Capítulo 13

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—El cuerpo de tu madre será enterrado en otra parte del cementerio —dijo ella mirando a Hyukjae—. Te acompañaré rápido para que te despidas de ella. Ven conmigo.


Hyukjae, quien lloraba bajo, asintió y caminó hacia ella. Donghae quiso seguirlo, pero su madre no se lo permitió.


—Tú no, Donghae —dijo seria—. Tu padre será enterrado en este sector. Quédate aquí y despídete de él. Deja que Hyukjae se despida de su madre solo. Él necesita este momento para poder seguir adelante.


Donghae frunció el ceño. Él se aferró a la mano de Hyukjae con más fuerza, pero su abuela le tomó del brazo.


—Donghae, deja que Hyukjae vaya, por favor. Él regresará en unos minutos y volverás a estar con él. Tenlo por seguro. Tú debes despedir a papá.


Su abuela estaba acongojada, llorosa, pero le hablaba con cariño y no se filtraban dudas en su voz, por lo que Donghae asintió pese a que continuaba reacio a la idea. Lentamente soltó la mano de Hyukjae y su madre lo llevó de la mano en dirección hacia donde el otro grupo de personas cargaban el cajón. Por otra parte, Donghae fue llevado hacia el sitio donde su padre sería enterrado. Él giró la cabeza viendo cómo Hyukjae se alejaba. Hyukjae se alejaba y el espacio entre ellos se convertía en un paisaje inerte y frío.


—¡Hyukjae!— lo llamó para que regrese, pero su voz no fue escuchada—. ¡Hyukjae! —intentó una vez más, pero el viento se tragó su voz—. ¡Hyukjae! —insistió con la garganta dolorosamente apretada. 


Las lágrimas caían y Hyukjae se alejaba en el horizonte nevado de aquel cementerio. A medida que su silueta se hacía más pequeña, el cuerpo de un adulto fue reemplazando al niño que era. Antes de desaparecer por completo, la persona adulta se giró lentamente por última vez. 

Sus ojos... 

Su nariz... 

Sus labios...   


—Hyukjae —llamó angustiado, despertando sobresaltado.


Donghae tenía la respiración acelerada y el rostro húmedo por las lágrimas. A pesar de que sentía el cuerpo adolorido, su mente estaba muy lejos del dolor físico, corriendo a mil por hora con pensamientos arremolinados y dirigidos todos hacia Hyukjae. Es decir, a Eunhyuk, quien era Hyukjae, pero por alguna razón desconocida éste no lo admitía, o quizá no lo recordaba. Pero eso no era un problema; si ése era el caso, Donghae lo haría recordar.

Con aquella idea fija en mente, Donghae se incorporó sobre sus codos como pudo haciendo un esfuerzo enorme por no gritar de dolor, puesto que la pierna izquierda aun le limitaba el movimiento. Desde aquella incómoda posición, observó rápidamente en todas direcciones buscando a Hyukjae, sin embargo, a simple vista él no se encontraba. La habitación parecía vacía, y con creciente desesperación notó que ésta se veía diferente a como la recordaba. 

Las paredes estaban de blanco, decoradas sutilmente con detalles en gris que antes no había visto; había un televisor grande en la pared opuesta, que antes no se encontraba; y un sofá beige de tres cuerpos ocupaba un extremo de la habitación. Donghae notó alarmado que la cama en la que estaba recostado era más espaciosa que la anterior. Definitivamente la habitación no era la misma. 

El hijo de la empresariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora