Capítulo 6

304 22 4
                                    

- ¿A qué esperas? – le pregunte con completa duda, ya que llevábamos aproximadamente una hora entre charlas innecesarias.

- Pensaba conocerte más – se encogió de hombros para luego sonreírme pícaro – A menos que decidas que esto es en vano y me muestres una faceta que no es la tuya, y así conoceré a alguien que no existe o también puede ser que quieras pasar directo a la acción.

Al soltar su última oración casi me ahogo con el humo del cigarro y le dediqué una mirada enojada, el solo soltó una carcajada sonora y en ese mismo momento tuve un brillante plan. Lentamente apague el cigarro en el cenicero sin dejar de mirarlo, todavía quedaban rastros de su sonrisa, me levante del sofá sin arreglar el vestido que yacía un poco elevado revelando mis generosos muslos, lo vi tragar mientras me acercaba a él. Por dentro estaba realmente avergonzada, creía verme realmente ridícula pero su actitud me permitió seguir con mi acto de seducción. Verlo tan ansioso por que me acercara más, ver como su lengua pasaba juguetona por sus labios deseándome, me hizo sentir realmente bien, me sentía tan deseada que juro pude sentir como mi autoestima estaba siendo elevada por los cielos. Cuando estuve frente a él me detuve por un momento para regalarle una sonrisa de absoluta satisfacción.

- ¿Qué sucederá si deseo pasar directo a la acción? – solté en voz baja, pero lo suficientemente alta como para que él me escuchara. Por un segundo vi pasar mil emociones por sus achinados ojos, deseo, pasión, lujuria y algo más que no estaba segura de lo que llego a ser.

En un limpio y ágil movimiento, una de sus manos sostuvo mi muslo derecho y la otra empujo mi cintura hacia él, dejándome caer sobre si con ambas piernas a sus costados. Me impresiono su agilidad y lo realmente sensual que había sido ese gesto.

-Te dije que lo que quisieras podías pedirlo – su ronca voz erizo mi piel y por un momento sentí la urgencia de bajar la cabeza en absoluta sumisión, pero lo reprimí, no quería dejarme doblegar tan fácilmente.

-Pues ya sabes lo que deseo – en cuanto esas palabras salieron de mi boca la suya me atrapo, sus finos y seductores labios eran una debilidad. Sus manos me sostenían con fuerza haciéndome imposible que pudiera separarme de él. El beso no fue como el primero, que paso de seductor a salvaje, este comenzó siendo tan ardiente que fue imposible no retorcerme sobre él, necesitada, desesperada, hambrienta.

-Cada que hablas me doy cuenta lo equivocado que estoy al pensar que te conozco, aunque sea un poco – mientras hablaba yo jadeaba logrando encontrar un poco más de oxígeno y sus manos bajaban la cremallera de mi vestido – Pero debo decir que me encanta.

No tuve tiempo de responderle pues sus labios comenzaron a devorarme nuevamente, como si fuese imposible para él contenerse, y aunque quisiera negarlo y ser alguien cuerdo, no podía. Lo deseaba y estaba feliz de que lo que comenzó como una aventura traumática pudiera generarme tanto placer, de ese placer que no pensaba encontrar en mi cuerpo.

Ver como mi cuerpo se calentaba y respondía a sus caricias me hacía agitarme aún más. Mis manos apretaban la fina camisa blanca como si así se calmaran todas mis necesidades internas, porque mis bragas estaban mojadas y mi interior palpitaba deseoso de él. Sus grandes manos apretaban cada parte en específico sacándome jadeos entre el beso, y sin querer, comencé a moverme sobre el exigiendo la fricción que me llevaría al deseado final, su pene erecto me ayudaba a sentir esa fuerte necesidad de seguir frotándome hasta llegar a mi liberación, entonces se detuvo su apasionado beso. Se levantó aun conmigo encima, sacándome un gemido bajo al dejar de sentir su firme miembro en mi zona sensible. Renovó el beso y camino a ciegas hacia una de las habitaciones del largo pasillo, la ansiedad comenzó a vibrar en mi pecho.

-Deshazte de lo que sobra – soltó con la voz más ronca de lo normal justo cuando mis pies pisaron la suave alfombra de la gran habitación. Entendí perfectamente a lo que se refería, así que bajé rápidamente el vestido, mientras él me miraba con más ansias.

Cuando estuve solamente vestida con el sensual juego de encaje, levanté la cabeza para poder apreciar su expresión. Su cara tenia más expresiones de las que podía entender, pero el deseo era demasiado potente para ocultarlo y aunque quisiera comportarme como una persona completamente cuerda, no podía, yo lo deseaba demasiado.

En esta situación se suponía que una persona psicológicamente estable, estuviese nerviosa o apenada, incluso aterrada, pero yo lo estaba deseando como si el hombre frente a mi fuera mi pareja de toda la vida, como si nos conociéramos de hace tanto tiempo que entre nosotros no cabía la vergüenza.

- ¡Eres la mujer más bella que he tenido! – camino hacia mí que aún me encontraba parada en medio de la lujosa habitación – Quiero que me recuerdes siempre – su mano bajo rozando desde mi mejilla hasta mi cintura, su movimiento demasiado lento y sensual hizo que mi piel se erizara y que un rayo de electricidad recorriera mi columna vertebral.

- ¿Esta mal que lo desee tanto? – pregunte con los ojos cerrados sintiendo como el leve roce de sus dedos sobre mi piel me hacía anhelar más contacto.

-Solo quiero eso, que me desees tanto que vuelvas por mi voluntariamente – volvió a decir, pero no estaba dispuesta a seguir negándome, solo quería más.

Y como si mis pensamientos hubiesen sido escuchados, su mano rodeo mi cintura y de un fuerte movimiento me pego a su cuerpo, mi piel ardía en desesperación por lo que me llene de valor y decidí tomar el control y no permitirle que siguiera jugando con mi sistema nervioso. Lo bese. Tan fuerte como pude, mis manos sostuvieron su hermoso cabello negro, comencé a jugar con sus mechones mientras mis labios se movían con los suyos. El olor del alcohol y los cigarrillos hicieron que mi cuerpo respondiera más a su encanto, estaba siendo hechizada por él, por su toque desvergonzado en mis glúteos, por su pecaminosa lengua que revolvía mi cuerpo entero, por la fuerte presión que sus dedos hacían en mi fina cintura. Era una jodida droga.

Mis piernas comenzaron a temblar ante tanta sobrecarga de sensaciones estimulantes que jamás había sentido, el pareció darse cuenta por lo que sin romper el beso fui depositada en la cama lentamente. Sus fuertes brazos me arrastraron hacia el medio de a enorme cama tamaño King. Sus caricias comenzaron a repartirse por diferentes puntos sensibles de mi cuerpo mientras yo solo podía temblar y jadear en busca de aire, pero detuvo el beso, se concentró en mi cuello y jamás pensé que un beso allí podría hacerme mojar aún más, sus manos comenzaron a acariciar mis senos, que no eran ni grandes ni pequeños, pero podía jurar que en sus grandes manos se debían ver diminutos. Jadeos y bajos gemidos salían de mi boca a borbotones calentando la silenciosa habitación.

-No debí elegir un conjunto tan elaborado – se quejó del mismo traje de encaje que había elegido para mí y yo solo reí mientras me sentaba y lo eliminaba lentamente. Sus ojos no abandonaron mi cuerpo en ningún momento, estaba devorándome con esa mirada cargada de lujuria contenida. 

Adiós Virginidad !!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora