Capítulo 3

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No podía negarle a nadie que tenía miedo, pero tenía que ser fuerte delante de mis amigos ya que ellos también temían que no lograra regresar o que volviera maltratada por algún degenerado. Iba por la tercera calada de un cigarrillo cuando el teléfono comenzó a sonar en varias notificaciones agresivas, mi corazón se saltó un latido, pero lo reprimí, respire en silencio y en menos de tres segundos mi amiga estaba al lado mío esperando que revisara la publicación que hace menos de diez minutos coloque en la página que me había dado Pedro.

- ¿Y bien? – pregunto cuando me vio paralizada ante la pantalla – ¡Laura! – grito exasperada y me arrebató el teléfono viejo que tenía – No puedo creerlo – tapo su boca con una mano asombrada y yo solo podía mirarla sin entender nada tampoco.

- ¡Es increíble! – exclame entre emocionada y aterrada.

- ¿Cómo es posible que tantas personas estén en estos lugares? – ella me miraba sin entender nada.

Eran demasiados mensajes con demasiados dígitos, mi cabeza dolía solo de pensar en las consecuencias de esta decisión. Temía que fuera una persona violenta o con fetiches raros, quizás algún demente lleno de dinero, no importaba como se viera ya que podría cerrar los ojos hasta que terminara, pero como lo hiciera marcaria mi vida permanentemente.

-Creo que debes ver esto – me dio el teléfono aterrada y lo tome aún más asustada, aunque todos los perfiles carecían de ningún tipo de información, temía ver algún rostro conocido, aunque fuese estúpido ya que no conocía a gente de dinero.

Era un mensaje directo a mi perfil, me proponía cerrar la subasta y prometía un millón de euros. Una cifra demasiado alta, pero ya que iba a tener los mismos riesgos acepte en silencio. Cerré la subasta explicando que alguien había pujado un millón y al no recibir ningún otro mensaje que pujara por más me sentí aliviada de que ya haya terminado por lo menos esta parte del trámite.

- ¿Lo hiciste? – preguntó Ana sin querer mirarme, pues sabía que estaba siendo difícil para mí. No era lo mismo decir que lo iba a hacer que completar el primer paso.

-Lo hice – respondí bajito sin dejar de mirar el mensaje – Déjame sola, Ana – ella me miro rogando silenciosamente que la dejara acompañarme, pero no podía quedarme a su lado ya que en nuestra conversación pudiera haber términos que ella no aprobaría – Por favor – suplique regalándole una sonrisa tranquilizadora y ella asintió saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

Suspire tratando de calmar la oleada de sentimientos que me ahogaban. Mis momentos difíciles en las calles vinieron fugazmente a mi mente, las situaciones que tuve que pasar me atacaron vilmente, cada recuerdo como una daga afilada. Las lágrimas caían por mi rostro y tuve que morder mi mano para no emitir ningún sollozo que alertara a mi amiga. Suspire y seque las lágrimas con ira, no podía permitirme volver a pasar momentos como esos, tenía que aceptar que vivía en un mundo donde el rico puede pisotear al pobre, donde un pedazo de papel puede comprar casi cualquier cosa y donde una mujer tenía que ser de acero para librarse de situaciones que la aprisionaran contra la pared.

No me iba a dejar caer fácilmente, no iba a permitir que todo el esfuerzo que habían hecho mis padres adoptivos cayera al vacío, no iba a dejar que todas mis noches de estudio, mis lágrimas ante cualquier adversidad en la carrera, que mis días en el hospital tratando de ganar habilidades o que mis sueños se vieran interrumpidos por el miedo y la cobardía. Ya había tomado una decisión así que tenía que terminarlo de una vez, rápido y directo.

El primer mensaje llego al perfil de la cuenta en esa aplicación:

Buenas noches desde Corea del Sur, debo pedirle que agregue este número de teléfono y me contacte por cualquier otra vía más discreta y directa.

Adiós Virginidad !!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora