❝Common Days❞

XVIII

Semana 12.

Perspectiva de Genzo, narración en primera persona.

La campanilla del receso sonó y guardé mis cosas sin prisa. Nunca sucedió un caso de robo en los grupos, pero no puedo quitarme esta costumbre. Miré de reojo a Tsubasa, esperando verlo caminar hacia mí o a Misaki, pero me sorprendió gratamente al acercarse a Kumi.

Bien, ya era libre de Tsubasa, ahora... ¿Dónde estaba Aoi? Tarde o temprano se enteraría de que Misaki y yo practicamos tiros desde la semana pasada; aún así, quería evitar tener a un mono encima lo más que pudiera.

Me giré un poco para observarlo junto a Tomeya e Ishizaki; ¿qué tanto hablaría ese trío de chismosos? De cualquier forma, prefería salir del aula mientras pudiese.

Antes de cruzar la puerta, noté que Sawada fue interrumpido por Wakashimazu durante su conversación con Misaki; los primeros dos pasaron junto a mí, adelantándome y dejando a Misaki solo.

No suelo acercarme a charlar con la gente aún si somos amigos, pero los hechos de la semana anterior me consumían; la habilidad de Misaki para el football se hacía evidente en cada tiro. Yo lo sabía, él lo sabía; él sabía que yo lo sabía. Entonces, si quería ocultarlo...

¿Por qué seguíamos reuniéndonos?

Me di cuenta que mi curiosidad no se saciaría en el momento en que oí a Schneider dirigiéndose a mí.

—Wakabayashi, ¿ya elegiste una escuela?

Mis ojos enfocaron sus iris azules y de abrupto recordé mi situación: Schneider regresaría a Alemania tras su viaje de intercambio y me había ofrecido la misma posibilidad, a la inversa. La diferencia entre él y yo radicaba en que, si me iba a otro país, sería para quedarme.

De hecho, lo único por lo que continuaba en Japón era la secundaria, que estaba a punto de terminar, y Mikami, que tenía agendado un vuelo a Europa. En el viejo continente estaban las ofertas deportivas, las condiciones ambientales idóneas —nada de erupciones, sismos o maremotos— y, ¿por qué no mencionarlo? Mi familia.

Sabía que no iba a ver a mis padres aunque fuera a Europa, porque hay un largo trecho entre Alemania e Inglaterra; pero no guardo particular rencor ni por ellos ni por mis hermanos, así que estar a un pais de distancia suena mejor que a un continente.

—Sí. Quiero la UFD.* —Schneider alzó las cejas y pude distinguir auténtico asombro en sus facciones.

—Hey, pero la UFD es cara y necesitas el permiso de tus padres...

—¿Me he acobardado alguna vez?

No sé qué tan agresiva sonó mi respuesta, pero no pude evitar encenderme ante su tono desafiante. Schneider tampoco es de los que reprimen, por lo que su risa sarcástica resonó incluso dentro del aula. Pude sentir varios pares de ojos mirándonos con intriga.

—Si vas a hacer tanto escándalo por este tema, preferiría dejarlo para otro día.

—No te entiendo, Wakabayashi; ¿por qué tanta renuencia a que los demás se enteren? —Sus gestos volvieron a formar la misma expresión reservada de siempre.

—No es tu asunto.

Schneider levanta solo una de sus cejas y sé que está irritado. Gira el rostro intentando calmarse y yo aprieto la mandíbula. Por esto es que no me gusta hablar con él si no es sobre deportes.

—Vamos a comer mientras discutimos lo horribles que son los pases de los de primero.

Aparentemente ya se había relajado, por lo que acepto y me giro hacia el grupo una vez más. Todo está en orden, pero intuyo que Schneider vio mi duda; es ridículamente observador.

Misaki estaba acompañado ahora por Tsubasa y Aoi, quienes sonríen sin notar que los miro.

Reconozco que me sentí decepcionado; esperaba poder preguntar por qué hacía lo que hacía. No obstante, la calma volvió a mi mente al recordar que había entrenamiento, luego lo vería cuando todos se fueran y hallaría tiempo para hablar del asunto.

Enfoqué mis ojos en el patio y dirigí mis pies adónde estaban los de primero.

—Vamos, se nos acaba el receso.

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*UFD: Universidad del Fútbol y Ciencias del Deporte. A nivel bachillerato, su plantel está en Hidalgo, México, y la colegiatura (mensual) ronda los $6,000 (mxn).