❝Common Days❞

IV

Perspectiva de Aoi.

Estoy muy emocionado.

Ayer Misaki se quedó practicando sin que nadie se diera cuenta —excepto yo, por supuesto— y pude mirar su increíble estilo; anotó diez goles de chilena en menos de diez minutos. Considerando que estaba lloviendo, es un récord difícil de alcanzar incluso para Tsubasa.

No quiero que mi confesión suene ofensiva para nadie, mucho menos para mi amigo pelinegro a quien respeto muchísimo, pero hasta yo sé que su don consiste en adaptarse: si Tsubasa ve a alguien con una técnica especial, enseguida busca el modo de superarlo. Pero mientras no sea así, por mucho que entrene el sub-capitán de nuestro infravalorado equipo, no mejorará como lo haría de tener un buen adversario. Misaki lo sería sin duda.

La primera vez que le mostramos las canchas, Taro dijo que no era bueno. Yo me sigo preguntando por qué demonios diría eso. Sé que puedo parecer un acosador, pero desde entonces no he parado de lanzar miradas inquisitivas al susodicho.

Yo solo quiero que me diga la verdad, nunca me ha gustado que me oculten cosas, ¿por qué la gente hace eso? No es como si yo los fuera a juzgar o algo así, y aunque lo hiciera, ¿qué con eso? Yo valgo como persona, claro que sí, pero mis palabras no son más que eso hasta no demostrar lo contrario. Si yo juzgara a Misaki, ¿qué valor puede tener mi prejuicio para afectarlo tanto? Si nos acabamos de conocer.

Ese día en que le mostramos la cancha de soccer, la cara de Taro brilló de lo lindo, como para plasmarse en un lienzo; pero luego se pagó de repente y el comentario que hice con la intención de animarlo solo lo empeoró. ¿Qué le pasa? Estoy más frustrado conmigo mismo que con él por no ser capaz de transmitirle mi apoyo.

Algo perturba su mente y me molesta no saber qué es, ¡yo quiero saberlo!

En fin, no voy a parar de proponerle a Misaki que juguemos un partido —con menor razón después de ayer—, aunque seamos solo él y yo, uno a uno bajo la lluvia tormentosa de una negra noche.

Un plan que he ido formando es pedirle algo más difícil de rechazar, como una carrera de natación, por ejemplo. No sé nadar muy rápido, pero perder en eso no está mal visto, por lo que creo que no temerá vencerme.

El temor a humillar a otro es la única respuesta que atribuyo a su actitud, lo cual sería una lástima. Con lo bueno que es jugando...