For my promise(Kuroko no Basuke)

Capítulo 1: Seirin

Era temprano, faltaban veinte minutos para las ocho de la mañana. Posiblemente llegamos a esta hora por el nerviosismo de mi primo por iniciar un nuevo periodo de clase en una escuela nueva.

Pude haber dormido veinte minutos más.

Seguía rezagada los pasos de Taiga inmersa en mis pensamientos.

Verme vestida con un uniforme escolar me había causado cierto tipo de rechazo. Un poco raro. Desde finales de la primaria estudiaba en casa, con los mejores profesores, con la educación de más alto nivel que se podía conseguir en Estados Unidos. Mi padre lo había decidido así, no quería que me vinculase con otras personas de mi edad, por bastante tiempo creí que era para que no me distrajera de mis deberes, hablando de los deberes de un niño de 10 u 11 años, pero ya entrada en lo que sería la secundaria me di cuenta, a él no le interesaba si me distraía o no, a él le interesaba mantenerme aislada, crear un muñeco manipulable, un muñeco perfecto acorde a sus intereses. Pero resultó que yo no seguí al pie de la letra sus planes.

Gracias a que me uní al equipo me vi rodeada de personas de mi edad, luego, de personas mayores que estaban interesadas en mi, como prodigio.

Prodigio.

Qué palabra tan simple y agotadora.

Necesitaba un poco de paz, alejarme de toda esa gente y esa etiqueta, alejarme de los problemas y de aquellas personas que no me aportan nada positivo. Entre eso estaba ese tipo, quién al enojarse y perder el control me amenazó con revelarle la verdad al mundo, sabiendo cuán sensible es eso para mí. No sentí traición, ni dolor, no sentí nada, porque no esperaba nada de él. ¿Qué hacía un tipo mayor metiéndose con alguien menor?

Pero que hace semejante idiota amenazando con exponer a su ex después de la ruptura... Una basura. Por más que ahora no me moleste si le sigo dando vueltas lo va a hacer y seguramente quiera cobrarsela, aunque gracias a él es que estoy aquí, repito, en una escuela preparatoria en pleno Tokio.

Supongo que perdí el rumbo porque jugaba baloncesto, el peso en mis hombros, las obligaciones y la mala compañía me había hecho perderlo.

Sigo cuestionando haber venido, la necesidad de encontrar a mi madre y la promesa olvidada del pasado me tenían aquí presente.

— ¿Quién mierda me mandó a inscribir a un instituto?—. Me cuestioné.

Intercambié miradas con Taiga, cada uno de sus pasos eran robóticos y terroríficos. Era una máquina de casi dos metros moviéndose con una mirada afilada y una expresión de desagrado en la boca. Avanzó por delante de mí llevándose puesto algunos estudiantes mayores que nos invitaban a sus clubes.

Analice todo el entorno, volantes tirados en el piso, alumnos mayores abordando a nuevos estudiantes. Todo era tan normal. El ambiente escolar de Seirin era diferente, nada destacaba, nada agobiaba y nada, absolutamente nada molestaba. Suspiré con tranquilidad.

En realidad no tenía idea de lo que podía ser inscribirme en el instituto con Taiga. Al inicio había salido de una broma a mi primo, después de todo no me soportaba y tenerme 24/7 a su lado iba a llevarlo a querer arrancarse la cabeza. Además tampoco podía permitirme perder un año escolar, nadie me lo permitiría, sobre todo mi padre, que a pesar de no interesarse por mi bienestar, le interesaba como avanzaba con mis estudios.

A medida que nos acercábamos al área donde iban a darnos la bienvenida, más alumnos de segundo aparecían invitando a unirse a sus clubes. Poco a poco me vi rodeada de personas entregándome afiches y gritándome.

— Aléjense de mí—. Suspiré en cuanto noté que uno de mis brazos era tirado hacia arriba y mi cintura tomada de ambos lados.

Un club de baile estaba midiendo mis proporciones para ver si era adecuada para unirme al Club, por otro lado un chico del club de Manga me insistía que leer una revista deportiva y leer manga era lo mismo.