Confesión I

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Ella era un misterio.
Era mi caja de Pandora, mi cofre más preciado.
Como la brisa fresa de una noche de Mayo,
en la qué sonríes porque sabes que ya llega el buen tiempo, y de repente,
todas las penas parecen importar menos.

Tenía una risa contagiosa y sonora,
y unos labios, joder,
sus labios eran la fruta prohibida que me llevaba a la eterna perdición.
Pero dulce perdición si se trataba de ella.
Y no hablar de sus ojos atentos, observándome con esa falsa inocencia que escondía su parte más traviesa.

Nunca entendí que vistes en mí,
un pobre muchacho condenado, que vagaba por este mundo buscando meterse en las bragas de cualquiera.

Pero tú siempre fuiste de causas pérdidas y de finales alternativos, y eso era lo que más me gustaba de ti.

Mi pequeña rebelde.
Mi tesoro pirata
Mi botella del 64
El orgasmo de mi vida
Y la perdición de la misma...

Siempre tuyo.

Perdón mamá, estoy borracha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora