¡mareos!

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Sin querer olvidar, se olvida
Lorent Lombardini

***

son melancólicos los momentos  que se trae y que se lleva en toda una vida; pero más melancólico es, el saber que tarde o temprano ya no recordaremos momentos que de alguna manera marcaron una pequeña pauta, un instante inesperado y a la vez riquísimo en nuestra mente, pero que al paso del tiempo vamos olvidando poco a poco.
El reloj ya lo detesto sin estarlo mirando, las manecillas me tienen en un sufrible aburrimiento y el estómago está dando giros que en cualquier momento anunciaran un reflujo no deseado. Los nervios me comen desde adentro del pecho y las manos no paran de sudar, la pierna derecha tiene un tic  que no suspende y eso me coloca más ansiosa desde que llegue a la clínica  con Mark.

La cita acordada era a las once y diez minutos de la mañana, y veo que ya son más de la doce del día y me frustra en demasía que estoy perdiendo tiempo y muy valioso en mí trabajo. Las citas que tenía para este día, ya no pudieron hacerse por la noticia de mis diagnóstico que me la dan hoy a la hora que el doctor marcell le había dicho a Mark, pero las manecillas del reloj siguen sin parar y el tiempo sigue sin detenerse y nada ni nadie viene por nuestra búsqueda, ¿será que la reunión es más compleja de lo que pienso? O ¿es que mi diagnóstico no es tan importante como pensábamos?
Decido levantarme e ir por unos caramelos que están en la recepción del fondo, camino y voy visualizando que en cada esquina hay un florero con tulipanes blancos y amarillos, me acerco a ellos e inclinándo me huelo su dulce aroma, que me lleva a la paz y  a la vez a un malestar de mareo y nauseas contenida. Me dispongo a correr a los baños antes que vomite en pleno pasillo, y llegando al primer retrete voto todo lo que me había comido en el desayuno.

-Estúpidos nervios – hablo bajo para que nadie escuché lo que digo.
Lavo mi cara y  me veo en el espejo que está en el baño. Mi rostro tiene dos grandes ojeras y unos ojos brillosos como si hubiera estado llorando por horas, los ansiolíticos no ayudan en nada y los nuevos fármacos hacen estragos que me dañan poco a poco, pero decido no decir nada acerca de lo que siento cuando ingiero aquellos medicamentos nuevos. Deberé de acostumbrarme con el paso del tiempo y que mi cuerpo vaya  adiestrándose con los diferentes fármacos.

Salí del baño, no antes sin maquillarme un poco y no verme tan destruida, un poco de rímel y labial para disipar las miradas de indiferencia y para sentirme un poquito más segura.  Pero la seguridad se fue por donde se fue el vómito, ya que al salir del baño el doctor marcell y Mark estaban esperando fuera de este.
Camino con paso decidido de la mano de Mark, entrando de nuevo al despacho del doctor, esta vez solo.

- ¿Cómo has estado lorent?- pregunta él, sacando una carpeta marrón de un portafolio.
Me mira y espera mi respuesta, pero de mi boca no sale nada. Mark apretuja mi mano levemente y me hace reaccionar

-Bien- contesto con poco tono de voz

-¿has tenido sueño últimamente? – vuelve con otra pregunta, esta vez abriendo la carpeta y ojeándola

-Un poco- respondo de nuevo sin una pizca de ganas
Me recuesto en el hombro de Mark, y cierro mis ojos al ver que el doctor no hace ni dice nada de nuevo. Suspiro y para cuando vuelvo abrir los ojos ya no veo al doctor en su escritorio, sino en la puerta para abrirla y darle paso al hombre que traía el diagnóstico esperado.
¿Cómo lo sabía? Por el fichero debajo de su brazo y porque mi nombre estaba escrito en letras mayúscula, debajo de un título que me erizo los vellos del cuerpo, completamente.

TRASTORNOS PSICOLOGICOS
LORENT LOMBARDINI

-Buenos días señorita lombardini, un gusto volverla a ver- habla el recién llegado sin mirarme - ¿Cómo le ha ido colega?- esta vez se refiere a Mark

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2021 ⏰

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