XXII

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Semana 17.

Perspectiva de Taro, primera persona.

La semana anterior y en lo que va de ésta me he dedicado a observar a Wakabayashi y Schneider, y no he sido el único: Matsuyama y Misugi han estado a mi lado en casi todos los recesos, lo que me permitió acercarme también a Fujisawa y Aoba.

Hubo ocasiones en las que, al ver a Genzo solo, me disculpe ante ellas por interrumpir el momento que estábamos pasando juntos, me levanté de mi lugar y me acerqué a él, pero siempre ocurría una de tres cosas: la primera era que se levantaba inmediatamente, a veces haciendo como que no me había visto acercarme, a veces excusándose bajo cualquier pretexto para irse antes de hablar.

La segunda opción era que se quedara hablando conmigo sin hablar realmente. Yo suelo acercarme a las personas en raras ocasiones, y siempre inicio una charla haciendo una pregunta.

Se nota que Genzo es de pocas palabras, pero antes habría jurado que tenía interés en continuar conversando conmigo alargando sus respuestas. Ahora, sin embargo, contestaba tajante y sin darme mayor oportunidad de conectar sus palabras con las mías.

Cuando me di cuenta de esto, cambié de método y me limité a sentarme a un lado suyo. Pareció funcionar, porque al menos ya no se alejaba al instante en que me oía pronunciar palabra alguna. Tal vez había cosas que no quería decirme o no sabía cómo hacerlo, y eso estaba bien, yo sería paciente y esperaría lo necesario para recuperar la confianza de quien llegué a considerar un buen amigo en poco tiempo.

Pero, al final, pareció que mi paciencia no fue lo más adecuado, porque Genzo nunca dijo nada. Lo único que logré fue dar ocasión a que ocurriera la última y peor posibilidad: Schneider se acercaba a hablar con él.

Genzo se dirigía a Karl tan cortante como conmigo, pero el silencio se tornaba diferente. Era terriblemente incómodo y tan tenso, que no pude con él. Terminé siendo yo el que se alejaba, pues me daba la impresión de no ser bienvenido.

Schneider tenía un aura tan intimidante e imponente, como si fuera una clase de rey sin corona. Un emperador tremendamente territorial que creía que le estaban quitando posesiones que, para empezar, no eran suyas.

Me hacía sentir extraño y, por cómo me miraba, estoy seguro de que lo sabía. En estas semanas noté que me trataba no solo a mí, sino a la mayoría, con una agresiva amabilidad. Como si pensara que nos hacía un favor por el mero hecho de comportarse de forma civilizada en lugar de aplastarnos con ese desprecio abrasador que irradian sus ojos.

De alguna manera, casi alcanza a quemarme. Casi logra hacerme pensar que soy insignificante, que no tengo por qué interrumpir su tiempo junto al guardameta. Que no soy nadie valioso para intentar ser su amigo, pero Genzo no es capaz de decírmelo por lástima, así que, en su lugar, Schneider debe dar el remate, el tiro de gracia, para que deje de buscarlo.

Incluso ahora, comprendo que Wakabayashi está a otro nivel, pero de eso a que Karl-Heinz me trate como si fuera a traerle los peores males, sino el que más; como si Genzo necesitara ser salvado de mí o alguna cosa relacionada conmigo...

Además, he comprobado por cuenta propia que Wakabayashi es la persona mejor capacitada para enfrentar problemas, así que estoy seguro de que, si el problema fuera yo, lo diría. Plantaría cara en vez de perder tiempo esquivándome.

Otro detalle que me ayudó a no caer en un ciclo de autodesprecio fue, sin que él lo supiera, la sonrisa de Misugi. Matsuyama dijo que Jun es como un príncipe, así que, si alguien así quiere ser mi amigo y empezó a sonreírme tan sincero desde hace un par de semanas, no puedo considerarme tan malo por más "superior" que la otra persona fuere.

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