Capítulo 9

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Eunhyuk se encontraba sentado en un duro asiento de tren. Era tan duro e incómodo, que sentía el cuello entumecido de tantas horas de viaje. A través de la ventanilla, podía ver el atardecer cernirse como un manto anaranjado sobre el horizonte, pero de repente todo se oscureció hasta el punto de no ver nada en absoluto. Sintió que los párpados le pesaban como rocas al mismo tiempo que un agarre suave se situaba sobre sus mejillas. Estaba dormido, ahora lo sabía, pero era tan difícil despertar.

Un sonido ahogado penetró en sus oídos, como si alguien estuviera llorando a lo lejos. Tras un esfuerzo enorme, abrió los ojos confundido acerca de su entorno. 

Percibió que alguien estaba muy cerca.


—Te encontré —susurró esta persona entre sollozos—. Por fin te encontré. 


La luz de la habitación estaba apagada. Sin embargo, el brillo de la luna era suficiente para distinguir la silueta del señor Lee a pocos centímetros de distancia. Eunhyuk se despabiló del susto al notar la cercanía. El señor Lee lo tenía sujeto, sus manos le enmarcaban la cara, y Eunhyuk se sobresaltó. Estaban tan cerca uno del otro que sentía que casi respiraban el mismo aire. 


—Señor Lee, ¿qué...? ¿Qué hace? De- debería estar en la cama —alcanzó a decir entre tartamudeos mientras trataba de hacerse hacia atrás.


Pero el señor Lee no lo dejó alejarse. Eunhyuk forcejeó, le empujó los brazos para soltarse, sin embargo, el agarre sobre sus mejillas se intensificó aun más. Eunhyuk se asustó hasta los huesos. Si bien el agarre no era doloroso, la mirada del señor Lee era tan intensa y profunda, y tan inquietante. Tras las lágrimas, sus ojos le observaban con una mezcla de fascinación que Eunhyuk no comprendía, lo que le provocó una sensación de peligro inminente.


—Por fin te encontré —repitió el señor Lee con la respiración alterada. Y cada respiración parecía una lucha para él. Las lágrimas caían como un torrente que parecía no tener fin—. Te encontré, Hyukjae.

 —¡AYUDA! —gritó Eunhyuk con todas sus fuerzas.


El grito pareció confundir a Donghae, y Eunhyuk aprovechó el instante para ponerse de pie. Donghae perdió el agarre que tenía sobre sus mejillas, pero sus manos no se alejaron y se cerraron sobre el guardapolvos que usaba, manteniéndolo cerca para pesar de Eunhyuk.


—No te asustes, Hyukjae —suplicó el señor Lee—. Soy yo, Donghae. 


Eunhyuk no lo escuchó. Notó que Donghae estaba de pie haciendo un gran esfuerzo con su pierna derecha, que sostenía la mayor parte de su cuerpo, mientras la pierna izquierda a penas estaba apoyada sobre el suelo. Entonces, Eunhyuk trato de alejarse aprovechando el flanco izquierdo debilitado de Donghae. Éste trató de avanzar para no perder el contacto, pero al dar un paso en su dirección, la pierna izquierda resintió el movimiento y cedió al instante, perdiendo el equilibrio.

A pesar de tener el corazón en la boca, Eunhyuk no pudo evitar regresar en su ayuda. Alcanzó a sostenerlo antes de la caída al piso, pero el dolor ya había sido desencadenado. 


—¡AAAAHH! ¡Mi pierna! —exclamó Donghae en alaridos de sufrimiento.


Y aun así, éste no desaprovechó el momento para aferrarse a Eunhyuk en un abrazo desesperado.

Eunhyuk no sabía qué hacer.

El hijo de la empresariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora