Capítulo 4

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Eunhyuk llevó la silla de ruedas a través del pasillo. No había pasado ni una hora cuando el director del hospital le llamó para preguntar si ya habían reubicado al señor Lee a una habitación individual. El plan de dejar al tal Donghae en su habitación compartida había sido un fracaso. Eunhyuk balbuceó una mentira acerca de que la habitación en cuestión estaba en preparación, pero ni bien el director colgó la llamada, tuvo que ponerse en marcha. Al parecer el director no olvidaría el asunto y tenía como prioridad número de todo el hospital consentir al quisquilloso Lee Donghae.


—Bien, ¿está listo para que lo traslade a un mejor lugar? —preguntó Eunhyuk con algo de sarcasmo al ingresar a la habitación compartida.

—Por fin —dijo en un suspiro el paciente que era compañero del señor Lee.

—A usted no lo van a trasladar —contradijo Donghae como si fuera lo obvio—. A quien van a cambiar a una mejor habitación es a mi.

—Ya lo sé, por eso me alegro. Ya no tendré que escuchar sus tontas quejas.


Eunhyuk se cubrió la boca, tratando de sofocar la risa ante la sinceridad del otro paciente. Inmediatamente Donghae lo fulminó con la mirada, por lo que tuvo que tragarse las carcajadas a duras penas. Tras carraspear acomodó la silla de ruedas cerca de la cama del quejumbroso.


—No se preocupe que ya me lo llevo —dijo al otro paciente con amabilidad. Luego dirigió la mirada aburrida hacia Donghae—. Señor Lee, debo trasladarlo a otra habitación.


"Señor Lee". Eunhyuk se cuestionaba por qué tanta formalidad a esta persona. Obviamente la razón económica era el justificativo, pero quitando eso, este sujeto con actitud altanera y soberbia tenía la misma edad que él. 

Eunhyuk había leído su informe con los pocos datos que se habían recolectado de él. No es fácil obtener información cuando la fuente es reacia a las preguntas, pero había averiguado que tenía veintisiete años al igual que él. Dicen que las personas de la misma edad suelen llevarse bien porque comparten gustos similares. Eunhyuk no creía poder llevarse bien con este chico rico, pero ni en sueños. 


—Ay, me duele todo —se quejó Donghae al quitarse la sábana e intentar mover las piernas.

—Le ayudo a sentarse.


Eunhyuk le tendió los brazos, intentando darle estabilidad a su cuerpo doliente. Donghae se aferró a éstos y comenzó a bajar con cuidado la pierna derecha al piso. Lo hizo despacio, tratando de evitar el dolor, entonces sus facciones se volvieron serias a mitad de su concentración. 

Eunhyuk le observó el rostro mientras el otro se movía lento. Era cierto. Parecía un modelo. Un hermoso modelo. Casi parecía una persona con la que sería muy interesante hablar. Por desgracia, el encanto se rompería cuando éste abriera la boca y su personalidad desagradable saliera a flote. Sin embargo, verlo callado, en silencio... Había que reconocer que éste tenía un rostro que muchos envidiarían tener. Sus rasgos eran finos, delicados, pero su cuerpo contrastaba terriblemente con su cara cincelada. Todavía recordaba el examen físico que le había hecho en urgencias. Había mucho músculo debajo de aquel pijama que lo cubría. Músculo firme y duro, aquel que se formaba después de mucho gimnasio.

"¿Entonces lo encontraste guapo y lo trajiste?", le había preguntado Jungsoo en urgencias.   

Eunhyuk recordó el instante en el que chocó contra Donghae en la calle y los apuntes que llevaba en los brazos cayeron desparramados por el piso. Ya venía sonriente por haber aprobado el examen anual, por eso un simple accidente no le quitó la alegría que burbujeaba en él. Sin embargo, sintió su propia respiración engancharse al ver el rostro de aquel chico contra el que había chocado accidentalmente, y su sonrisa se extendió aun más. Si bien el chico lucía serio con su ceño ligeramente fruncido, Eunhyuk se sintió un poco agitado en su interior ante semejante belleza varonil, pero el chico a penas articuló dos palabras escuetas. Cuando terminó de recoger sus cosas, no había razón para quedarse a charlar con alguien que no demostró interés en absoluto. 

"De todas formas, nadie es para mí", había pensado en aquel momento. Ya había asimilado ese pensamiento profundamente al punto de que ya no le afectaba. 


—Gracias y lo siento— dijo agradecido por ayudarle a recoger sus cosas.


Y siguió su camino, aun sin perder la sonrisa.

Cuando escuchó el chirrido de unas ruedas y el estruendo de un impacto, Eunhyuk se detuvo al instante. La gente se acumuló en la calle que había cruzado hacía unos segundos. Cuando se acercó a ver si podía ayudar al herido, se llevó una sorpresa grande al ver al chico con el que había chocado accidentalmente desmayado en el suelo. 

Eunhyuk perdió el hilo de sus pensamientos al escucharlo suspirar aliviado al apoyar el pie derecho. Donghae se permitió un instante de descanso antes de proseguir con la otra pierna, entonces su rostro se tiñó de sufrimiento a medida que movilizaba la pierna izquierda, la que recibió el mayor daño. 


—No me puede doler tanto. No me estás dando los analgésicos adecuados —se quejó Donghae apretando los dientes.


Eunhyuk trajo su mente al presente, donde tenía a este chico de mal carácter luchando por sentarse al borde de la cama.


—El choque que sufrió le ha provocado contusiones diversas —explicó lo más sereno posible—. Se le recetó fuertes analgésicos. Sin embargo, no se puede aliviar el dolor por completo. Le dolerá varios días más a pesar de los analgésicos. 

—No estás haciendo tu trabajo bien. Mejor trae a otro médico más competente —ladró Donghae inconforme por la respuesta.

—Con gusto —dijo Eunhyuk quitando los brazos en los que el otro se sostenía.


De imprevisto, Donghae se quedó sin apoyo; su cuerpo se puso rígido al mantener el equilibrio por su propia cuenta, pero el dolor estalló en él sacándole un gruñido. Eunhyuk caminó hacia la puerta raudamente con intenciones de dejarle solo, pero un gritó le impidió salir.


—¡No puedes irte ni aunque te eche! —vociferó Donghae, estallando en cólera—. ¡Eres mi médico, algo así como mi sirviente personal! ¡Y si no quieres que te vuelva a acusar con el director, debes hacer todo lo que yo te diga!


Eunhyuk se giró indignado, a punto de vociferar una respuesta también. ¿Quién se creía este maleducado? Sus ojos le picaban del enojo que sentía, pero no le iba a dar el gusto de llorar. Respiró profundo para calmarse y no partirle la cabeza a ese grosero, que de hermoso no tenía ni un pelo.


—Doctor, si quiere llamo al 911 de nuevo —sugirió el otro paciente, sosteniendo su teléfono celular—. Quizá esta vez sí se lo lleven al calabozo.


Eunhyuk parpadeó repetidas veces, alejando el malestar que sentía. Ahora que lo pensaba, no sabía cómo Donghae había llamado a la policía si éste no tenía en su poder su propio teléfono.


—¿Fue usted quien llamó a la policía —le preguntó curioso.

—Sí, fui yo —reconoció el paciente nervioso—. Aunque le pido perdón. No quería que le causaran problemas a usted. En realidad tenía la esperanza de que se llevaran preso a este quejoso por causar disturbios.


Donghae fulminó al otro paciente con la mirada, enfadado por sus intenciones. Eunhyuk en cambio se dio la libertad de reír esta vez.


—Lamentablemente no tuvimos esa suerte —respondió risueño, disculpando al otro paciente. 



El hijo de la empresariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora