Capítulo 1

541 83 33
                                    


Donghae despertó con la cabeza estallándole de dolor. Abrió los ojos murmurando un quejido y cuando quiso removerse en la cama, su pierna izquierda palpitó terriblemente. 


—¡Dios, qué es este dolor! —se quejó respirando agitado, casi al borde de las lágrimas. 


En la oscuridad de la habitación, se quitó la sábana cómo pudo e intentó bajar de la cama, la cual estaba más alta de lo que recordaba. Puso el pie derecho sobre el piso y éste cedió al instante, haciéndole caer. Gritó con lágrimas rodando por su rostro. Todo su cuerpo era un latido palpitante de agonizante dolor.


—¿Qué sucedió? —preguntó una persona alarmada, entonces la luz tenue de un velador se encendió. 


Donghae levantó la cabeza y distinguió a un hombre sentado en una cama cercana a la suya.


—¡¿QUIÉN ES USTED?! —gritó al verlo. Acto seguido gritó lo más fuerte que pudo:—. ¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡ENTRÓ UN LADRÓN!!! 


Tenía que ser un ladrón. Uno que se metió a su casa a mitad de la noche y lo molió a golpes. Eso explicaría el insoportable dolor. 


—¡¡¡AUXILIO~!!! — exclamó raspando su garganta.


El ladrón vestía una bata blanca y un suero colgaba hasta llegarle al brazo. Fue allí que Donghae fue consciente de la tubuladura tironeando de su propio brazo y de la bata blanca que vestía también. Él no se encontraba en su departamento... 


—¿Hospital? —susurró confundido para sí mismo.


Y su mente estaba en blanco. No recordaba haber ido al hospital por su cuenta, ni podía concebir el cómo había llegado hasta allí. Pero el dolor terrible que sentía debía ser la razón.


—¡Enfermera! —gritó el hombre que estaba cerca suyo.


A los pocos segundos una enfermera preocupada abrió la puerta y encendió la luz principal, luz que quemó los ojos de Donghae. Ésta se horrorizó al verlo en el piso y salió corriendo gritando por ayuda. Donghae continuaba quejándose de dolor cuando a los pocos segundos, varias personas entraron a la habitación para ayudarlo a levantarse. 


—Me duele todo —se quejó él llorando, mientras lo regresaban a la cama.


Quien parecía el médico ordenó la administración de analgésicos, que rápidamente una enfermera le proporcionó. 


—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el médico después.


Pero Donghae comenzó a sentirse mareado y no pudo contestar. El dolor fue atenuándose y sus ojos comenzaron a sentirse pesados.  


—Dime tu nombre —apremió el médico con insistencia—. Necesito saber quien eres y contactar a tu familia.


Familia... Donghae pensó en su madre, en su abuelo. A ninguno de los dos quería verlos. Sentía una repulsión intensa por ambos familiares. A la única que habría querido cerca era a su abuela, pero ella había fallecido hace algunos años.

El hijo de la empresariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora