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Oikawa bufó y liberó las manos de la muchacha, separándose sin antes volver a rozar sus narices con cariño. Natsu quiso golpearlo, pero su cuerpo no respondió a aquel pensamiento.

Se hicieron a un lado y él abrió la puerta dándole el ingreso a nada más y nada menos que a Iwaizumi. El muchacho de cabellos oscuros en punta miró de reojo a su amigo de toda la vida.

— Hola, Iwa-chan ¿Qué te trae por aquí tan temprano?

Lo recibió con entusiasmo. Natsu rodeó sus ojos.

— Te estaba buscando, el profesor de educación física me dijo que estabas ayudando a Himura con unos materiales de biología y me preocupé. —la miró ésta vez a ella— Natsu ¿Éste idiota te hizo algo?

— ¿¡Por qué te preocupas por ella!? ¡Si es obvio que el que está en peligro aquí soy yo! ¿Y por qué la llamas por su nombre?

Se quejó el castaño y ella no pudo evitar reír, pero inmediatamente tosió sonoramente manteniendo el control. Era obvio que Oikawa se iba a hacer la víctima frente a él.

— Gracias, Hajime. Y si, no me da un respiro.

El morocho lo fulminó con la mirada.

— Tu también lo llamas por su nombre... —rechino sus dientes radiante de celos— En fin ¿Por qué me buscabas?

Era muy graciosa la situación. Si la actividad favorita del castaño era fastidiar a Himura, pues el de ella era complotar junto a Iwaizumi para molestarlo a él.

— Me avisaron que los fumigadores llegaron más temprano por lo que cancelaron todas las actividades deportivas de la tarde.

Las caras de Oikawa y Himura se fruncieron no muy contentos por la noticia.

— No puede ser, ¿Qué ocurrirá con mi partido de práctica contra el Johzenji?

— ¿Era hoy? —curioseó Iwaizumi.

— Si y ahora tendré que hablar con el profesor para fijar una nueva fecha. Que mala suerte, —suspiró cruzada de brazos — me venía perfecto para probar a las chicas de primero.

— Estoy seguro de que tendrán otra oportunidad —le alentó su compañero de clase — Aún falta un mes para el torneo de primavera ¿cierto?

Himura asintió pero no muy convencida.

— Es cierto, pero entiende que nuestro club no cuenta con un entrenador y detesto decir esto porque tal vez suene un poco egoísta con mis compañeras, pero estoy sola. Y no es fácil concentrarse en cada una de ellas y a la vez en todas las tácticas para el equipo. Es muy pesado y el tener que estudiar para el resto de las materias, pues no sé como todavía no morí en el intento.

En su cansada mirada se podía ver todo el estrés que llevaba consigo. Ser capitana de un equipo de once jugadoras de fútbol, más suplentes y nuevas ingresantes, pues no estaba siendo nada fácil. Su entrenador las abandonó ni bien finalizaron las nacionales del año anterior, aparentemente no quedó satisfecho con que el equipo haya llegado hasta la ronda de semifinales. Desde entonces ella se estaba haciendo cargo de todo, con un poco de ayuda del profesor de educación física que también acompañaba al club de voleibol, el mismo del cual Oikawa era el capitán e Iwaizumi la estrella, pero no podía hacer más que contactar con otras escuelas y agendar los partidos de práctica.

— No tienen entrenador, eh... —murmuró un pensativo Tooru llamando la atención de ambos.

— ¿Aún estás aquí? —lo miró con efecto cansino la muchacha.

Él se encabrono por el hecho de que ya se habían olvidado de su presencia allí.

— ¡Qué cruel! Iba a decir que creo poder ayudarte...

— ¿A qué te refieres? — le miró dudosa, pues no era alguien de quién confiar para ella.

— Me refiero a que conozco a alguien que podría entrenarlos, pero lo llamaré con una condición. —Natsu arqueó una ceja, ya se lo veía venir— ¡Sé mi novia!

Ni bien terminó de sentenciar aquello recibió una patada por parte de Iwaizumi.

— Gracias, Hajime. Leíste mi mente.

La campana finalizando el receso resonó en todo el establecimiento.

— Oh, creo que tienes que irte, Shittykawa.

— ¡Deja de ponerle prefijos a mi apellido!

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El profesor de biología enseñaba gráficamente el corazón de una vaca como si se tratase de una obra de Picasso, Natsu sintió nauseas al descubrir que aquello era lo que estaba guardo en una de esas conservadoras que había llevado consigo media mañana, pero luego, en toda la clase, su mente estaba en otra parte. No podía dejar de meditar en lo que Oikawa le había dicho.

¿Realmente podía conseguirle un entrenador para su club? Descartando la estúpida propuesta que escupió, en verdad no podía darle la espalda a una gran ayuda como esa. Con el pasar de los días su cuerpo comenzaba a pasarle factura de todo el estrés y cansancio que llevaba consigo, ya que no sólo estaba a cargo del club y tenía muchas tareas y exámenes, sino que además tenía un trabajo de medio tiempo en una cafetería en el centro de la ciudad. Literalmente le consumía la poca energía que le quedaba luego de entrenar, pero era una obligación que no podía abandonar, ya que gracias a aquello subsistía día a día desde hace dos años.

La campana finalizando el día escolar incentivo a todos guardar sus útiles y comenzar a retirarse del laboratorio. Iwaizumi se acercó a la muchacha, quien aún estaba con su mentón apoyado sobre su mano mirando la nada misma. Hajime sacudió sus cabellos trayéndola nuevamente al mundo real.

— ¿Qué pasó? —cuestionó como si hubiese estado durmiendo con los ojos abiertos.

— Tienes que parar un poco, ya eres un zombie.

Natsu lo comprendió al ver al último estudiante abandonar el salón y a él con su morral cruzado por su hombro derecho. Mientras ella no había movido un pelo en toda la clase.

Lanzó una pequeña carcajada ante su total distracción a la vez que se golpeaba mentalmente por lo mismo, no podía seguir así o iba a terminar reprobando aquella materia.

— No puedo, Hajime. Tengo que resistir un poco más. —le sonrió nerviosa, pues ya veía venir el sermón por parte de su compañero.

— ¿Hasta cuando? Vas a enfermar si sigues cargandote de cosas así.

Realmente se lo oía molesto, pero mas que nada preocupado.

— ¿Y que se supone que tengo que hacer? —clavó su mirada con firmeza sobre la suya— ¿Abandonar el fútbol? Es lo único que en verdad disfruto y me hace feliz. ¿Dejar de trabajar? Si lo hago siquiera tendré para comer o venir hasta aquí ¿Y la escuela? Disculpa, pero mi futuro no se hará solo.

— Lo siento.

Hajime lo lamentaba, pero realmente estaba preocupado por ella y su salud. De tanto cargarse al final no iba a poder hacer nada bien, él ya lo veía venir.

Natsu no podía culparlo por sentirse así, ella lo entendía, podía verlo en sus ojos.

— Estaré bien, Iwa-chan. —burló recordando a Oikawa y él se cabreó un poco, pero luego recordó...

— ¿Pensaste en lo que te dijo?

La cabreada ahora era ella.

— ¡No seré su novia!

— Sabes que no me refiero a eso. —espetó serio y ella lo meditó llevando nuevamente su mentón a la palma de su mano.

Intenta odiarme... | Oikawa TooruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora