Semana 18
Perspectiva de Aoi/Akai, tercera persona.
Aoi caminaba contento hacia el aula vacía donde había dejado sus cosas. Algunas veces uno que otro profesor le daba permiso de dejarlas durante los entrenamientos de basketball o cuando se quedaba a practicar por su cuenta después de clases. Hoy era uno de esos días.
Estaba por doblar la esquina del salón que daría directamente a las ventanas, pero antes de poder pararse frente a éstas –de modo que fuera visible al otro lado si hubiese alguien en el interior–, se encontró a su compañero de cancha y gran amigo, Akai Tomeya, inclinado frente a los cristales, como si estuviera escondiéndose. Pero ¿por qué?, cuestionóse Aoi, si no había nadie adentro… Oh.
Sorpresa, sorpresa. Sí que había alguien; vaya que lo había. Estaba por exclamar su desconcierto ante lo que acababa de ver a través del ventanal, pero una mano brusca haló de su muñeca derecha de forma que quedara igualmente inclinado.
—Ni se te ocurra gritar, zopenco.
La molestia reflejada en sus mofletes inflados opacó por un momento su fuerte impresión, sin embargo, fue sólo temporal. Rápidamente, su atención pasó de su amigo hacia lo que tenía al frente, levantando la cabeza con sumo cuidado para no ser descubierto, apenas alcanzando a asomar sus ojos. Ahora entendía por qué Akai se hallaba en esa posición.
—¿Qué vamos a hacer? —cuestionó en voz baja—. Esto no traerá nada bueno. Si ella se entera…
—Eso no va a pasar —interrumpió de abrupto el muchacho de largo flequillo—. No se va a enterar, Shingo.
La brusquedad con la que aquello había sido pronunciado le dio a entender a Aoi que verdaderamente no era un deseo, sino una orden. Giró un poco su cuello para ver a Akai y notó que, en efecto, éste lo miraba con cara seria. Se trataba de una especie de «si esto sale de aquí, te mato». Entonces, tragó saliva y devolvió la mirada al punto anterior.
—Pero no puedo simplemente no hacer nada, Akai. Es mi amiga… —Su voz ahora sonaba débil, demostrando que, en efecto, aquello le impactó bastante. Este hecho dejó sorprendido al otro muchacho, quien esperaba un berrinche característico y no esa declaración de paz. Suspiró.
—Bueno, ella me agrada, pero no es nuestro asunto, Shingo. ¿Cómo crees que se pondría si se entera por boca de alguien que no sea él? Ni siquiera nos creería.
Shingo frunció el entrecejo y exhaló, resignado. Le molestaba, pero Tomeya tenía razón. Ella siempre demostró fe ciega en él. Tan ciega, que nunca vio lo evidente. Aquel muchacho no sentía lo mismo; al menos, no con esa intensidad obsesiva que siempre había mostrado la chica en cuestión.
De todas formas, Aoi no podía evitar sentirse pésimo. Ni todas las excusas del mundo justificaban romperle el corazón así a alguien. Como mínimo, ella tenía derecho a saber que no la querían para que ya no siguiera haciéndose ilusiones. Entonces, un pinchazo de rabia lo invadió. Ése maldito…
Nunca había sentido tanta repulsión hacia un amigo suyo como lo estaba haciendo ahora. Iba a protestar de nueva cuenta –esta vez con un fervor renovado–, pero Akai pareció leer sus pensamientos y lo interrumpió. Aunque en ese instante Shingo no le diera importancia, tal gesto le sacaría una sonrisa más tarde. Por algo Akai era el mejor de sus amigos.
—Sé que no lo justifico con esto y que vas a enfadarte más, pero, de cierto modo, ella se lo buscó. ¿Cómo te sentirías siendo acosado cinco de siete días que tiene la semana? Parece un trabajo de medio tiempo dividido; un cuarto de día se lo pasa aquí con él, y otro cuarto, lo visita en su casa. Hasta la madre del chico se ha dado cuenta, pero ella simplemente no se rinde.
Una vez que Tomeya acabó de hablar, Shingo confirmó que su amigo estaba en lo correcto. No sobre la última parte de su discurso, sino más bien en la primera: decir que Aoi estaba enfadado no le llegaba ni a los talones a lo que en verdad sentía. Sin embargo, como pasaba cada vez que la impotencia formaba un nudo en su garganta y las palabras no salían, no dijo nada. Se levantó, silencioso, y caminó lejos de ahí.
Probablemente regresaría a casa sin sus cosas, Akai lo conocía: cuando se ponía así, el mundo le daba igual. Suspiró de nuevo y también se levantó. Iría a caminar un rato por los alrededores en la espera de que el salón quedara vacío, así podría tomar la bolsa de Aoi y dar por zanjado este asunto del que, para empezar, ni siquiera deberían formar parte.
Ya habiéndose alejado unos cuantos metros de las ventanas, volteó de nueva cuenta para confirmar que las personas al otro lado seguían enfrascadas en su mundo color de rosa.
Por una parte, se sentía simpático ante la dicha de su amigo, «bien por ti»; pero por otra, también estaba la inquietud ante el escándalo que aquello supondría, porque no era ningún secreto que la asistente del equipo de soccer, fan número uno del subcapitán desde hacía años, haría cualquier cosa por tener el sitio de Kumi Sugimoto en los brazos su amor.
—A ver qué pasa.
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Notas: hice una corrección en los capítulos previos, ya que había escrito "semana 18" cundo en realidad era la 17 y, ahora sí, la de este cap es la 18. Lamento la espera y los errores.
Capitulo dedicado a ElizabethHdzS y AndyStich29, mis más recientes lectoras que comentaron, y a Lizzycemo176, lyna-price , AmaiTachibana y forever_TaroMisaki, que me dieron el ánimo suficiente para seguir esta historia con sus palabras y votos durante mucho tiempo.
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❝Common Days❞
FanficConcluir la secundaria puede ser muy aburrido sin la pila de emociones que proveen los días comunes. Scholar AU centrado en la vida privada de cada personaje. Caution: Out of Character