Capítulo 7

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Por desgracia, Donghae no pudo pedir comida de un restaurante para la cena. No estaba su celular ni su billetera para hacer el pedido o siquiera mandar a alguien a conseguir el menú especial que quería. Y Eunhyuk se excusó en ayudarle diciendo que a su celular se le había agotado la batería como para hacer la llamada al restaurante, y que tampoco tenía dinero para ir en persona, ya que sus últimos billetes los había gastado en el aguacate que compró para él. 

Lamentablemente se tuvo que conformar con la cena del hospital, el cual consistía en pollo insulso acompañado de un puré de zapallos con exceso de agua. Por fortuna, tenía los aguacates. Y para mayor comodidad, esta vez sí le sirvieron en plato de porcelana y cubiertos de metal. Gracias a sus demandas, los cubiertos descartables eran historia pasada. Quejarse sí servía de algo.


—Bueno, lo dejo para que coma tranquilo —dijo Eunhyuk con una cara asqueada mal disimulada.


Donghae siguió su mirada, la cual finalizaba en el plato de comida donde dejaba los aguacates que pelaba. Esta vez entendía la reacción del médico, el pollo junto al puré de zapallos estaba para vomitar, pero el aguacate lo mejoraba y era un buen acompañante para el pollo. Definitivamente no comería el zapallo.


—Sí, váyase —dijo antes de llevarse a la boca un buen pedazo de pollo junto al aguacate—. Mmm...


Donghae gimió ante la mezcla conocida de sabores. Eunhyuk por alguna razón se tapó la boca y salió de la habitación casi corriendo. 


Una hora después, el camarero pasó a buscar los utensilios. Éste se llevó la bandeja de la cena y cerró la puerta. A partir de ahí fue como si los minutos pasaran con extrema lentitud.

Había un reloj de aguja en una de las paredes. Donghae lo observaba sin mucho más que hacer.

Dormir la mayor parte del día fue un grandísimo error. Eran apenas las 21hs y para esa hora Donghae se sentía bien despabilado para su gusto, sin un ápice de sueño. Él no era de dormir temprano. Sin embargo, ahora lo lamentaba. 

Desde que tenía memoria, para Donghae siempre fue difícil conciliar el sueño. Con el tiempo había aprendido a lidiar con esta situación yendo al gimnasio. Hacía ejercicio hasta medianoche o incluso más. Cuando sentía sus preocupaciones alejarse de su cuerpo sobreexigido, entonces recién allí paraba y regresaba a su departamento, donde luego de una ducha rápida, caía rendido ante el cansancio físico. Durante sus últimos años, la mayoría de sus noches se desarrollaban así. En realidad las prefería así. Porque era en la noche cuando más resentía la soledad que desbordaba su vida y le impedía conciliar el sueño. 

Estar recuperándose de un accidente lo tenía limitado en cuanto el movimiento. Ni hablar de hacer ejercicio. Después del dolor que sufrió al ser cambiado de habitación, Donghae prefería dejar descansar a su cuerpo, sobre todo su pierna izquierda que era la más resentida. Entonces bajo este panorama de movilidad reducida, Donghae no tenía manera de ejercitarse para caer dormido por el cansancio. Haber dormido durante la mayor parte del día empeoraba sus perspectivas de sueño. Y la oscuridad de la noche se cernía por la ventana trayendo consigo la cruda soledad. Para colmo de todos los males, no había nada con qué distraerse. Ni su teléfono celular, ni una tablet y mucho menos un televisor. Su habitación se veía enorme y solitaria en aquel momento y, si él mismo no hablaba, terriblemente silenciosa.


—¡Eunhyuk! —gritó molesto.


No pasó más de unos minutos cuando la puerta se abrió dando pasa al médico joven con un semblante resignado.

El hijo de la empresariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora