¡No soy como tú!

57 7 0
                                    

Ya casi estaba lista, tenía todo preparado para cuando Mark llegará por mí , lo único que faltaba era rociarme perfume y listo.

Suena el tiempo.

Perfecto a buen tiempo, pero algo dentro de mí, decía que no fuera que está noche iba hacer diferente y que seguramente no recordaría.

Abrí la puerta y encontré a un hombre distinto en todas sus facetas de psicólogo. Esbelto, guapo, atractivo y sensual.

– estás bella con ese vestido rojo- dijo- puedo pasar señorita?- pregunto.

No dije nada, tan solo lo deje entrar al departamento.

– quieres una copa?- pregunté. El subió los hombros sin dar importancia, de todas maneras fui a servir el licor.

– ya pensaste lo de las pequeñas vacaciones?- valla, si que me tomo por sorpresa esa pregunta.

– estoy en eso, pero aún no me decido.- conteste dándole el licor.

– cualquier duda me dices Lorent y tal ves yo también me de unas pequeñas vacaciones- me guiñó un ojo y sonreí de lado.
Tal ves ahora sí me da ganas de vacaciones, pensé.

– nos vamos? - lo imite colocándome como él estaba parado.

– por supuesto- dijo colocando la copa en la mesita de la sala y después abriendo la puerta.

Luego de veinte minutos me encontraba en el restaurante más prestigiado de Manhattan, donde esté ya estaba abochornado de tantas personas.
Para uno poder ir a comer o pasar un rato agradable se debía de apartar una mesa antes de las cuatro de la tarde. Así que me imagino que mark ya la había apartado.

Llegamos con el reseccionista y vimos de treinta a cuarentena mesas muy bien presentables y decoradas con telas rosas y carmesí. Muy lindo, Pero yo hubiera preferido de color negro.

– buenas noches señor, tiene mesa reservada?- pregunto aquel hombre de mucho bigote a mark.

–  no Alfredo, no hice la reservación. - Alfredo, cómo así? Me pregunté atontada. Mark conocía al reseccionista.?

– oh, señor mark, discúlpeme! No me fijé que era usted, siempre se ve muy diferente cuando no lleva las gafas puestas . - necesito que me expliquen, pense.- de verdad disculpe!- volvió a decir el tal Alfredo.

– no pasa nada, tranquilo. Solo déjame pasar, mira que llevo compañía- mark agarro mi mano y junto sus dedos con los míos  entrelazados.
Sonreí tan solo un poco, me sentía acalorada, seguramente era por el montón de personas.

– si,si,si,claro. Ya sabe que su lugar nadie lo toca, solo usted señor Mark y además tenía tiempo sin venir. Que lo trae por aquí aparte de la comida?, Viene a ver a su tío?- tío! Hay me siento en el vacío, mark sabe de mi todo pero yo de él nada prácticamente.

– si, eso y propuestas Alfredo. Nos vemos entre un rato, me lleva a la mesa lo de siempre.

– como usted diga señor mark.

Entramos al gran restaurante,por dentro se mostraba mucho más grande pero lo impresionante fue las escaleras que llevaban a una pequeña terraza, con una mesa para dos y un florero que llevaba  un girasol, ¡un girasol que belleza!. La planta era más  grande que ni el florero...

Me senté en una de las sillas y agarre un pedazo de hielo que había en un tazón de vidrio.
Me lo metí a la boca, mientras que mark solo hacia era mirarme.

– quieres explicaciones?- asentí levemente con la cabeza– este restaurante pertenece a la familia. La asociación es entre mi padre y mi tio. Pero después que mi padre muriera, el traspaso de bienes quedó a mi nombre.

muertes perversas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora