amable o noble de su parte parecía retorcido, Amanda estaba soltando lágrimas silenciosas y aferrándose a las ropas de Nathaniel como si toda su pequeña vida dependiera de ello. Al ver mi preocupación, el vampiro de ojos azules se hizo a un lado, permitiendo que Amanda corriera hacia mí.

-Adorable, ¿quieres traerla con nosotros, Bell?

-Sebastián, no iré a ningún lado contigo. -Le dije al mismo tiempo que sostenía la mano temblorosa de Amanda.

-Preciosa, recuerda que no tienes opción, tenemos una tarea juntos.

-Ella te dijo que no irá contigo a ningún lado, vete ahora, Sebastián. No eres bienvenido.

-No necesito tu bienvenida, Nathaniel. -Dijo su nombre con un tono despectivo. -Tampoco tu permiso, Anabelle viene conmigo y no hay nada que puedas hacer para detenernos.

-No hables por mí, idiota. No me importaría desafiar al concejo rechazándote como compañero, te lo repito, no iré contigo a ningún lado, ya no más.

Mis palabras hicieron mella en él, percibí su pecho subir y bajar rápidamente, sus pupilas dilatarse de a poco mientras me observaba con fuerza, pude reconocer las intenciones tras sus movimientos, me estaba retando, intentando infundirme miedo para ceder ante él.

-Y me parece haber escuchado que Nathaniel te ordenó que te fueras. Solo.

-Anabelle, espero estés escuchándote. Volví para trabajar juntos. -Se dirigió hacia mí, con la ira expandiéndose a cada paso. -Y no planeo irme sin ti.

-Ya la escuchaste, ahora sal de aquí. -Las palabras de Nathaniel tenían un efecto en Sebastián que me tomó desprevenida, realmente se le estaba metiendo en la piel. -Nadie te quiere aquí.

Lo siguiente sucedió en cámara rápida. Sin darme tiempo a reaccionar, Sebastián me tomó por la cintura, alejando de manera violenta a Amanda lejos de mí. Al intentar sacarme a rastras de la residencia me dio un acceso libre a su vena yugular, bastaba sólo un movimiento de mis manos para arrancarle la vida al hombre que me había hecho pasar por un infierno al hacerme su proyecto personal, tenía la posibilidad, literalmente en mis manos, de terminar la tarea que me habían asignado hacía varios ciclos. Pero no fueron mis acciones sino las de Nathaniel las que lograron separarme de Sebastián.

Se escuchó un estruendo sordo por cada rincón de la residencia cuando un objeto impactó contra la cabeza de mi agresor, aturdiéndole el tiempo suficiente para que yo fuera libre de su agarre, continuando con mi pie impactando en su espalda, logrando moverle apenas unos centímetros más cerca de la entrada principal. Nuestras miradas se cruzaron y casi al instante fueron separadas por la figura de Nathaniel entre nosotros, él estaba dispuesto a luchar nuevamente por mí. Fue en ese momento en el que la curiosidad pudo más que cualquier otro sentimiento, ¿por qué él arriesgaría su vida de esta manera? Había mucho odio hacia Sebastián dentro de mí, sin embargo, eso no me cegaba al hecho de que era uno de los vampiros más poderosos que existen, me atrevería a decir que el último de su tipo. No tenía la certeza de cuáles eran sus intenciones, el rostro de Emma me hizo regresar a la realidad, el vampiro frente a mí había sido el causante de su exilio, definitivamente no podía confiar en él.

Ambos vampiros forcejeaban entre sí, como si de una competencia de fuerza se tratase, rastros de golpes adornaban sus rostros, el labio de Nathaniel había comenzado a sangrar, lo cual me movilizó de inmediato. Poniendo mi cuerpo como barrera entre ambos enfrenté a Sebastián y, de pronto nada más importó, estábamos solos en aquella habitación, hablando con nuestras miradas y entendiéndonos como el primer día, ambos queríamos hacernos daño el uno al otro, pero simplemente no lográbamos llevarlo a cabo.

-Iré contigo. -Le dije dejando a un vampiro claramente sorprendido detrás. A lo lejos pude escuchar la voz de Amanda gritando mi nombre. -Sólo para conocer a quien vinimos a buscar, si es que existe, si esta es una trampa o un intento de demostrarme algo, no dudaré en asesinarte, Sebastián, no esta vez.

-Tomas la decisión correcta, lamento decepcionar a tu Romeo. Pero soy un buen ganador, te esperaré en el auto. -Una vez salió de la residencia, me preparé para enfrentar a los dos vampiros que me miraban atónitos.

-No te puedes ir, Anabelle, no me dejes sola. -La pequeña Amanda volvió a ceñirse a mi cintura. -Al menos déjame ir contigo.

-El sol está en pleno apogeo, no puedes venir conmigo, además no estarás sola, Nathaniel se quedará contigo hasta que regrese. -Lo miré. -¿Cierto?

-¿De verdad crees que vas a volver?

-No sólo lo creo, lo haré. No necesito tu aprobación, Nathaniel. Tu y yo tenemos una charla pendiente, no te atrevas a moverte de aquí.

Posiblemente el vampiro de ojos azules hubiera deseado objetar ante mis palabras, pero no había cabida para eso en esta situación, poniendo distancia entre la pequeña vampiro y yo, me alejé rápidamente de la residencia, topándome de frente con Sebastián esperando por mí en el auto, sé que verme caminando hacia él parecería otra de sus victorias personales, pero en realidad no podía sacarme de la cabeza que quizá Nathaniel tenía dobles intenciones en sus acciones para conmigo, no podía pasar desapercibida su relación con Emma, no debía bajar la guardia, necesitaba conocer su historia y si hay alguien que sepa de historias, es el vampiro frente a mí.

ANABELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora