EXTRA 1: Vacaciones (pt. 1)

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La previa a un viaje de vacaciones siempre es muy emocionante. Armar un itinerario, ver fotos del destino a visitar, unir las rutas de manera que sea más cómoda y no te pierdas de nada en el camino. Pues, ellos eran todo lo contrario, porque les pintaba pegar un viaje y sacar pasajes para dentro de cinco horas.

La parte que más estresaba a Himura era la de armar el equipaje, pues cuando quieres llevar tan solo una valija y esta no quiere cerrar de lo llena que está y te rehusas completamente a sacar cualquier prenda porque estás segura que te va a ser útil en algún momento, aunque cuando estés allá ni siquiera la hayas tocado.

—¿Sigues peleando con eso?

La voz de Toru entrando a la habitación derrochaba una gracia disfrazada de preocupación para no ganarse una mala mirada de su esposa que estaba haciendo presión sobre el plástico y forzando la cremallera.

— Llevo lo justo y necesario, voy a hacer que cierre o cierre.

Respondió con determinación, el hombre rió y la acompañó con aquella épica batalla, consiguiendolo finalmente.

-— Nos vamos por una semana, no por un mes, lo sabes ¿cierto?

Ahí estaba esa mirada fulminante de la azabache abultando sus labios como una niña pequeña.

— Ya lo sé, déjame.

Toru murió de ternura y apretó sus mejillas con dulzura para después depositar un beso ahí mismo logrando que ella sonriera en contra de su voluntad. Que fácil era volverla dócil cuando quería hacerse la fastidiada.

— Bien, con la pobre valija maltratada ya cerrada, podemos salir ya mismo. El avión no va a esperarnos todo el día.

Natsu golpeó levemente su brazo y con su ayuda cargaron el resto del equipaje en la camioneta, partiendo rumbo al aeropuerto.

Agradecía que el avión contase con WiFi, ya que toda esa emocionante previa que se perdieron por armar el itinerario, ella lo hizo en las cuatro horas de vuelo a la ciudad de Río de Janeiro.

Al aterrizar allí era mediodía y la alta temperatura no había variado mucho. Rentaron un vehículo en el mismo aeropuerto y partieron al hotel que Oikawa había reservado por Internet arriba del avión. Mucha suerte de haber conseguido alojamiento para ese mismo día.

Hicieron el check-in, luego se dieron un relajante baño y bajaron al restaurante del hotel para recargar energías y salir a caminar lo que restaba de la tarde.

Mientras esperaban lo pedido, Toru estaba tan pendiente de su celular que Natsu estaba algo decepcionada, pues no había tema de conversación porque el otro apenas despegaba la vista del aparato y la azabache se dedicaba a jugar con los cubiertos y comer algún que otro trozo de pan que el mesero les había dejado previamente sobre la mesa.

Una estridente risa escapó de los labios del castaño contagiandola a ella también.

— ¿Qué tanto estás mirando allí? —le cuestionó aún sonriendo por la risa del otro.

Toru negó con la cabeza y bloqueó el teléfono dejándolo a un lado y ésta vez poniendo toda la atención en su mujer.

— Nada, es solo que extraño los viejos tiempos.

Natsu ladeó la cabeza confundida.

— ¿A que viejos tiempos te refieres?

—Cuando estábamos en el instituto. Tengo que admitir que extraño un poco a los bobos de mis amigos.

Su mirada llena de nostalgia sobre su plato vacío le daba a entender que no se trataba de solo extrañarlos un poco, sino mucho. Natsu asintió con comprensión y apoyó una mano sobre la del otro dándole pequeñas caricias. Toru la miró agradecido con una triste sonrisa.

Intenta odiarme... | Oikawa TooruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora